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Buenas flores! Ayer no pude actualizar así que lo subo hoy!

Nunca pensé que las tortitas pudieran estar tan deliciosas como aquella mañana

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Nunca pensé que las tortitas pudieran estar tan deliciosas como aquella mañana. En el refugio carecíamos de lujos como el chocolate, nata o cualquier cosa para endulzar que no fuera la miel que cultivaban.

Descubrí que aquel día, Declan no se marcharía dejándonos a solas, sino que pacientemente simuló tomar el té en unas minúsculas tazas para después disimuladamente beberse un café.

La constante presión de no hacer ningún movimiento sin una orden previa me abrumaba, pero me daba la oportunidad de estudiar detenidamente a ese espécimen varonil que cuidaba de su hija con bastante ternura. ¿Qué sucedería cuando Lisa fuera mayor de edad y decidieran inyectarle el azambar?, ¿Estaría de acuerdo en hacerlo?, ¿Tal vez él se encargaría de cuidarla y protegerla para que nadie pudiera abusar de ella? Desconocía como se regían la mujeres nacidas en familia, llevábamos demasiado tiempo desconectadas del mundo para saberlo, pero me resultaba horripilante la sola idea de imaginar a esa pequeña niña de cabellos rizados, perdiendo el brillo de sus ojos y aquella sonrisa traviesa. 

—Java, acompáñame a mi habitación —escuché una vez que la pequeña se fue a terminar de ver la película que había dejado a medias la noche anterior.

Supe que no debía negarme e hice un gesto afirmativo mientras seguía sus pasos a través de aquel angosto pasillo no teniendo ni la mas remota idea de que razón tendría para llevarme hasta allí a solas.

¿Había hecho algo mal?, ¿Tal vez pensaba volver a tocar mis labios con los suyos como lo hizo la noche anterior? Mi cuerpo tembló al pensar en ello y no sabía si era por desearlo o temerlo. Temía lo que ese impulso me hizo sentir y las sensaciones nuevas que generaban en mi interior. No tenía tiempo para pensar en esas cosas, ni involucrarme en ello, más aún teniendo presente que debía buscar una escapatoria y aún no sabía como lograr escabullirme sin ser descubierta o raptada de nuevo.

—Ahora que estas aquí y vas a quedarte durante un tiempo, necesito que prestes especial atención a esto —dijo cerrando la puerta de su habitación como si quisiera que la pequeña no pudiera oirnos, aunque dudaba que lo hiciese con el volumen de la pantalla que proyectaba la película.

—Si —dije evitando su mirada.

—Te advertí el primer día que llegaste que no tocaras nada de esto, seguramente lo recuerdes, pero debo pedirte que, bajo ningún concepto, permitas que Lisa entre aquí y toque este material —dijo señalando una especie de cajón blanco, aunque no parecía un cajón exactamente—. Aquí guardo todo mi trabajo de estudio —añadió abriéndolo y una especie de humo blanco salió antes de dejar ver muchos botecitos de cristal pequeños y el destello del líquido ámbar azulado llamo mi atención.

¿Por qué tenía el azambar allí?, ¿Con que intención lo hacía?

De pronto cualquier atisbo de sentimiento benevolente que podría tener hacia él se evaporó como una gota de agua en el cálido desierto.

Declan era el enemigo. Todos ellos eran el enemigo. Que fuera atento con su hija o que me hubiera salvado de las garras de su degenerado hermano no anulaba el hecho de que él me tenía allí retenida sin elección alguna sobre lo que decidiera hacer con mi vida.

—Lisa no debe tocar —repetí solo para no darle sospechas ante mi falta de expresividad—. Ella no debe entrar aquí.

—Exacto —puntualizo—. Es muy importante que si desea entrar aquí o la ves tratando de abrir este pequeño armario, te asegures de persuadirla y que bajo ningún concepto toque lo que hay dentro. ¿Lo has entendido?

—Si. He entendido.

—Muy bien. Ella podría morir si lo hiciera, así que es de vital importancia que cuando me encuentre ausente vigiles siempre a Lisa.

Le miré fijamente extrañada. ¿Ella podría morir si le inyectaban el azulambar? ¿Se trataría de eso o de algún otro componente dentro de aquellos tubos transparentes? Si tan peligroso era, ¿Porqué guardaba ese material en su propia casa y al alcance de ella?

—Si eso es peligroso para Lisa, ¿Por qué lo debe tener en casa? —pregunté sin saber si tenía criterio propio, pero me pareció importante saberlo.

—Necesito hacer algunas pruebas e investigaciones que no están permitidas en el lugar donde trabajo, así que debo hacerlo en casa —contestó sin darle mucha importancia—. Es muy importante o no correría el riesgo.

Estaba claro que esas pruebas e investigaciones tendrían algo que ver con la droga que manipulaba a las de su especie o de lo contrario no lo tendría allí mismo a expensas de poner en peligro a su propia hija. Parecía bastante preocupado en ello y de ahí la insistencia en reiterarle que la pequeña no tocara aquella sustancia.

Asentí como si su respuesta satisficiera mi curiosidad y me giré para marcharme, no siendo consciente de si podría o no hacerlo.

—Una cosa más —mencionó no pareciendo importarle mi voluntad de marcharme aunque él no me lo hubiera pedido. Empezaba a pensar que podría hacer ciertas cosas según mi criterio propio, pero que ante una petición no podría negarme, así que detuve mi paso esperando a que él tuviera que decir aquello que quisiera—. ¿Por qué aceptaste que te besara anoche? —preguntó acercándose hasta mi y sintiendo su calor en mi espalda.

No me tocaba. Ni tan siquiera me rozaba, pero podía sentirle tanto o más que si lo hiciera.

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