Parte 17 - Perdido

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Ethan sin rumbo se aproximaba a lo que parecían ser las antiguas ruinas de un enorme lugar, aunque, según los relatos que había escuchado, ese extraño y colosal edificio no podía ser el palacio de los santos, ya que difería totalmente de las antiguas inscripciones que relataban la leyenda de ese enigmático lugar, pero, si no se encontraba allí ¿Dónde estaba? 

Él, ya agotado por cargar consigo todo aquel pesado equipo de cazador, se dejó caer un segundo sobre el suelo, se quitó su sombrero y descubrió su boca para dar una pequeña bocanada de aire fresco. 

El ambiente seguía tranquilo, tanto así, que ni siquiera parecía encontrarse en el mismo mundo en el que vivía. Ethan al detenerse a descansar tomó de su cuello el camafeo, el cual observó unos cuantos segundos para luego abrirlo, dentro, yacía la foto de la madre de Klein. Él analizó unos momentos la imagen, recordando todo aquello que había pasado desde su partida, y el como Elizabeth había dejado un vacío enorme en la vida de Ethan desde su partida, además del hecho de los problemas de comunicación que había entre Víctor y él. 

De pronto, su tranquilidad se vio interrumpida por una extraña sensación que le invadió, como si alguien entre las sombras se encontrara bastante cerca de él, observándole. Ethan se incorporó para echar un vistazo alrededor, empuñando su cuchilla y manteniendo guardia con su filosa daga. Todo parecía estar en calma, pero la sensación no desaparecía, eso le inquietaba, pues sabía los muchos desenlaces que eso podía tener si se descuidaba por lo menos un segundo. 

Toda la calma se rompió cuando sintió con claridad como alguien respiraba a un costado suyo, cosa que le hizo dar un golpe con su cuchilla en aquella dirección, pero cuando se giró no pudo observar a nadie, simplemente había golpeado al aire. Dejó escapar una bocanada de aire, la situación comenzaba a ponerle tenso, por el lugar y aquella extraña y poderosa sensación que sentía. 

Ethan empezó a girar sobre si mismo, observando el panorama de ese oscuro y lúgubre lugar en busca de alguna señal de vida de cualquier ser o criatura que allí pudiese estar, sin embargo, algo rompió el silencio. 

-Ethan...- 

Una suave voz, familiar desde luego llegó a los oídos de Ethan, quien en un instante reconoció el llamado, era nada más y nada menos que la voz de su madre. Él dejó caer su arma y enseguida empezó a girarse más bruscamente buscando de dónde había provenido el sonido. 

-¿Mamá?- Preguntó constantemente el pelinegro mientras avanzaba sin rumbo por ese lugar, dejando atrás sus objetos y su única manera de defenderse ante cualquier situación. -¡Mamá!- Ethan empezó a llamar más fuerte, el llamado de aquella voz femenina aún podía escucharse, alejándose poco a poco. 

Klein se abrió paso entre el espesor de aquel bosque, perdiendo totalmente el rumbo que llevaba dirigiéndose hacia la misma nada, cualquier rastro de camino que previamente se encontraba en el bosque se fue perdiendo mientras Ethan seguía ciegamente el llamado de aquella voz idéntica a la de su madre. 

De pronto las cosas empezaron a cambiar, los árboles cada vez se hacían menos densos y se empezaban a notar un poco más muertos, el ambiente se vio abrazado por una espesa bruma que empezaba a dificultar la visión a pesar de que la vegetación se desvanecía, la luna empezaba a verse más claramente en el cielo y cada vez la temperatura del lugar empezó a volverse más baja. 

El suelo nuevamente se percibió diferente, Ethan sintió como de pronto era más sólido por lo que detuvo su acelerado paso para observar un segundo, apartó las hojas muertas que había entre sus botas notando una especie de superficie rocosa y tallada, parecía un nuevo camino dentro del bosque, aunque si aquello había estado ahí ¿Por qué no escuchó los pasos de la mujer que le llamaba? 

Los ojos de un hombre muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora