『Capítulo 10』

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Después de unos minutos de reflexión... decido en subir en el auto de Max, me coloco el cinturón de seguridad al sentarme y me quedo observando el interior del vehículo lucía desorganizado y más por la ropa en la parte de atrás. Sacudí mi cabeza para dejar de pensar en aquel desastre y enfoco mis pensamientos en algo más.

Pensé en lo amable que había sido aquel chico en ofrecerse a llevarme a casa siendo que no éramos muy cercanos, cuando mis pensamientos son interrumpidos por su voz.

—Emma... ¿Dónde está tu casa? —pregunta Max rascándose la nuca.

—En la manzana número dieciséis en Sunny Say —respondo desviando mi vista hacia la ventana.

—Entendido —Max asiente y suelta el freno del auto para avanzar e incorporarse en la carretera.

El auto estaba cercano a una calle saliente de la carretera tan solo doblando a la derecha, me percato de que el auto toma esa dirección, es una calle por donde no queda mi hogar, una desconocida.

«¿Me va a secuestrar? ¡No otra vez!» Pienso mirando mi cuerpo para luego mirar hacia él y hablarle.

—Este no es el camino a mi casa —respondo irritada mirándolo con una expresión enojada mezclada con confusión.

—No, pero antes te quiero llevar a un lugar —habla sin despegar la mirada del camino.

—No, pará el carro —exijo quitándome el cinturón.

—¿Pero, es que no quieres estar conmigo? —pregunta con una expresión molesta.

«Y ¿Por qué se molesta este chico? Ni siquiera nos conocemos bien, está definitivamente loco este tipo. ¿En qué me he metido? Esto me pasa por aceptar un aventón de un extraño». Pienso golpeándome mentalmente.

—Pero.... Ni nos conocemos —respondo asustada mirándolo como si fuera un demente.

—Excúsame, es que.... Se me cruzaron los cables —responde apenado y detiene el auto en una acera.

—Pero es que tú tienes que ser loco, deberías ver a un psiquiatra —aconsejo para jalar de la perilla, pero no logro abrir la puerta ya que está bloqueado.

—No estoy loco, es que... —excusa, pero se detiene para desbloquear la puerta.

No le permito seguir hablando, ya que aprovecho la oportunidad y abro la puerta antes de que la vuelva a bloquear y empiezo a correr hacia la carretera. «Ese sujeto sí que está demente, debe de tener algún tipo de trastorno o algo». Pienso mientras corro lo más rápido que puedo.

Cuando estoy en la carretera transitable por centenares de vehículos, visualizo un taxi y empiezo a hacer señas se detiene a un lado de la acera y me subo en la parte de atrás.

Le digo la dirección, estiro mis brazos soltando un largo suspiro para así recostarme sobre el asiento y observar por la ventana.

•••

El taxi se detiene frente a mi casa, le pago y salgo para caminar directamente a la puerta de mi hogar, cuando entro... Veo a mi supuesto padre en la sala de estar «¿Qué hace aquí?» Me pregunto mirándolo indiferente, opto por ignorarlo y subir las escaleras e ir a darme un baño después de haber sudado en el gimnasio.

Tiro mi bolsa sobre la cama, me quito mis tenis y me suelto el pelo para caminar hacia mi armario y agarrar mi pijama, luego voy al baño para darme una buena ducha de unos treinta minutos con agua fría, pero antes me despojo de mi atuendo deportivo y entro en la ducha.

•••

Salgo del baño, ya vestida con mi pijama para encaminarme a mi cuarto y pegar el sueño sobre mi cómoda cama y descansar por aunque sea media hora, me dolía las piernas y los brazos, sí que estaba fuera de forma.

Estaba reposando mi cabeza sobre mi almohada cuando de repente escucho golpes contra mi puerta despertando mi conciencia.

—¿Quién? —pregunto levantando mi cabeza con pereza aún con los ojos cerrados.

—Soy yo, cariño —responde una voz masculina detrás de la puerta, es Dylan.

Me levanto "pataleando" molesta de la cama poniéndome mis pantuflas para abrir la puerta y encontrarme con él cara a cara.

—¿Qué quieres? —pregunto con cansancio entrecerrando los ojos.

—¡Vengo a recordarte que nos vamos hoy! —responde con entusiasmo.

—Y ¿Para dónde? —pregunto frunciendo el entrecejo fingiendo confusión.

—Te recuerdo que vas para mi casa, y es hoy —informa Dylan levantando su dedo índice.

—Que yo sepa es mañana —informo rascándome la cabeza.

—Tu madre me dijo que nos fuéramos hoy —contesta con entusiasmo.

—¿¡Qué!? ¿Cómo qué nos vamos hoy? —grito, ya estando enojada.

—Sí, ve haciendo tu equipaje y lleva lo que consideres importante —manda con la frente en alto.

—Yo no voy para ninguna parte —respondo para tomar la perilla y empujar la puerta hacia delante, pero él interpone el pie causando que no cierre completamente.

—Claro que nos vamos —contesta empujando la puerta hacia adentro poniendo un pie en mi habitación sin siquiera consultarlo.

—Yo no le dije que podía pasar —respondo cruzándome de brazos intentando lucir intimidante.

—¡Pues no me importa! Te vas conmigo —responde empezando a alzar la voz.

—¿¡Por qué quieres llevarme después de tanto tiempo!? —pregunto alzando mi voz demostrando todo mi enojo acumulado.

—¡Tú lo que eres una malcriada! —grita molesto evadiendo mi pregunta.

—Malcriada no, tu ni siquiera me conoces —respondo para salir de mi habitación con pasos pesados dirigiéndome enojada a enfrentar a mi madre la causante de este acto desagradable del "padre pródigo".

Inexpresiva | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora