Capítulo Quince: La manifestación de lo que Arthur buscaba

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El hombre que estaba amordazado en el cubículo del confesionario era Ronnie Owens.

Kes fue el primero en actuar, se abrió paso entre Arthur y Razvan y sacó a Ronnie del cubículo halándolo por los brazos.

—¿Quién lo dejó así? —Inquirió Razvan dando unos pasos atrás para darle espacio a Ronnie, se le veía desorientado y con falta de aire.

—No creo que haya sido Magnus —compartió Kes despegando la cinta que cubría los labios de Ronnie, se posó por detrás del hombre para desamarrar sus manos.

Ronnie alternó la mirada entre Arthur y Razvan. No parecía sorprendido. Más allá de observarse la incomodidad en la que estuvo sometido por quien sabe cuánto tiempo, sus músculos relajados, la pesadez en su mirada y la tranquilidad que mantenía daban la impresión de que ya estaba acostumbrado a este tipo de cosas.

— ¿Quién te metió ahí? —preguntó Kes haciéndole frente y dejando caer al suelo la cuerda que amarraba sus manos.

Haciendo tronar su cuello Ronnie apretó sus puños y se frotó las muñecas haciendo un ligero movimiento en ellas, en su rostro se manifestaba la incomodidad en la que estuvo sometido las últimas horas.

—La respuesta es muy irónica, Kes —recriminó Ronnie reduciendo la apertura de los párpados—. ¿Realmente quieres saber la respuesta?

Kes torció su boca.

—Pues... —prosiguió Ronnie mirando a Arthur—, la tienes frente a ti.

La verdad golpeó el rostro de todos. Se miraron simultáneamente.

—Ronnie Owens encerró a Ronnie Owens en un habitáculo aislado usado para el restablecimiento de la concordia y la amistad entre dos o más partes enemistadas, eso señores... —se carcajeó de manera estrepitosa—, sí que es una verdadera ironía. —Aspiró fuerte y prolongadamente seguido de una espiración, acompañada de un gemido que denotaba una mezcla entre pena y ansias—. Pero tranquilo —se dirigía a un Ronnie atónico—, por ahora no hay resentimientos.

Kes y Razvan miraron a Arthur.

Arthur hizo un gesto con las palmas hacia abajo.

—Honestamente no sé qué está pasando —confesó, estaba confundido e incrédulo ante lo que estaba sucediendo.

Kes escrudiñó con la mirada hasta aquello que solo se podía sentir y decidió, por primera vez, confiar en su instinto.

—Debe haber una explicación para todo esto —dictaminó Kes y tomó aire profundamente—, ¿Hace cuánto tiempo estás ahí?

Ronnie miró el reloj de su muñeca.

—Hace exactamente dos horas y cuarenta y siete minutos.

— ¿Por qué Ronnie te encerró? —Inquirió Razvan.

—Porque quería enfrentar a mi hijo, descubrí que él era a quien estaba buscando, quien nos traiciona y le da el cilindro a Lorcan.

Arthur y Kes miraron a Razvan, el chico se sintió acorralado.

—No estoy con Lorcan —aclaró excusándose—, lo juro.

—No eres tú —Ronnie estuvo de acuerdo—, lo sé. El Razvan que nos traiciona es una versión futura de ti.

— ¿Qué tan futura? —Kes indagó con los ojos entrecerrados.

—Muchos años.

— ¿De qué dimensión era? —intervino Arthur.

Kes lo miró con el ceño fruncido.

Arthur miró a Ronnie con una sonrisa, se tomó su tiempo para responder.

Efecto CasimirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora