Verdad a medias.

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(POV AOMINE)

Alivio, preocupación, miedo y coraje, esas eran las emociones a las que me enfrentaba desde que encontré a Tetsu.

Llegué a ese lugar guiado solo por un presentimiento, una fuerte corazonada que apareció cuando la limosina pasaba cerca de los edificios de Teiko y por la cual había hecho que me dejaran bajar, mientras los demás continuaban con su camino a Seirin. Sorprendentemente, Akashi no pareció tener inconvenientes y partieron sin hacer demasiadas preguntas.

Corrí con la certeza de ver a Tetsu y al mismo tiempo deseando no hacerlo, aquel lugar no era precisamente uno que trajera buenos recuerdos para ninguno de los dos. Por el contrario, era el escenario donde todo se fue al diablo y nos perdimos. Las pocas razones por las que Tetsu iría hasta ahí no eran precisamente alentadoras, y eso solo conseguía ponerme ansioso.

Aun así, ni siquiera en mis peores pensamientos me había preparado para verlo como lo encontré; tan destrozado, con su pequeño cuerpo temblando y su voz quebrada llamándome. Verlo de esa forma fue sentir como si me hubieran golpeado en el estómago para quitarme todo el aire y abrieran un agujero en mi pecho para llenarlo de angustia.

"¿Es demasiado tarde? ¿Soy el culpable de que estés sufriendo?"

Supe que yo no era su verdugo al sentir como se aferraba a mí, dejando que sus lágrimas corrieran sin control, mientras lo único que podía hacer era abrazarlo con todas mis fuerzas, repitiendo una misma frase.

Estoy aquí.

Quizás no era el responsable de su llanto, pero había tardado en estar a su lado y ese peso nadie podría quitármelo.

"Dime, Tetsu, ¿quién es el culpable de que sufras tanto?"

Solo bastaba que me dijera un nombre e iría en ese preciso instante a destrozar al responsable, sin embargo, él no me permitiría hacerlo y yo no estaba dispuesto a dejarlo solo. Mucho menos cuando vi en su rostro unas pronunciadas ojeras bajo sus ojos celestes que ahora lucían apagados, su piel pálida por naturaleza parecía aún más blanca y la ropa le quedaba holgada.

Cargarlo no supuso ningún esfuerzo, había bajado de peso hasta ser mucho más liviano de lo que recordaba. En mi cuello podía sentir el roce de su respiración acompasada, así como también las últimas lágrimas que rodaron por su mejilla hasta humedecer mi hombro.

—Gracias por encontrarme —susurró casi dormido.

—Siempre lo haré, Tetsu —fue mi respuesta pronunciada como una promesa para ambos.


El departamento en el que vivía con mis padres no había cambiado desde la última vez que Tetsu fue a visitarme. Ubicado en el quinto piso de uno de esos edificios departamentales. Quizás era demasiado grande para solo tres personas, pero no me quejaba, era el reflejo de los trabajos bien pagados de mis progenitores y no tenía que pelear con algún vecino porque no me dejaran dormir por el ruido.

Tan pronto me acerqué a la entrada del edificio, el vigilante se encargó de abrir la puerta principal y ayudarme con el ascensor, dirigiendo cada cierto tiempo una mirada curiosa al joven durmiente que llevaba en la espalda. No me extrañó su reacción, el hombre llevaba trabajando ya casi un año y jamás me había visto llevar amigos a casa, a excepción de Satsuki.

Tal y como sospechaba, el departamento se encontraba vacío y sobre la mesa del comedor descansaba una nota escrita por mi madre, avisando que aquella noche le tocaba trabajar en el hospital. Mi padre se encontraba en un viaje de negocios, así que tampoco llegaría hasta dentro de unos días. En otras circunstancias habría sido perfecto tener la casa sola, sin embargo, ahora hubiera preferido contar con la presencia de la primera para que revisara a Tetsu.

Shadow (Aokuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora