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Decidí dejar de pensar en ello, era demasiado pronto para presumir que pudiera estar o no esperando un hijo de Declan

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Decidí dejar de pensar en ello, era demasiado pronto para presumir que pudiera estar o no esperando un hijo de Declan. ¿Existía la posibilidad? Si, pero eso no significaba que lo estuviera.

Visité a Lisa mas tarde y estuvimos charlando y jugando durante un par de horas mientras mencionaba que había hecho amigos nuevos y parecía encantada de estar en ese lugar ya que no pasaba tanto tiempo sola en compañía de un adulto como estaba acostumbrada. Solo echaba de menos a su padre, aunque entendía que estaba trabajando y no podía pasar tanto tiempo con él. Le permitían verlo una vez al día durante una hora, pero pese a esperar encontrarme a una Lisa desolada, por el contrario había obtenido a una niña completamente renovada y encantada de estar en aquel lugar nuevo.

—¿Cuando papá termine de trabajar en este lugar volverás con nosotros a casa? —preguntó esperanzada mientras practicaba conmigo un peinado nuevo que le había enseñado otra de las niñas.

—No lo sé —admití sin negarme rotundamente solo para no decepcionarla.

—Podrás traer a Amara, ¡Así podré jugar con ella! Papá te echaba de menos y yo también... —Tal vez Lisa se imaginaba a una niña de la misma edad que ella, pero lo cierto es que Amara era casi una mujer, aun así estaría encantada de estar en su compañía puesto que jamás había visto a una niña en su vida.

¿Cómo podía confesarle que ahora su padre me odiaba por lo que les había hecho? No solo me querría lejos de ellos, sino que probablemente detestaría la idea de verme una vez que se marcharan.

—Lo veremos, ahora estáis aquí y podremos jugar todo lo que desees —dije sonriente mientras veía en el reflejo del cristal como seguía enmarañando mis cabellos.

Aquella noche fui informada que debía asistir a primera hora de la mañana al laboratorio para una recogida de muestras, sabía que eso significaba volver a ver a Declan y probablemente que vertiera otra de sus amenazas contra mi. No sabía cuanto tiempo duraría su estancia y la de Lisa, pero la búsqueda de un antídoto duraría semanas, puede que meses e incluso ¿años? No conocía la complejidad de aquello, pero sabía que no era nada fácil lograrlo.

¿Podría soportar tanto tiempo teniéndole a un solo paso de distancia? Era fácil cuando me había marchado y sabía que jamás volvería a verle, sabía que de ese modo le terminaría olvidando conforme sucedieran los días, pero las circunstancias habían cambiado y ahora vería a Declan a diario, tenerle de frente y saber que era plenamente consciente de mis actos cambiaba todo, incluido el hecho de que ahora no podría olvidarlo.

Cada noche los recuerdos me invadían, hacía que las imágenes de los momentos compartidos con él fueran más nítidos que nunca. Sentía un vacío interno, algo que debía ser colmado y que me reprimía constantemente porque no deseaba reconocer lo que mi cuerpo anhelaba, lo que reclamaba fervientemente y no podía ser saciado.

No hizo falta que nadie llamara a mi puerta, estaba despierta mucho antes de sentir los primeros movimientos en el refugio. Era difícil saber cuando era día o noche sin la luz del sol, pero a pesar de ello, los horarios ayudaban a mantener la cordura allí dentro.

Me vestí con el pantalón básico y una camiseta. Apenas tenía prendas, solo disponía de un cambio mientras el otro se secaba pero era mas que suficiente, así había pasado toda mi vida por lo que no suponía un problema. Me sorprendió que Ryan no estuviera presente, por norma general le tenía pegado a mi culo constantemente, al menos esa era su función según Lía dentro del recinto, en cuanto llegué a la puerta del laboratorio le vi aparecer apresuradamente y fruncí el ceño.

Su sonrisa le delató; había pasado una buena noche, no hacía falta que lo dijera.

—Déjame adivinar... ¿Sheila? —exclamé cruzándome de brazos con una sonrisa socarrona.

Ryan sonrió y se encogió de hombros.

—¿Envidia? Que conste que tu fuiste la que me rechazaste cuando tuviste la oportunidad —rió con sorna.

—No tienes remedio... —solté negando con la cabeza.

—Yo no tengo la culpa de que me deseen, aunque debo reconocer que acostarse con una mujer plenamente consciente de lo que hace es infinitamente más excitante. ¡Ha sido el mejor polvo de mi vida! —exclamó como si necesitara contarlo.

—¡Ahórrate los detalles!, ¡No quiero saberlo! —bufé tapándome los oídos y haciendo aspavientos.

Ryan empezó a reír y se dejó caer en la pared.

—Está bien, está bien, ¿Te espero fuera o entrarás sola? —dijo cambiando de tema.

—Quédate aquí, conociéndote seguro que sueltas una de las tuyas porque no podrás callarlo mucho tiempo —susurré, aunque en realidad no quería que Ryan perdiera los estribos si Declan volvía a amenazarme de nuevo y porque no reconocerlo, deseaba estar a solas con él de nuevo.

Cuando entré en el laboratorio me sorprendió que Josh no estuviera, ¿Tal vez era demasiado temprano? En cambio Declan estaba sentado en una de las mesas con su bata blanca, las gafas, los guantes y trasteaba con varias cosas que no sabía reconocer meticulosamente.

—Me dijeron que debía venir a primera hora —dije llamando su atención y alzó rápidamente la vista.

Estaba tan ensimismado en lo que hacía que ni siquiera se había percatado de mi presencia.

—Desnúdate y túmbate en la camilla —mencionó bajando la vista de nuevo para continuar con lo que estaba haciendo.

—¿Desnudarme? —gemí algo contrariada.

—Debo realizar una exploración exhaustiva —dijo por toda respuesta.

Decidí quedarme en ropa interior y sentarme en lugar de tumbarme, quizá porque me sentía más segura de ese modo.

—¿Dónde está Josh? —pregunté solo por romper el silencio.

—Recogiendo el material que le solicitado —mencionó sin entrar en detalles.

¿Y nadie le vigilaba? Bien era cierto que allí dentro no había forma de salir sin que te vieran, pero me parecía algo osado dejarle a solas cuando solo llevaba un día.

—Muy bien —asumí sin añadir nada más.

—No le he matado si eso es lo que estás pensando. A diferencia de vosotros, yo no soy un asesino —dijo acercándose hasta mi con una especie de cuaderno y bolígrafo.

—¿Debo recordarte que tu empresa fabrica el azambar y que gracias a él cada día mueren cientos de mujeres a manos de depravados que se aprovechan de su situación?, ¿Qué las violan, someten y humillan diariamente?, ¿Qué contra su voluntad porque les ha sido arrebatada son castigadas constantemente? Quizá no seas un asesino, pero contribuyes favorablemente a que otros muchos lo sean —dije realmente enfadada.

Declan me miró entonces fijamente y parecía verdaderamente enfadado.

—¿Crees que no lo sé?, ¡Tengo una hija! —exclamó—. ¿De verdad crees que es lo que deseo para ella? No estoy de acuerdo con lo que originaron mis antepasados y he hecho todo cuanto he podido para encontrar una cura, durante trece años he probado infinitos ensayos, pero era técnicamente imposible...

¿Declan había tratado de encontrar el antídoto?



¿Declan había tratado de encontrar el antídoto?

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