(POV KUROKO)
El interior del gimnasio era casi tan impresionante como su exterior. Los aros parecían nuevos, el piso relucía y a un lado de la cancha; casi escondidas, podían verse las gradas que guiaban hasta los balcones que seguramente serían usados por los espectadores al momento de los partidos.
Apegados a las paredes, se encontraban sentados los miembros del club con botellas en sus manos y algunos con toallas en sus cuellos para secar el sudor, parecían haber terminado hace poco con el entrenamiento matutino. Alzaron la mano a modo de saludo en cuanto entramos y uno de ellos indicó con un gesto de su cabeza que observáramos la cancha.
Seguí la indicación consciente de que quizás dicha seña no estaba dirigida para mí; más que todo por la posibilidad de que aún no se hubieran percatado de mi presencia, y presté atención a lo que todos parecían estar mirando entretenidos.
En el centro de la cancha se encontraban dos jóvenes idénticos como gotas de agua, observándose con evidente competitividad mientras se pasaban el balón con más fuerza de la necesaria. El cabello negro caía rebelde a ambos lados de sus rostros, contrastando con su piel pálida y sus ojos dorados resaltaban en medio de aquel tono monocromático que los envolvía.
—¿No dijiste que no entrenaban, Wakamatsu? —preguntó con sorna el moreno a mi lado.
No importaba por donde se viera la escena frente a nosotros, aquel par se encontraba completamente concentrado en su entrenamiento al punto que ni se habían inmutado con nuestra llegada.
—¿A eso le llamas entrenar? —replicó el mayor con una expresión mezclada entre la resignación y el enojo—. Llevan haciéndose pases desde hace 30 minutos, porque a uno se le ocurrió decir que era mejor que el otro. En cuánto se queden sin energías se van a desaparecer por todo el día, ese par de tontos.
—Hmmm —la mano de Aomine se apoyó en mi hombro al darse cuenta que mi mirada regresaba hacia el balón.
No podía evitar evaluar sus movimientos, la fuerza que empleaban, su postura y la técnica, incluso hacer pases tenía su esencia y aquellos gemelos no la entendían en lo absoluto. Me descubrí deseando acercarme a corregirles, pero tenía que recordar que aquel ya no era mi lugar, esa fue mi señal para obligarme apartar la mirada y concentrarme en el piso.
Resultaba difícil poner en orden lo que estaba sintiendo, el rechazo que sentía mi mente ante la sola palabra que había sido la base de mi juego por tantos años y el anhelo por acercarme a sujetar aquel balón. Realmente era muy doloroso rechazar algo que había amado por tanto tiempo.
—¿Tetsu?
Su voz llegó como un hilo del cual sujetarme para no seguir por aquel camino de pensamientos que no harían más que desanimarme.
—Desperdician demasiada energía —dejé que parte de mis observaciones escaparan al encontrarme con sus ojos azules.
Tanto Aomine como Wakamatsu intercambiaron una rápida mirada, antes de que el primero dejara escapar una risilla burlona y el segundo exhalara un suspiro. Los observé confundido sin entender que había significado aquel breve intercambio.
—¿Dije algo malo? —pregunté sin poder contener la curiosidad.
—Claro que no —se apresuró en responder el peliazul sin perder su expresión entretenida—. Solo le dejaste en claro algo que ya sabía.
No era como si aquella respuesta me diera la información que buscaba, pero igualmente lo dejé pasar, me bastaba con saber que no había ofendido a nadie en los primeros 5 minutos que estaba en su instituto.
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Shadow (Aokuro)
FanfictionSin que nadie lo esperara o mucho menos lo imaginara, el amor de Kuroko por el baloncesto se está apagando lentamente, una encrucijada atraviesa su mente impidiéndole avanzar junto a sus compañeros y poco a poco parece sumergirse en otro tipo de osc...