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Aidan

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Aidan

Ya avían pasado cuatro malditos meses sin saber nada de ella, su padre hacía hasta lo imposible por encontrarla, pero parecía que nunca la encontraría.

Las primeras semanas después de su desaparición, comenzaron a llegarle videos, donde se veía ella peleando, siendo lastimada y luchando por su vida.

Lo cual me hizo enojarme y frustrarme por no saber de ella nada, pero mínimo sabíamos que seguía viva, pero cuánto  tiempo duraríamos así, sin saber nada ni poder  rastrearla.

La guerra entre Asher y mi padre aumentó al parecer América era muy especial para él, ya que comenzó a sabotear los negocios de mi padre y mi padre los de él.

Todo este tiempo he ido a escondidas a la casa de ella, para tratar de ayudar a buscarla, pero seguíamos en las mismas sin ninguna pista solo esos videos.

Al principio realmente creo que mi padre si estaba detrás de todo esto, porque el correo que mandaba los videos, pero venía de la misma dirección email de la empresa de mi padre.

Pero después de investigar, no fue así resultó que solo era para cubrir y hacer una guerra entre ellos, que al final no importó porque siguieron igual.

En varios videos ella sale en múltiples escenarios luchando o siendo torturada, pero el último que hemos recibido me ha hecho explotar en enojo y frustración.

Ella siendo abusada por un hombre al cual nunca se le ve del rostro, pero el de ella muestra total horror y asco.

Mientras su padre reproducía el video, se me tensaron todos los músculos, ninguno de los tres pudo terminar de mirarlo.

—Tenemos que encontrarla y hacer pagar a ese hijo de puta— gruñó Biel.

—Lo aremos— complementó Jaden.

Yo solo salí de ahí y solté un gran golpe contra la pared. Cuando comenzó a vibrar mi teléfono. En la pantalla aparecía el número de Adán, pero no quería escuchar sermones ahora así que colgué.

Pero seguido de eso, volvió a marcarme y decidí contestar.

—¿Dónde estás?-su voz estaba un poco cortada.

—Salí, ¿Por qué?-la nota de molestia era clara.

—Tienes que regresar lo más rápido posible a casa-la nota de angustia en su voz es clara.

-¿Ahora?, no pides decirme por teléfono- comenzaba a molestarme.

-Ahora- y colgó el teléfono.

La sombra del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora