―¡Es dinero de la empresa!, ¡No tuyo!
―Te recuerdo que la empresa es mía y que si trabajas allí es porque padre así me lo solicitó, pero puedo hacer oídos sordos a su petición.
―¡Tu nunca has querido tener una esclava! ―le gritó.
―Pues ahora por tu impertinencia tendré una y no te extralimites porque puedo hacer que te quiten a la otra.
―No serás capaz...
―Ganas no me faltan precisamente cuando se ve a leguas lo que haces aquí.
El silencio se hizo presente y justo entonces noté como su mano se cernía en mi antebrazo sin hacer presión, sino más bien invitándome a que le siguiera y aquello de algún modo me relajó.
No hubo más discusión, ni más debate. Simplemente salí de allí cogida por el brazo de aquel completo desconocido, quería replicar por la pobre chica que se había quedado allí en el suelo casi inerte, por su desdichado destino y su poca suerte. ¿Hice mal en no revelarme? Tal vez eso solo habría conseguido que nos mataran a las dos. A pesar de decirme a mi misma que no tenía otra alternativa no podía dejar de culparme, más aún sabiendo que aquella pobre muchacha probablemente tuviera sus días contados.
«Tal vez cuando logre escapar pueda ir a buscarla para llevarla conmigo» pensé mientras caminaba junto a aquel tipo que vestía de forma peculiar y parecía tener algo de prisa.
El suelo de pronto estaba frio bajo mis pies ya que estaba completamente descalza y me estremecí al notarlo.
―Agárrate a mi ―dijo antes de sentir como me alzaba en el aire sin entenderlo y tuve que agarrarme a él para evitar caerme.
Su proximidad era demasiado extraña, por no decir abrumadora. Una ligera sensación de ardor se acomodaba en mi vientre y no entendía que era, pero por algún motivo que desconocía sabía que era debido a la cercanía con aquel hombre. Su aroma comenzó a embriagar mis fosas nasales penetrando lentamente y convirtiendo aquel perfume en algo insólito hasta el momento. Nunca había olido algo ni remotamente similar y resultaba casi adictivo.
Me encontraba allí, entre sus brazos, ajena a todo lo demás y siendo consciente de que desconocía completamente el lugar hacia donde me llevaba, pero que por alguna circunstancia que me forzaba a mi misma incluso a creer, no podía hacer otra cosa mas que dejarme guiar.
En un vehículo muy similar al que tan solo hacía horas me había montado el comandante Ryan, me depositó aquel hombre y debo decir que incluso lo hizo con delicadeza cosa que me sorprendió. Me mantuve en silencio mientras daba la vuelta y se sentaba por el otro lado al mismo tiempo que daba una dirección.
―Bulevar 747. ―Escuché atentamente antes de que el vehículo arrancara y se pusiera en movimiento.
―¿Cuál es tu nombre? ―iba a pronunciar mi nombre por instinto cuando me percaté que era el nombre de Java el que había dado en aquel lugar y que contrariamente a lo que mi instinto pensara, podría ser el que constatara en alguna parte.
ESTÁS LEYENDO
C O H I B I D A
Science Fiction"Demostrar que éramos más inteligentes fue el principio del fin. Ahora solamente podíamos aspirar a ser mercancía con la cual traficar o simplemente muñecas de papel en manos desconocidas"