Ethan se despertó muy exaltado, lo único que recordaba era el sentir extraño dentro de su cabeza luego de que Abraham colocara sus manos a los costados de su cabeza. Al enfocar un poco con sus ojos todo había cambiado radicalmente, el lugar donde se encontraba ya no eran los grandes Archivos de Aldrich, sino que ahora era un lugar por demás simple, una estrecha calle con un par de edificaciones a sus extremos que hacían de pared aunque lo más curioso del asunto era que ese lugar estaba a la altura de las nubes, pues con dar unos pasos hacia delante era capaz de tocar el propio cielo.
Imaginaba que había sido drogado de alguna forma, o quizás bebió el medicamento de Pipkins y no lo recordaba y eso que estaba viendo eran simples efectos secundarios. No sabía, todo era tan extraño que no se sentía capaz de entender. Su cabeza ya no le dolía, entonces fue que pensó que quizás si bebió ese extraño medicamento, pero al girarse en ese estrecho lugar vio al tipo con el que anteriormente estaba, sentado en un extremo del suelo de roca. Parecía estar solamente mirando a la nada, ya no sabía si lo que veía era sólo una alucinación.
-Aprender cosas nuevas nos permite crecer como seres humanos y nos convierte en personas más preparadas para adaptarnos al entorno. El conocimiento nos convierte en personas sabias- Mencionó el tipo allí sentado sin mirar a Ethan, era enigmático, o quizás aterrador.
-¿Que es éste lugar?- Dijo Ethan mientras se acercaba poco a poco a él, parecía que ni siquiera se encontraba allí, pues su silueta, mientras más se acercaba Ethan, se veía más y más borrosa, tanto así que cuando llegó a su lado parecía un fantasma.
-Tu mente, Ethan, solo un reflejo de todo aquello que amas, lo que deseas, lo que temes...- Y poco a poco la silueta pasó a dejar solo al pelinegro. Éste se convirtió en lo que parecían ser partículas de polvo que el aire se llevó consigo luego de que terminara de hablar.
-¿Pero por qué? ¿Qué me trajo aquí? ¿Que estoy buscando?- Gritó a los cuatro vientos mientras se giraba de lado a lado en busca del chico, sentía su presencia, más ya no podía verle allí.
-Tal vez debas encontrar tus propias respuestas, solo que para encontrar, hay que saber buscar-Su voz aún era audible, quizás de una manera un tanto extraña y distorsionada, pero seguía siendo él. Ethan pensaba que se trataba de un lunático en potencia, pero si podía escucharle era que se trataba de algo más que un simple lunático. Por ese lado le recordó al vagabundo Morfowyn, un hombre visto por todos como un loco de primera pero que predijo con exactitud la muerte de una chica.
-¿Que se supone que deba hacer?-
-Piensa, Ethan-
El panorama volvió a cambiar, una especie de pasillo oscuro se hizo presente en su mente, era como si de alguna forma lo estuviese llevando, estaba pensando. Él tipo bien lo dijo, aquello podría mostrarle lo que más ama o desea, pero de igual forma, podría enseñarle a lo que más le teme. Estaba temeroso, pero no era el momento de estarlo, quizás sus emociones direccionadas por su sentir harían que ese extraño lugar cambiase según lo que estuviese pasando por su mente, así que, tomó un respiro, y su mente se aclaró nuevamente, llevándole a una playa, en ella, había un navío surcando sus aguas de lado a lado, como sin un rumbo aparente, una representación de cómo había sido la vida de Ethan luego de la pérdida de su madre, pero él no lo había captado de esa manera, sólo estaba fascinado por el paisaje, siempre había querido ver un paisaje como ese.
-Yo, no sé cómo lo hice...- Se tumbó sobre la arena sin cuidado alguno, sus manos, cubiertas por grueso cuero negro, aún así sentían los pequeños granos de arena de ese sitio, era una sensación muy real, tanto que hasta sentía que podía llevarse un poco de ese material.
-Todo el mundo ve lo que aparentas ser, pocos experimentan lo que realmente eres- Este nuevamente apareció a un costado del pelinegro, ahora ambos estaban sentados apreciando ese agradable ambiente. Las olas constantes y las aguas calmadas daban una sensación de relajación, era justo lo que necesitaba luego de lo sucedido una noche antes con su padre y Adam Becher, parece que ir a los archivos de Aldrich fue buena idea después de todo.
-¿Es que siempre tienes que hablar con juegos mentales?- Preguntó riendo un poco, a pesar de que lo acababa de conocer, le estaba cayendo bien.
-¿Juegos mentales? No, Ethan, yo sólo expreso realidad, más de la que te imaginas- Ahora su silueta se hizo pequeños granos de arena que se perdieron con el llegar de las olas mientras reposaba el pelinegro, todo, hasta que nuevamente volvió a escuchar su voz. -Sólo crea Ethan, imagina-
Luego de eso las imágenes hablaron por si solas, si ya de por si estaba fascinado con el paisaje lo que vino después le hizo abrir los ojos tal y como un niño lo hacía tras recibir un regalo de sus padres. No había que mencionar nada, sólo podía contemplar lo grandioso del panorama.
-Esto, ¿Esto lo hace mi mente?- Preguntó a la nada básicamente, el tipo desaparecía tanto que ya ni siquiera sabía si estaba hablando con él o seguía delirando como lo pensó desde un principio.
-No, tu mente no ha llegado a despertar del todo, para ello, debes encontrarte a ti mismo, y yo, no puedo ayudarte más aunque quisiera... Sólo recuerda, el cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender- Se escuchó un chasquido de dedos, todo nuevamente se volvió borroso, el paisaje, poco a poco fue desapareciendo mientras lo que parecían ser nubes lo envolvían, Ethan, sentía como la arena donde se encontraba se drenaba como agua en las cañerías, eso, hasta que nuevamente abrió los ojos de manera brusca, viendo cómo todo había vuelto a la normalidad, él, en ese gran lugar lleno de estanterías y libros viejos, delante del hijo de Aldrich.
-Entonces, ¿Encontrarme a mi mismo?- Preguntó mirándole a los ojos, Ethan había pasado por algo realmente único, pero seguía pensando y preguntándose como lograr aquello dicho por el tipo.
-Ya lo entenderás cuando sea el momento- Le tomó de la mano y lo estrechó fuertemente en señal de despedida, luego, éste le entregó en manos él libro que él pelinegro fue a buscar en primer lugar, parecía que Ethan había hecho un nuevo y peculiar amigo. -Sayōnara shinshi-
Se despidió con un ademán, llevaba consigo el libro por lo que salió satisfecho del lugar. Era curioso como alguien que siempre vivió a un costado de él jamás había interactuado con Ethan, y cómo de repente las cosas cambiaron y se volvieron diferentes, ahora, tenía un nuevo conocido, y alguien que seguramente le sería muy útil más adelante.
Ethan, luego de todo lo extraño acontecido ese día, por fin emprendió su caminata hacia el bosque de los susurros, de alguna forma, estaba empeñado en encontrar algo más allá de ese espeso bosque que recorría los extremos de la ciudad, siempre impidiendo el descubrimiento de nuevos lugares.
Si había algo allí Ethan lo iba a encontrar, ese libro, a pesar de que, como mencionó Abraham, sólo era mitología, iba a ser de gran utilidad cuando de encontrar el muelle de Jakz se tratase. Llegó al bosque, y como buen cazador, iba a permanecer la noche entera allí, por lo menos para saber qué es lo que había ocurrido durante sus días de ausencia en el área que era su deber patrullar.
Mientras tanto, ese no era el único lugar donde sucedían cosas que se relacionaban con Ethan. La torre del reloj, el lugar de residencia de los Becher, además, un punto de reunión para muchas personas. Aquellos que podían tener acceso a éste lugar tenían a su disposición una amplía sala de reuniones en la cual podían asistir alrededor de de 50 individuos, todo ubicado en la parte más alta de la gran edificación, el lugar donde el reloj se encontraba y sonaba cada hora, avisando a los ciudadanos cuando era buen momento de regresar a casa para encerrarse y correr el menor riesgo posible.
En esa ocasión, sólo había dos personas en el recinto, estos, con la típica vestimenta de los cazadores que constaba de un atuendo de cuero con algunas protecciones en la cintura, brazos y piernas, una gabardina de color negro de piel, y un sombrero con punta.
-Entonces ¿Lo has visto?-
-Si, se encuentra en el distrito de Dokuro junto a su padre, entonces ¿Cuál es el plan?-
-Esperar, señorita, esperar-
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Los ojos de un hombre muerto
De TodoEthan, un chico normal, dedicado a la cacería, vive aislado y temeroso luego de la muerte de su madre, buscando cualquier medio para poder traerla de vuelta. Al ser tan ciego para ver que sucedía, Ethan pasará por algo que cambiará radicalmente su v...