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Aidan

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Aidan

Llevábamos dos semanas vigilando el lugar, en donde se encontraba América y Axel, estábamos esperando para entrar.

Primero teníamos que asegurar toda el área, y saber cuántas personas vigilan. Por lo que sabíamos y abismos visto el lugar se encontraba cerrado por una enorme pared que abarca un gran territorio del bosque y en cada esquina de este se encuentra un franco tirador que está las 24 horas del día.

Teníamos todo listo, para entrar por ellos nuestra gente estaba enterada, a excepción mi padre el cual aún no se podría enterar  o arruinaría todo. 

Llevábamos una semana planeando como sería el ataque, con Maca hemos planeado que ella cause una distracción para así todos se serrarán en eso y nosotros podremos entrar.

Me encontraba a unos cuantos metros del lugar en espera de la señal, Adán se encontraba al lado contrario de o de yo me encontraba.

La adrenalina corre por todo mi cuerpo, mi respiración está un poco agitada por todo lo que sucederá, pero no puedo dejar que mis emociones se apoderen de mi cuerpo.

Mi celular vibra y recibo un mensaje de Aidan.

10 min para el ataque.

Diez minutos; diez largos malditos minutos para volver a tener cerca a las personas que quiero, para volver a abrasarlos, sentir su calor, la calma de saber que están a salvo.

De volver a tenerla entre mis manos, acariciarla borrarle todos esos malos recuerdos que ha sufrido el saber el porqué de lo que estaba haciendo, el saber de quién es ese bebe.

Cada minuto qué pasa se me hace eternamente largo, pensar en volver a tenerla en mis brazos es lo que hace que no joda todo y espere.

Jaden quien se encontraba a mi lado, comenzó a tomar y ajustarse sus armas y ropa.

—Cinco minutos-. Hablo antes de salir  del carro hacia la cajuela del mismo.

Suspiro, tomó mi celular y salgo del carro para tomar mi arma.

La cajuela de mi auto está llena al igual que los demás con armas, bombas, cualquier clase de cuchillos todo lo necesario para defendernos.

Él sujeta una pequeña, pero letal pistola, se la acomoda  detrás de la espalda, ajusta su chaleco y sube el gorro de su sudadera.

Todos nos encontramos vestidos de la misma manera, botas negras que facilitan la caminata y pelea, pantalones negros para camuflaje y mejor movilidad, sudadera negra, para que no se note lo qué escondemos debajo de ella y lo protegido que estamos.

Y entonces se escuchó, una fuerte explosión, que supuse sería la señal, sujete mi teléfono y en la pantalla apareció el nombre de Adán.

La sombra del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora