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 Maca

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Maca

De nuevo tenía esa actitud fría y sería que siempre aparentaba con las demás personas, sabía que él no era escupido, y ya está enterado de todo o algo.

Después de que Aidan nos viera en aquel callejón discutiendo a Casandra y a mí, estaba de esperarse y ese enteraran de todo.

—Hablemos, pero aquí no porque es peligroso— me miró con intriga.

—¿Peligroso?—.

—Si, solo vamos— lo tome de la mano, pero se soltó, su indiferencia dolía, y más cuando él cree que yo soy la mala.

Continuó caminando detrás de mí, llegamos hasta el estacionamiento de mi casa, abrí el auto de mi padre y le indiqué que subiera.

—Solo confía en mí—. Supliqué con la mirada.

—En serio quieres que confíe en ti—. Río en sarcasmo—. Adán—. Volví a suplicar.

—Bien—. Al final accedió subir al auto.

Salí y comencé a conducir a un lugar que solía ir con papá, mamá y mi hermano cuando yo solo era una niña, una vieja casa a la orilla del lago.

Todo el trayecto estuvo en sumo y completo silencio.

Me aseguré que nadie nos siguiera y entre por el camino que daba hacia la casa, en  todo el momento él miraba por la ventana y  a todos lados asegurando que nada fuera inusual.

Llegamos a la vieja, pero acogedora cabaña, la cual parecía estar abandonada por su mal aspecto y la verdad es que hace más de cinco años que nadie viene, por eso decidí este lugar.

Entramos en la casa y encendí  las luces del lugar, le indiqué que tomara asiento y después yo hice lo mismo, ambos quedamos de frente.

Frote mis manos por nervios— Habla— exigió.

—Yo—. Se formó un nudo en mi garganta— Perdón.

—¿Por qué hiciste todo esto?—. Se escucha molesto.

—No tuve opción—. Los nervios y el miedo comenzaba a hacerse más grande dentro de mí.

—Claro ¿si?, —. Hablo con sarcasmo, pero yo solo lo miraba—.  ¡Por Dios Maca habla!, porque te portas como una mentirosa y le hiciste esto a América, no te reconozco no eres esa chica de la que me enamore—. Tenso su mandíbula al decir lo último.

—¿Tú estás enamorado de mí?—. Es  la primera vez que tenía en claro que no era solo un juego para él.

—Que más da— le restó importancia-¿Por qué haces todo esto?, Y esta vez sé clara—.

Algo dentro de mí dolió un poco, pero si quería que él confiara en mí tenía que decirle una parte de la verdad, ya que lo necesitaría.

—Lo hice por mi mamá él la tiene, y a mi padre lo amenaza con matarla, yo no quería hacer nada de esto, pero no quiero que él la lastime— solloce.

La sombra del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora