Capítulo Diez: ¿Por qué te golpeó solo a ti?

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«A pesar de mis idas y venidas a través del tiempo a diferentes espacios, de las especulaciones que intento no traslucir ni un ápice y los intentos de resolver los enigmas que Razvan me planteó —pensó Ronnie—. Vuelvo a estar en la cúspide de la ignorancia a lo que creía conocer.»

Ronnie se sentía utilizado, pero dentro de él, en una pequeña parte de su ser, Ronnie creía que las razones de Razvan debían tener un tejido que garantizaban la buena cicatrización de los problemas que querían dar... O evitar.

Paulatinamente, Kes ayudó a Razvan a incorporarse.

Arthur observó la escena en silencio y tomó asiento, dos preguntas no salían de su cabeza: ¿Qué harán a partir de ahora? y ¿Dónde estarán los chicos?

Aunque la respuesta de la última pregunta era evidente dadas las circunstancias, la repuesta a la primera era un abismo cuyo destino desconocía y que la única manera de conocerlo era dejarse caer.

—Hay que ir —dijo Ronnie sin pensarlo dos veces, luego levantó la mirada.

Kes miró a Ronnie en el momento en que dejaba a Razvan recostado sobre el mueble.

— ¿A dónde? —preguntó, pero ya sabía la respuesta.

Kes en su fuero interno se mantenía firme, pero que Ronnie propusiera algo que era fácil de decir, pero no hacer y que con ello se le veía firme con que lograrían ir allá como si se tratara de ir a la tienda, le hizo enfurecer, pero se mantuvo sereno, porque la ira es la brevedad de las desgracias.

—No. —Soltó y negó con la cabeza dando un paso hacia atrás, luego ladeó su cuerpo y quedó frente a Ronnie—. Es muy arriesgado —añadió, pero la tensión de su mandíbula por apretar fuerte los dientes para no decir algo que luego se fuera a arrepentir y sus puños apretados exponían la emoción que trataba de enternecer.

Ronnie pensaba lo mismo que pensaba Kes, pero veía la situación monocorde a la realidad que Kes sí conocía.

Aun así, insistió.

—Ahí los tienen, debemos ir a por ellos. —Arthur chasqueó la lengua—, lo sabía, todo fue una distracción.

— ¿Cómo sabes que lo tienen? —señaló la puerta de la biblioteca refiriéndose a la antigua presencia de Magnus—, eso no fue una distracción.

Arthur se encogió de hombros y optó por traslucir una aptitud eclesiástica.

— ¿Cómo sabes qué no? —sonrió irónicamente—. El hombre que arruina y prepara los terrenos en todo esto, dime... ¿Fue que no lo viste venir? ¿Cómo sabes que lo de Magnus no fue una distracción?

Kes arrugó ligeramente el entrecejo y se detuvo. No era un principiante en el mundo de la ironía, el sarcasmo, la actuación, la manipulación y las mentiras. Había entendido muy bien que Ronnie empezaba a creer que él tenía algo que ver en el secuestro de Reggie y Spencer, la llegada de Magnus y los golpes de Razvan porque después de todo, es Kes quien debe saber lo que pasará y no y el único que se encarga de que todo vaya en orden.

Esa era su función en todo esto. Pero había fallado, al menos eso parecía.

Kes se giró hacía Ronnie y caminó lentamente hacía él.

— ¿Realmente crees que soy yo el que los traiciona?

Ronnie no vaciló ni se inmutó.

«Sí —pensó. Pero decidió no decir nada, por ahora.

—Eso creí. —Kes repuso y enarcó una ceja. Más allá de ese momento de tensión y miradas con ojos inyectados en sangre, Razvan tosió y se removió en el mueble, pero fue ignorado.

Efecto CasimirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora