『Capítulo 22』

27 15 0
                                    

Hay un lago oculto el cual visito cuando me siento estresada o... necesito respirar, conduzco hacia él usando el auto de Max.

Encontré este sitio una vez que estaba corriendo; freno el auto y apago el motor, cuando salgo me aseguro de que esté bien cerrado.

Guío a mi pareja hacía una banca de madera que permite una gran vista del lago.

Nos sentamos juntos, él pasa su mano por alrededor de mi hombro y yo me acomodo un poco en su pecho y cruzo mis piernas sobre el banco sin importarme que llevo vestido.

Nos quedamos un rato en silencio observando lo hermoso que es el lago, me encanta verlo.

—¿Quieres hablar de lo que pasó en casa de tu madre? —pregunta el azabache con un tono de preocupación, yo niego con la cabeza.

—Ya eso es pasado —respondo mirándole a los ojos.

—Está bien —contesta, yo asiento.

—¿Quieres ir a casa? —interroga; lo cual me hace reflexionar.

—Por ahora no —admito, él asiente.

—Está bien —respondió sonriendo.

—Solo quiero quedarme un rato aquí —hablo apoyándome en mis piernas esta vez levantadas.

—Está bien —comenta nuevamente, y yo le sonrío.

•••

Nos quedamos un rato hablando cosas triviales y algunos chistes, cuando tuvimos hambre decidimos dejar el lugar para ir a una tienda y comprar comida, luego volvimos al lugar y nos sentamos a comer en silencio.

Cuando terminamos de comer empezamos a conversar tranquilamente hasta que Max hace un comentario sorprendente.

—Oye, ¿quieres bailar? —propone repentinamente sin dejar de observarme.

—Yo no bailo —respondo con una sonrisa.

—Entonces te enseño —comenta agarrando mi brazo para levantarme del banco.

—Está bien, ¿Y la música? —cuestiono, a lo que él sonríe.

Mi esposo saca su celular y pone a reproducir una canción con un ritmo bonito, él pone sus manos alrededor de mi cintura y yo rodeo su cuello con mis manos por instinto.

Comenzamos a bailar al compás de la música mirándonos fijamente, yo de vez en cuando me perdía por lo que miraba mis pasos.

Por accidente lo piso, Max hace un gesto de dolor por lo que me separo rápidamente.

—Lo siento, ¡Te dije que no sé bailar! —exclamo rápidamente tratando de contener la risa.

—Lo sé, no me importa —respondió tomándome por mi cintura para acercarme a él.

—Bien... pero no me digas nada si te piso de nuevo —alego, y el azabache solo se ríe.

—Tranquila, si eres tú no me importaría que me pises —comentó Max causando que mis latidos aceleren.

No le contesto porque estoy perpleja y completamente sin palabras, en estos momentos si no lo quisiera tanto lo hubiera tratado mal.

•••

Después de bailar, nos fuimos a nuestra casa, cuando llegamos nos sentamos en el sofá, sinceramente creo que es lo que más hacemos a parte de estar en la terraza.

Pero tenemos razones porqué estar en esos lugares, principalmente la terraza tiene una vista maravillosa, y pues... el sofá es donde podemos ver la televisión cómodamente.

Inexpresiva | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora