Edwin
Lo miro con los brazos cruzados y suelto una risa un tanto burlesca, él es la prueba viviente de qué equipo tiene el control y cuál no.
—¿Te das cuenta cómo se destruyen los tuyos? –pregunto pero él baja la mirada.
—Edwin, sé lo que he hecho, pero lo que me estás pidiendo...–Se detiene y traga un poco de saliva. Yo recorro un poco mi cocina para darle un vaso de agua–, lo que me pides es muy diferente. No puedo hacer eso.
—Déjame entender algo –Le doy el vaso y lo acepta. Luego procedo a poner un dedo en su pecho y señalarlo con fuerza–, nadie te obligó a venir, viniste por tu cuenta y te dije mis términos y condiciones al comenzar esta alianza, ¿Dije algo mal?
—No –Se yergue y aprieta los labios. Toma mi mano y la aparta torpemente–, pero yo también te dije mis términos cuando vine hasta acá.
—Y los vamos a respetar, siempre y cuando vengas conmigo. Te perdoné una vez porque tu poder es bastante necesario –No lo es, pero es bastante peligroso, eso lo sé mejor que nadie–, pero no lo haré dos veces. Piensa bien a quien muestras lealtad.
—Es sólo que no creo que hacerlos pelear acabe con ellos, no son tan débiles como crees.
—No quiero acabar con ellos, sólo con su convicción –Se apoya sobre la encimera de la cocina, y desde esa posición me mira cruzado de brazos–. Ellos son muy sentimentales, igual que tú. Luego de ser derrotados tienen dos opciones, unirse a nosotros y obedecer órdenes o unirse a los humanos.
Así es como funcionan las cosas aquí mientras el liderazgo no se entere del caos que hemos armado, obedeces o te las arreglas por ti mismo. El chico no responde con palabras, pero se pone de pie y estrecha mi mano justo a tiempo, pues Tyra llega a mi casa, tan sucia con tierra como de costumbre.
—¿Listos para el ataque? –Nos ofrece dos cuchillos pero los rechazo por él y por mí– ya quiero ver un poco de sangre.
—Tranquila, sanguinaria, no necesitamos de esos a donde vamos.
Él toma mi brazo y nos lleva a nuestro destino, toda esa sensación de paz y tranquilidad que se había construido está a punto de ser destruida.
Flavia
—Es bastante guapo –dice Isis mientras jala de mi brazo junto a Nina–, pero no debes hacerlo sin protección, ni siquiera con Neymar.
—Ni David Luiz. Bueno, podrías hacerlo con ellos sin protección para darles un hijo y amarrarlos a tu vida con pensión alimenticia, después de todo son millonarios.
—¿A dónde vamos? –me quejo intentando soltarme de su agarre, pero ninguna de las dos cede.
—Vamos a una farmacia, Flavia –responde Isis– ¿Entiendes que podrías estar embarazada, verdad?
—¿Embarazada?
Entonces empalidezco un poco. Pienso en como mamá me decía que me cuidara para no terminar como ella, con dos hijos de padres diferentes, mi hermano Paulo y yo. Nunca comprendí a qué se refería eso del cuidado, ella va a matarme si estoy embarazada.
—¿Sabes lo que significa? -cuestiona Nina con un poco de risa.
—Claro que lo sé –respondo molesta–, no podría olvidar cuando mamá estuvo embaraza de Paulo, qué fastidio.
—Entonces sabes qué resulta de un embarazo –Isis se queda esperando a que diga algo pero no entiendo qué quiere de mí– ¡Un bebé, Flavia! Sé que no eres muy lista, pero tienes que entender qué está sucediendo para saber qué hacer.
ESTÁS LEYENDO
Elementos [EDITANDO]
FantasyFuego, o mejor conocida como Forbia, su nombre humano; no es exactamente una chica común y corriente de dieciséis años, ni ella ni sus amigos lo son. Hace catorce años una delegación del planeta Mento, civilización principal del sistema piramuneo, l...