Los ojos de un hombre muerto

Parte 5 - El lado oscuro de las cosas

El sol se coló por la ventana de la habitación, ambos hombres, tumbados sobre la mesa, dormían tranquilamente, aún era demasiado temprano como para que tuvieran que levantarse, sin embargo, la mañana de un momento a otro dejó de ser tranquila. 

Un estruendoso grito de agonía sacudió los tímpanos de ese par de hombres que yacían plácidamente dormidos sobre la vieja mesa de roble oscuro, Ethan incluso cayó al suelo por la exaltación que le provocó haber escuchado tal cosa. 

No demoró mucho para que se levantara mientras intentaba tomar consciencia de que estaba pasando pues aún seguía medio dormido. En seguida corrió hacia una silla vieja donde había colocado su arma una noche antes tras haber llegado del bosque. 

Victor de igual forma estaba aún medio dormido, además, tenía signos notables de resaca por todo el licor que se había bebido una noche antes. -¿Que fue eso?- Preguntó el hombre a Ethan, él estaba apenas levantándose mientras el pelinegro yacía frente a la puerta, dudando en abrirla, mucha gente había muerto por cosas que se habían colado a sus casas, aunque no era seguro que aquello estuviese frente a su vivienda.

-No lo se, pero no suena como si fueran buenas noticias, quédate aquí, veré que puede ser- No cabía duda de que probablemente era una idea arriesgada, pero ya habían pasado unos cuantos minutos, quizás aquello de fuera ya se había ido. Había que ver, pero no podía simplemente salir creyendo que todo estaría bien, quizás, y solo quizás, aquello estaba esperando pacientemente para atrapar a algún despistado que quisiera salir a ayudar a la persona que gritó. 

Tomó aire, empuñó a dos manos su arma, y de una patada abrió la puerta. Rápidamente miró a sus alrededores en busca de alguna clase de señal de vida, pero por un par de segundos este quedó en shock. Había un muerto, si, pero no era como el resto, aquel estaba colgado sobre uno de los viejos postes que alumbraban las calles, hecho pedazos y atravesado desde el pecho de modo que el poste sostenía su cuerpo sangrante.  

Sin dudas se veía muerte dentro del distrito de Dokuro, pero eso no era nada comparado con lo que presenciaban los ojos del pelinegro, parecía incluso que aquello que lo mató quiso ser creativo, ya sea para perturbar a los ciudadanos, o para mandar un mensaje a aquellos que vivían en ese lugar, pero ¿Por qué lo haría? ¿Es que acaso alguien estaba relacionado con ellos? ¿O se trataba simplemente de una mala broma por parte de aquellas cosas que acechaban el lugar? Muchas preguntas, que generaban aún más preguntas. 

No tardó mucho en aparecer Victor también armado, solo vio a Ethan delante del cuerpo, con la mirada aún puesta sobre esa espantosa escena, parecía que incluso había olvidado a que salió desde un principio. -Hey, búho, ¿Estás bien?- Victor dudaba que estuviera bien, ver aquello no era para nada reconfortante, menos tratándose de un lugar donde diariamente morían personas. "Búho" era un apodo que recibió Ethan de su padre, pues solía decir que tenía unos grandes ojos, misteriosos y que si te miraban te provocaban cierto repelús, eso debido a que Ethan cuando niño solía pasar el tiempo estático, mirando la nada, tal y como dichas aves lo hacían.

-Esto... Es la señora Adeliza, ¿Cómo...? ¿Cómo pudo pasar esto?- Demeris Adeliza era una mujer de la alta sociedad, conocida por ser una de las personas que estuvieron de acuerdo en crear un poblado cerca del muelle de Jakz, esto para expandir los medios de producción de alimento y para a su vez brindar empleo a aquellos que tuvieran suficiente valor para surcar las misteriosas aguas del mar carmesÍ. Por dichas razones, era conocida por todos, o al menos gran parte de la gente, siendo un ejemplo para algunos, y un ser despreciable para otros. Ethan la conocía, de pequeño una vez la vio descender de su carruaje junto con sus dos hijos, realmente no era muy relevante dentro de la vida del pelinegro, pero definitivamente quedó impactado con dicha escena.