Nosotros.

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(POV KUROKO)

No estaba seguro de qué me sorprendía más, la petición o la persona que la realizaba.

Mi joven captor no era otro que uno de los gemelos observándome con expresión decidida y sonrisa ladina. Su mirada parecía entretenerse recorriéndome de arriba abajo y en cuánto su mano buscó cerrarse un poco más alrededor de mi brazo, su ceño se frunció al darse cuenta de lo delgado que era.

¿Qué tipo de respuesta podía darle aquel joven de cabellos negros? ¿Cómo podía explicarle que yo mismo llevaba preguntándome lo mismo incontables veces?

"¿Soy la sombra de Aomine?"

Si me preguntaran por el pasado con seguridad podría dar una respuesta afirmativa, pero en el presente las cosas se volvían demasiadas confusas. Anhelaba volver a estar a su lado como un equipo y aun así asistía a un instituto diferente al suyo, deseaba volver a chocar los puños con él tras verlo encestar, pero yo no volvería a estar en una cancha. ¿Cómo le dices a un desconocido que tu luz es tan brillante que no necesita de una sombra? Mientras que yo veía a Aomine como la luz en mí día, él podía avanzar sin que yo le hiciera falta.

—¡Hey, Akio, vuelve acá! —renegó Wakamatsu acercándose con expresión molesta, pero el pelinegro decidió ignorarlo.

—¿Entonces? —me insistió al ver que no decía nada.

Tomé una pequeña bocanada de aire despejando aquel enredo de pensamientos que se había formado en mi cabeza, no había necesidad de arrastrarlo en mis incontables dudas y confusiones.

—Lo siento, Kuroda kun, pero no estoy jugando baloncesto por el momento —decliné su oferta amablemente con una venia.

Confiaba en que el tiempo se encargaría de hacerle olvidar el asunto. La mano que aún me sostenía terminó por soltarme de forma desganada, justo cuando su hermano y Wakamatsu se paraban uno a cada lado.

—¿Por qué? —cuestionó quién imaginaba era Eita.

Al igual que su hermano, me observó de pies a cabeza con cierta suspicacia y tuve que hacer un gran esfuerzo para no suspirar resignado, no era la primera vez que enfrentaba las miradas incrédulas de otros. Desde el inicio mi físico no coincidía con el de un jugador de baloncesto y eso no había cambiado con los años.

—Tengo descanso médico —expliqué, sin alterar la expresión de mi rostro.

No era una mentira, pero igualmente me sentí mal por usar de esa forma el documento que la señora Aomine había sido tan amable en escribir para mí. Estaba seguro que en ninguna parte del papel incluía algún tipo de prohibición para el deporte.

—¿Estás lesionado? —preguntó Akio, abriendo los ojos sorprendido.

—¿Estás enfermo? —se unió el otro, acercándose peligrosamente a la verdad mientras ambos pares de ojos intentaban ver más allá de mis palabras.

Instintivamente retrocedí un paso como si eso pudiera protegerme de sus analíticas miradas, era la primera vez después de mucho tiempo que alguien mostraba tanto interés por mi persona y sinceramente no sabía cómo reaccionar al respecto. Las preguntas que realizaban, iban dirigidas justo a los temas de los que menos quería hablar y sería cuestión de tiempo para que atinaran a una de la que no podría librarme.

—Solo es un descanso temporal —intervino Aomine con voz aburrida, como si quisiera restarle importancia e internamente lo agradecí—. No sean pesados.

Ambos emitieron un suspiro de lo que me pareció era alivio y apartaron su vista de mi rostro, para encarar al moreno con la misma expresión desafiante de antes del partido.

Shadow (Aokuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora