Too.

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(POV KUROKO)

Solo necesitaba avanzar un paso a la vez, no había necesidad de acelerarme o forzarme hacer las cosas, eso era lo que había dicho Reya y quería creerle. Sin embargo, aunque me repetía aquellas palabras, no lograba salir de la habitación de Aomine aunque ya me encontraba completamente vestido. Dar un paso afuera, era como enfrentar el mundo y las miradas que esto acarrease.

No importaba que las ropas que me había puesto fueran las mismas de hace un tiempo, mi estado de ánimo se reflejaba en mi delgada apariencia y la mirada preocupada de Midorima regresaba a mi mente. ¿Sería igual la reacción de los compañeros del moreno? Seguramente en lugar de preocupación, vería el espanto por tener un fantasma rondando por ahí, o la incomodidad de ser vistos sin encontrarme.

"¿De qué sirve un jugador que sus compañeros no pueden ver, Tetsuya?"

Esas palabras habían sido el inicio de mi final, de que todo por lo que creía empezara a tambalearse hasta hacerse pedazos. Haruo Reid había llegado como un desastre natural a mi vida, dándome esperanzas para luego sepultarlas junto a mi libertad.

Toc, toc.

—¿Tetsu? ¿Todo bien? —la voz de Aomine atravesó con facilidad la puerta.

Alcé la vista que en algún momento había bajado y me obligué a respirar profundamente para tranquilizarme. Llevaba metido en la habitación más tiempo del que una persona normal tarda en alistarse para salir, así que no era de extrañar que viniera a buscarme.

—Sí, ya salgo —respondí, dando una última mirada a mi reflejo.

Necesitaría un milagro para no intentar esconderme apenas sintiera las primeras miradas de sorpresa recorriéndome. Deseé por un instante volver a tener el saco del instituto del moreno cubriendo mi cuerpo, y la solución se manifestó ante mí con claridad.

Abrí el armario a toda velocidad y saqué de uno de los cajones una polera suya, lancé mi usual camisa a un lado y pase la nueva prenda por la cabeza, sintiendo al instante como me sepultaba, demasiado grande y ancha, pero disimulaba los rasgos más preocupantes de mi apariencia. Lancé un fugaz vistazo al espejo, contemplando el contraste de la polera negra con el resto de mi vestimenta de color claro.

Un estilo completamente nuevo de vestir, pero podía percibir el aroma de Aomine, relajándome e infundiéndome valor, con eso me bastaba para saber que era la decisión correcta.

—Ya estoy listo —dije, abriendo la puerta para encontrarme con la figura del peliazul.

Lo vi parpadear sorprendido recorriendo mi vestimenta con la mirada, hasta que una media sonrisa apareció en su rostro y su mano se apoyó en mi cabeza.

—¿Esto es un asalto a mi armario? —preguntó de buen ánimo y agradecí internamente que no le molestara compartir su ropa.

—Temporalmente —contesté, para luego añadir con sinceridad—. Me siento más cómodo con esto.

—Te queda bien —cedió, acariciando mi cabeza—. Pero te faltó acomodar la capucha.

Conforme hablaba su mano descendió por mi mejilla en una suave caricia, hasta llegar al cuello de la polera y acomodarlo. Me agradaba esta faceta protectora que había adoptado Aomine, a pesar de haberla visto anteriormente, me daba la sensación que ahora era más cercana, permitiéndonos darnos tales gestos con mayor facilidad.

¿Estaría mal querer ser el único al que acariciaba y abrazaba de esta manera? 

—Listo —retrocedió para contemplarme y asintió dando su aprobación—. Ahora vámonos, Midorima está a un paso de entrar en crisis.

Shadow (Aokuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora