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America

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America

Dos días han pasado desde la desaparición de Alexandre, ni una nota, ni llamada para pedir un rescate, nada.

- Esto de esperar ya me está alterando- le hablé a mi padre quien se encontraba en parado sosteniendo un baso de Wisky.-Sabemos quien lo tiene,¿ porque no has hecho nada?-me altere un poco y lo mire con reproche.

-Hay mi pequeña hija, la desesperación puede ser tú peor enemigo, al igual que el amor-farfullo -

-Entonces te quedarás hay parado y no aras nada- lo mire con desprecio.

- Quien dijo que no he hecho algo al respecto- apretó su baso.-Pero no es el momento de contártelo-

Me entró una rabia que recorrió todo mi cuerpo, por la forma en que mi padre se estaba tomando todo esto de mi hermano, pero también en el fondo sé que él no se quedará así, pero después de lo qué pasó con mamá aún tenía mis dudas. Me levante y salí de su oficina.

Había hablado con la directora de la escuela, para pedirle un permiso para poder faltar y entregar las tareas y actividad en lo que aparecía mi hermano, ella se portó muy hablé y fácil acepto.

Cuando salí de el instituto, encontré a Paco al lado de mi camioneta, en el momento que lo vi sentí ganas de soltarle un golpe por lo que había pasado.

-Oye America, siento lo de la noche pasada- hablo mientras trataba de habría la puerta de mi auto.

-Tengo más cosas en que pensar y hacer- le conteste e intente entrar en mi auto.

-Lose y siento lo de tu hermano, pero quiero que sepas que si necesitas algo lo que sea no dudes en llamarme- me giro y me abrazo.

-Gracias respondí-y solté algunas lágrimas, Lo aparte un poco- Bueno tengo que irme-y subí a mi auto.

Maneje hasta mi casa, pero antes de llegar me detuve y solté un grito, porque esto era exactamente lo que suspendió aquella ves, lo de mamá, mis ojos se cristalizaron formando un muro de lágrimas que se comenzaron a desbordar por toda mi cara.

Pasaron dos minutos y me limpié las lágrimas, tome un fuerte respiro, y recordé el motivo por el que habíamos venido a Nueva York, "venganza.

Hace un año yo no era de las que dañara a las personas o las lastimara, pero cuando a mamá la hicieron escoger esos malditos quien vivía, y ella se sacrificó por nosotros, La America dulce y humana murió, cuando la bala le perforó la cabeza. Ese día despertó la Dalia roja.

Ahora lo único que tenía en mis planes es volver a abrazar a Alexandre y cuando ya lo tenga conmigo y se que está a salvo terminaré con lo que nos  trajo a Nueva York , terminar con los Bravo.

Volví a encender el auto y conduje hasta llegar a el fraccionamiento.

Entre en casa y me dirijo hacia la cantina, tome una botella de vino la favorita de mi padre, Royal Tokaji Essencia 2008.

La sombra del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora