『Capítulo 9』

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Me visto usando una ropa deportiva ajustada y me sujeto el cabello, tomo un bolso de un brazo, lo abro y entro lo esencial: dinero, mi celular, audífonos y mis llaves.

Bajo las escaleras y camino hacia la cocina, busco un termo en las estanterías y tomo una jarra de agua fría para verterlo dentro cuando termino meto la jarra de nuevo en la nevera, cierro el termo y salgo corriendo de casa para llegar a la estación de autobuses.

Me subo al autobús después de seis minutos de esperar, llego al centro camino unas pocas cuadras y estoy en la entrada del centro comercial, entro al establecimiento con temática de gimnasio al estar dentro me percaté del olor a sudoración eso provoca que tenga una basca, pero lo retengo cuando veo al chico de cuando vine a preguntar de acercarse a mi.

—Hola de nuevo —saluda sonriente.

—Hola —saludo siendo distante.

—¿Vienes a practicar? —pregunta aún sonriente.

—Pues sí —asiento aún más distante, pero conteniendo mi emoción.

—¡Qué bien! como eres nueva... Max te estará esperando, o sea es quién entrena a los nuevos —informa para darse media vuelta y alejarse unos pasos de mí.

—Espera... —llamo antes de que se aleje más.

—Dime preciosa —responde con su sonrisa nuevamente. Me está empezado a irritar bastante.

—Pues... ¿Dónde es? Si me puedes llevar —hablo intentando contener mi irritación, pero sale un tanto notable.

—Pues claro preciosa —contesta empezando a caminar me hace una seña para que lo siga.

—Ya está, aquí es preciosa —informa para marcharse. Sí que es irritante.

Se fue dejándome en un cuarto bastante grande diría yo, tiene espacio para diversas bolsas de entrenamiento, casilleros también hay unos pocos bancos y en el centro hay un ring.

El lugar tiene colores oscuros, no hay ventanas en esta parte y aire acondicionado mucho menos.

Veo a un chico acercándose en mi dirección, «Se me hace bastante conocido...» cuando está enfrente de mí me percato de que es el chico que me vió llorando la otra vez.

—Hola Emma, ¿Vienes a practicar? —saluda con un ligero movimiento de mano.

«¿Me voy o no me voy?» No paraba de repetirme esa pregunta a mí misma.

—Pues sí —contesto con una sonrisa fingida encogiéndome de hombros.

—No me gustan las personas que sonríen falsamente —informa con un tono rígido.

—Pues yo no te voy a gustar, ¿y podemos comenzar? —pregunto cambiando de tema estaba impaciente por empezar.

—Claro cariño, viniste justo a tiempo estábamos formando equipos de dos y como viniste ahora, serás mi compañera ya que llegaste después —informa Max caminando hacia un saco de boxeo.

—Entiendo, pero no será permanente, ¿O sí? —pregunto elevando una ceja.

—Pues... Para tu mala suerte, no será permanente —responde fingiendo tristeza.

—Será para ti —respondo sarcástica caminando hacia él.

—Bueno, pero si no viene nadie más... Yo seguiré siendo tu compañero, así que ponte los guantes —informa Max moviéndose hacia un casillero y toma dos pares de guantes de boxeador después de abrirlo, me ayuda a ponerme los guantes, y él se coloca los suyos para mostrarme movimientos de golpes usando el saco.

•••

Después de una hora de hacer entrenamiento, él me llevó a hacer ejercicios a un gimnasio al cual yo no sabía de su existencia.

Max había dicho que estaba fuera de forma y necesitaba ejercitarne más para continuar con las clases de boxeo.

Al terminar el tiempo del curso, salí del lugar para encaminarme a casa, pero antes tuve un antojo de pollo frito y me encamine al KFC más cercano del centro comercial.

Al terminar de comer, salgo del establecimiento y también del centro comercial al estar afuera veo que ya se ocultó el sol, está muy oscuro... debe ser bastante tarde, saco mi teléfono para confirmar y sí, eran más de las diez y media lamentablemente no hay autobuses a esta hora.

Decido empezar a caminar, mirando a mi alrededor a ver si encuentro un taxi, pero no.

—Soy tan estúpida, ¿Por qué no traje mi auto? No creí que fuera tan tarde —murmuro tirando de mi cabello con rabia.

Continuo caminando por unos cinco minutos, hasta que me detengo al escuchar mi nombre.

Me volteo y veo a ese chico molesto de hace horas que por desgracia está en mi misma preparatoria, el susodicho Max está en un auto estacionado a un lado de la acera por donde estuve caminando segundos atrás.

Seguro me estaba siguiendo...

—¿Qué quieres? —pregunto con cierta amargura en mi voz.

—¿Quieres que te lleve? —pregunta Max sonriente asomando la cabeza por la ventana.

«Ni loca me subo ahí». pienso instantáneamente.

Inexpresiva | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora