『Capítulo 2』

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Al salir de mi salón, miro a mi alrededor y no veía ni un alma por el pasillo, así que decido caminar hacia las gradas del patio de entrenamiento de fútbol y leer felizmente, ya que nadie más que yo de mi salón ha salido, no habría nadie allí.

Solo yo y mis pensamientos, así quisiera estar siempre, rodeada de un ambiente sereno y vacío.

Todo se derrumba cuando siento a alguien tocándome el hombro interrumpiendo mi sagrada lectura, levanto mi cabeza y miro a la persona con fastidio. De inmediato, ella se intimida seguramente no se lo esperaba mi reacción, río para mis adentros porque no iba a mostrar una sonrisa.

—Dime —mando usando una expresión de fastidio.

—Quiero... que me ayudes a poder pasar el semestre —anuncia juntando sus manos en señal de súplica.

—Mmm... ok —respondí dudosa. Se le ve bastante esperanzada, tal vez sea su única opción, pero es una de esas animadoras del equipo de la preparatoria.

—¿De verdad? —pregunta sonriente.

—No, lo siento no te puedo ayudar, adiós —contesto para volver mi atención a mi libro, pero noto que se está moviendo hacia los lados impacientemente lo cual me está empezando a enojar... Le pregunto gritando: —¿¡Quieres algo más!? Vete. 

—Por favor, quiero pasar el semestre y si no lo hago no me dejaran ser una de las animadoras del equipo —súplica siendo persistente como si yo me fuera a inmutar por ello. Esta vez no contengo mi risa, pero no es una de gracia sino una sarcástica.

—A mí no me importa si no sacas buenas calificaciones, cada uno es responsable de las suyas, si no tienes algo más que decir, me voy —contesto sintiéndome agotada por la conversación, así que agarro mis cosas para irme, pero ella intenta detenerme agarrando mi brazo, en respuesta me aparto rápidamente y camino.

—¡Te pagaré, lo prometo! —grita mediante me estoy alejando, al escucharlo me volteo de inmediato, la chica abre su bolso sacando su billetera, suelto un suspiro y me acerco para aceptar lo que me ofrece.

—Está bien acepto, comenzamos el viernes o el sábado por la tarde sí estoy disponible —informo y ella asiente.

—Muchas gracias.

Ella es muy amable para mí gusto en amistades, aunque una vez tuve una amiga así, sentí una lágrima traviesa descender por mi mejilla y me la quité rápidamente.

•••

Iba caminando por el pasillo, estaba cruzando por la puerta del armario del conserje cuando esta se abre y sale una mano para jalarme hacia adentro.

«No te asustes» pienso intentando mantener la calma.

«Si es un violador, obtendrá un gran golpe de mi parte».

Las luces se encienden y veo a un chico de la preparatoria, también noto que este está cerca de mí, lo apartó mirándolo fijamente, era Max, el capitán del equipo de fútbol.

—¿Qué quieres? ¿Por qué me agarraste? ¿Me vas a violar? —pregunto cambiando mi expresión enfadada a una neutral.

—Primeramente hola, segundo solo quería sobre por qué llorabas, y te agarré para que me vinieras, y no, no te voy a violar —habla respondiendo todas mis preguntas.

—No estaba llorando y sí lo estaba haciendo no es de tu incumbencia, y mucho menos te tiene que interesar lo que haga, solo habla de una vez y di lo que quieres —exijo mirándolo a los ojos con impaciente.

—Quiero un favor...

Antes de que terminara de hablar observo a mi alrededor y visualizo la puerta, tomo el pomo y lo giro para salir corriendo del armario del conserje.

Me agobiaba el hecho de estar en un sitio reducido por tanto tiempo y mucho menos con un chico. Desciendo la velocidad para caminar, miro mi reloj, ya había empezado la siguiente clase tengo que ir corriendo si no quiero un sermón apenas entre.

•••

Terminaron las últimas clases, era hora de irse a casa, así que empiezo a recoger mis cosas rápidamente y así tomar el autobús con destino al taller de autos.

Me encuentro en la estación de autobuses esperando, miro impacientemente mi reloj de muñequera, habían pasado seis minutos y aún no llegaba.

—¿Por qué tarda tanto? —murmuro entre dientes pisando la vereda inquietamente.

Después de un largo minuto visualizo el autobús acercándose, cuando se detiene me subo y tomo asiento para así reflexionar sobre mi día:

«Fue bastante extraño de verdad, espero que no se repita de nuevo o sino voy a ser más distante que antes».

El autobús se detiene en la siguiente estación cercana al taller, me bajo y camino hacia mi destino para al llegar entrar y preguntar por mi vehículo, dar mi identificación y firmar por el servicio dado, y así al fin entregarme las llaves de mi auto.

Me subo en mi vehículo para manejar hacia casa cuando estoy cerca, estaciono mi vehículo frente a la puerta de la marquesina y lo guardo en su interior.

Después de eso, me encamino a mi habitación para aligerarme de ropa. «Sí que hoy ha sido un día caluroso». pienso mientras voy al baño para proceder a ducharme.

Inexpresiva | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora