Parte 20 - Raíz de todo el mal

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La noche se encontraba transcurriendo con normalidad dentro del otro mundo. El ritual había sido llevado a cabo en el mundo de los vivos, sólo quedaba esperar la llegada de los nuevos residentes, mientras que Ethan se encontraba pasando un buen rato junto a Irene en el castillo Sheperd.

Un grupo de cazadores malditos se encontraban en una inspección de rutina cerca del mausoleo de Dokuro, mismo dónde Allen se había enfrentado a Ethan.

En aquel lugar la luz no era muy abundante, apenas estaba iluminada por una pequeña farola de luz que servía a duras penas.

Mientras que el grupo de Abraham estaba en proceso de llegar al mundo de los muertos, las horas transcurrieron, Ethan perdió la noción del tiempo y terminó por resguardarse en el castillo de Irene, pero más allá de ellos, algo realmente turbio se avecinaba.

Los cazadores eran todos aquellos que alguna vez perecieron en Dokuro ante los inminentes peligros que se encontraban en sus alrededores, y a pesar de haber resucitado, nadie en aquella tierra era realmente inmortal.

La luz del día llegó, los hombres quienes rondaron por el bosque de los susurros nuevamente fueron a parar al cementerio, pues algo realmente extraño sucedía ahí.

Por alguna razón parecía que las aves se alejaban, el viento se encontraba totalmente en calma y no podía sentirse un alma deambular por allí, pues parece que algo se encontraba alejando a todo aquel que se cruzara por ese lugar.

Los sujetos, una escuadra entera de hombres se presentó en el lugar, cada uno tomó una ruta, pues a pesar de encontrarse dentro de la ciudad, aquel cementerio tenía una gran extensión.

Ninguno pudo ver nada más allá de las tumbas y los abundantes árboles muertos que siempre había en el lugar, pero todos estaban completamente de acuerdo en que allí se sentía algo realmente malévolo.

Uno de los sujetos estaba en busca del camino de vuelta para salir cuando de pronto pudo ver algo entre la espesa niebla que cubría ese lugar en aquella mañana, algo para nada extraño en Dokuro.

Una silueta peculiar y extraña se posó en su camino dándole la espalda. El cazador rápidamente empuñó su arma, una espada recta la cual dirigió hacia el misterioso ser.

-Hey, ¿Qué haces aquí?- El hombre le preguntó a la silueta, claramente no tenía la pinta de una persona común.

El silencio entre ambos se hizo evidente, aquella peculiar silueta sólo esperó con tranquilidad frente al cazador sin siquiera moverse.

-Tú, ¿Eres Ethan Klein?-

Aquel hombre claramente se confundió ante la pregunta, la voz de aquella presencia delante de él era profunda y realmente abrumadora, difícil de describir correctamente, pero de algo no había duda, no había ser en la faz de la tierra que tuviese ese mismo tono.

-Volveré a preguntarlo, ¿Qué haces aquí?- El cazador ahora claramente estaba nervioso, aquello delante suya no era una presencia humana, y a pesar de encontrarse en el reino de los muertos, lo que él tenía en frente era algo más, algo malévolo.

No se podía escuchar más allá de la voz de ambos, el viento estaba callado y los compañeros del hombre parecían haberse esfumado de ese mundo.

De pronto, aquello que parecía estar encorvado poco a poco fue elevando su cuello, el cual produjo un pequeño crujido al moverlo, pronto, aquella silueta reveló lo que parecían ser cuernos, ¿Quizás una especie de corona? No importaba ya, claramente aquello no se trataba de algo humano, y con sólo girar un poco, hizo estremecer al cazador.

Los ojos de un hombre muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora