Parte 10 - Noche de purificación

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-Dime que es real... Porque perdí mi camino otra vez... 

Dime que es sentir, porque no siento nada...- 

-¿Ethan? ¡Ethan! ¡Despierta!- 

Una voz, una suave voz, conocida pero extrañamente distorsionada por el golpe que se había dado, ¿Acaso era...? Pues claro que era, Beatriz Bellamira, ¿Cómo fue que lo encontró? Ethan estaba tratando de recordar un poco de que había sucedido una noche antes, pero su cabeza le dolía, su cuerpo estaba hecho añicos, no podía siquiera abrir los ojos completamente para contemplar la figura femenina que tenía delante. 

-Ayuda...- Ethan extendió su mano como pudo, era difícil tratar de alcanzar algo con  lo cual apoyarse para poder incorporarse, sin embargo, la mujer tomó su mano, y con delicadeza poco a poco fue levantándolo para poder apoyar su brazo sobre el hombro de la mujer. -¿Que sucedió?- Ethan preguntó mientras poco a poco empezaba a abrir los ojos, a su alrededor había un completo desastre de rocas de lápidas, tierra que había sido dispersada por todos lados y sangre, mucha sangre, Ethan ya ni estaba seguro si era suya o de aquel ¿Hombre? A decir verdad no tenía la menor idea de que era la cosa que dejó escapar una noche antes por un hombre vestido de ¿Cuervo? Cielos, había demasiadas preguntas en su cabeza cuando los pensamientos nuevamente volvieron a él. 

Lo que miró en seguida fue la tumba de su madre que al parecer seguía intacta aún después de la gran destrucción de ese lugar. Ethan trató de caminar hasta el otro extremo del cementerio para recoger su cuchillo que había usado contra el hombre, pero cuando se iba a agachar a tomarlo cayó de rodillas, estaba muy débil por la pérdida de sangre, de nuevo. 

-No entiendo como lograste sobrevivir a esto, pero no estás en condiciones de irte solo, yo cuidaré de ti al menos hoy, eso hasta que te recuperes- La mujer se acercó para nuevamente tomarlo entre sus brazos ayudándole a incorporarse, pero Ethan trataba de escapar del agarre, algo le hacía falta. Enseguida tocó por todos lados sus ropajes roidos y rotos por la anterior lucha, pero ese "Algo" se le había extraviado. 

-Eres fuerte, igual que tu padre-

-¿Mi padre?-

-Vamos, debemos irnos- 

De alguna forma la mujer se las arregló para poder transportar a Ethan hasta su hogar, relativamente cerca de la casa del pelinegro pero se había ofrecido a cuidarle por lo menos una noche. Ethan aún se preguntaba en dónde es que había terminado su padre, realmente llevaba días sin hacer acto de presencia, cosa que era extremadamente rara, pues aún cuando bebía hasta casi quedar inconsciente encontraba la forma de volver a casa. 

Poco demoraron ambos en llegar a la casa de la mujer, Ethan estaba sorprendido por lo bien adornado y decorado que estaba esa casa, más que nada abundaban los cuadros extravagantes que la gente solía tener, pero además estaba repleto de muebles de apariencia realmente antigua y de algunas vajillas de porcelana con un aspecto bastante ostentoso. 

La mujer llevó a Ethan a través del gran hogar hasta una habitación al fondo del corredor donde había una pequeña cama, el lugar no era lo más grande, pero definitivamente se sentía acogedor. 

Como bien pudo, la mujer ayudó a Ethan a recostarse sobre la cama tratando de no lastimarle. Cuando por fin lo logró, se apartó yendo hasta un pequeño mueble cercano del cual tomó un par de mantas con las que cubrió la cintura del pelinegro. 

Los ojos de un hombre muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora