Mientras la pequeña fogata crepitaba, no podía dejar de visualizar como mi vida había cambiado tanto en tan poco tiempo. El sonido de las pequeñas ramitas partirse me recordaba a mi hogar, a la que siempre había sido mi casa por mucho que cambiáramos de refugio. Las costumbres, estar rodeada de la misma gente y sentirme querida además de acogida era algo que no había sentido desde el instante en que me marché dejando atrás a Amara. ¿Qué pensaría que me habría ocurrido?, ¿Me daría por muerta?, ¿Pensaría que sería una musa más en manos de algún hombre? No veía la hora de llegar hasta ella y abrazarla para decirle que jamás había dejado de pensar en la promesa que le hice, la buscaría día y noche si era necesario hasta dar con ella, pero tenía que encontrarla y darle la vida que nuestros padres no pudieron, que esta sociedad corrupta y degenerada no ofrece a las de nuestra especie.Ni siquiera sabía cuantas mujeres sin los efectos del azambar podían quedar en todo el mundo, probablemente éramos tan pocas que no sería suficiente, de ahí un la esperanza pudiera estar en una vacuna, ¿Sería posible contrarrestar los efectos de una sustancia que afectaba de forma permanente al cerebro? Sinceramente no entendía demasiado de esas cosas, pero si por alguna razón yo me seguía siendo consciente, tendría que haber alguien más que le hubiera sucedido lo mismo.
¿Podrían no tener efecto las últimas dosis suministradas?
A juzgar por las mujeres que se exponían en los escaparates lo dudaba, aunque no tenía la menor idea de si ese tipo de chicas eran niñas crecidas en la sociedad actual convertidas, rebeldes como yo o simplemente mujeres que se habían quedado sin dueño.
Era mejor no pensarlo o me entraría una ira irascible en mi interior al no poder hacer nada por esas miles de mujeres sin ningún tipo de arma a su favor, sino sometidas inconscientemente vulnerando de ese modo sus derechos.
Mis pensamientos se dirigieron entonces hacia Lisa, esa pobre niña que en unos años se vería del mismo modo si la sociedad evolucionaba como ahora, ¿De verdad su padre lo aceptaba sin más? Probablemente se aseguraría de su bienestar, de permanecer a su lado a pesar de perder esa increíble sonrisa o el brillo de sus ojos cuando cometía alguna fechoría, se perdería tantas cosas...
Y entonces aquellos ojos grises aparecieron ante mis pensamientos en forma de recuerdo, visualizando a ese rostro que tantas veces me había observado y complacido a partes iguales.
Era evidente que habría descubierto que me había marchado, o tal vez creyera que me habían raptado, de un modo u otro daba igual lo que creyera porque jamás volvería a verme de nuevo. ¿Le importaría?, ¿Alertaría a las autoridades de mi desaparición voluntaria o no? Tal vez le había hecho un favor marchándome teniendo presente que intentaba deshacerse de mi, ¿No era él quien dijo que me ofrecería a una familia? Le había ahorrado el esfuerzo de hacerlo o más bien a la familia de mi presencia puesto que probablemente le hacían un favor quedándose conmigo.
A pesar de que no quisiera pensar en ello, lo cierto es que no dejaba de preguntarme lo que estaría pensando o haciendo en aquellos momentos, quizá porque una parte de mi, una minúscula, pequeña y diminuta, deseaba que por alguna razón le importara mí desaparición.
«Era evidente que no sería así» me recriminé de inmediato.
Para Declan solo fui alguien que pasó por su vida momentáneamente, sin importar el precio que su empresa había pagado por mi, fruto del horror de miles de mujeres sometidas a la droga que fabricaba.
Tenía que dejar de pensar en él. Debía eliminarle de una vez de mis pensamientos porque ya no volvería a verle de nuevo. Jamás sabría que fui consciente de cada una de sus palabras, caricias o pensamientos. ¿Qué podría pensar si lo supiera?, ¿Cuál sería su reacción si se enterase de ello?
«Basta, Andra» volví a recriminarme.
Él forma parte de tu pasado.
Olvídale.
Las sensaciones, el sentimiento de calor, la incertidumbre, el deseo... cualquier hombre podría proporcionarlo del mismo modo que él, incluso el tal comandante Ryan que ahora se encontraba maniatado al árbol con la cabeza descansando hacia atrás.
¿Sentiría lo mismo si le besaba?
Decidida solté la pequeña ramita con la que estaba jugueteando entre mis dedos y me acerqué hasta él, la distancia era de apenas cuatro pasos por lo que abrió los ojos al darse cuenta de mi presencia. Le observé desde arriba y contemplé que a pesar de la oscuridad, la pequeña fogata iluminaba lo suficiente para ver que era apuesto, quizá no era el estilo de belleza que poseía Declan, cuyos rasgos eran mas afinados, pero no podía decirse que resultara desagradable a la vista.
Me observó callado, con curiosidad como si estuviera esperando que haría en aquel momento. Esa era mi oportunidad, estaba maniatado y no podría forzarme en ningún caso, sino que sería yo la que marcaría el ritmo si hacía lo que tenía intención de comprobar.
—Una vez dijiste que deseabas probarme, aunque no podías hacerlo —mencioné sin apartar la vista de él que escudriñó su mirada como si estuviera estudiándome, tratando de averiguar hacia donde estaba dirigiendo aquello.
—Tal vez no debí decirlo en voz alta ahora que lo pienso... —confesó apartando la mirada como si se sintiera avergonzado.
—¿Aún querrías probarme? —exclamé colocándome en cuclillas frente a él, provocando que me viera a su misma altura.
De pronto sentí que me miraba fijamente, con esa mirada oscura, llena de lujuria, de deseo y no hacía falta ser una experta para saberlo. Era evidente que sí lo deseaba, que sí lo quería.
—¿Importa eso? Estoy maniatado, no te haré nada si eso es lo que temes y aunque no lo estuviera tampoco lo haría por más que te deseé —contestó clavando su mirada en mis labios y por inercia observé los suyos.
—Voy a besarte —dije sin rodeos, acercándome a él que parecía incrédulo a lo que acababa de decirle, pero que evidentemente no se opuso en absoluto a que me acercase a él y colocara mis piernas a ambos lados de las suyas, sentándome en su regazo.
No era una experta en besos, aunque gracias a Declan sabía como hacerlo, así que rocé sus labios y sentí como él los aferraba con fuerza mientras me inclinaba hacia atrás para separarme de él y darle a entender que las cosas no se haría a su modo, sino al mío.
Pareció entenderlo, porque cuando me acerqué de nuevo simplemente se dejó llevar y mis labios comenzaron a moverse lentamente sobre los suyos.
El comandante Ryan respondía a aquel beso aumentando la intensidad, haciendo todo cuanto era de esperar, el problema era otro, algo con lo que no había esperado contar.
No sentía nada.
Ni siquiera el hecho de estar besándole me provocaba una mínima sensación de bienestar, de emoción, una pizca de calor.
Nada.
¿Por qué?, ¿Por qué no sentía lo mismo que cuando Declan me besaba?
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Oioioioioi querida Andra, que me da a mi en la nariz que no es lo que tu te esperabas.... ese Declan te importa más de lo que aparentas!
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C O H I B I D A
Science Fiction"Demostrar que éramos más inteligentes fue el principio del fin. Ahora solamente podíamos aspirar a ser mercancía con la cual traficar o simplemente muñecas de papel en manos desconocidas"