Capítulo 6 - Espionaje

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—¿Puedo preguntar por qué debo ir yo?

Porque ellos confían en ti y nosotros también. Solo necesitamos saber cuántos son, Forbia –Vincent me da instrucciones a través del auricular que llevo en mi oído–, no tienes que hacer nada, ni siquiera es necesario que hables.

Todo va a estar bien mientras tengas el brazalete de metal a la vista, así puedo ver a través de el –es una habilidad que desarrolló Markov a lo largo de los años, al tener los ojos grises puede ver a través de objetos de metal como si fueran sus propios ojos.

También está Luz allá, confían en élañade Athan.

Resulta que Luka consiguió la información tal como prometió, no sabemos cómo, pero cumplió su parte. Lamentablemente, el otro bando se había enterado de que Mark está con nosotros, por ende no podía cumplir con su rol de espía sin ser descubierto, es por eso que me ha tocado venir a mí en reemplazo, ya que, por alguna razón, ellos no saben sobre mi lado humano pero sí sobre el de Markov.

—¿Me pueden repetir por qué estamos espiando?

Qué mala memoria, Forbia –se burla Agustín.

—Son los nervios.

Ellos saben todo de nosotros, es hora de que nosotros sepamos algo –responde Athan–. Tenemos que saber a qué podríamos enfrentarnos.

Me encuentro vagando por Alemania, Amor me trajo hasta aquí y luego regresó a casa de Agustín en Argentina. Ellos saben que Agustín, Vincent, Athan y Markov tienen una alianza, saben que intentan convencerme, pero no saben que lo lograron. Todo eso nos lo dijo Luka un par de días después de la reunión, dudar de su palabra a esta altura del plan ya estaba de más considerando que esto de espiar ya era un todo o nada. Demoramos una semana en conseguir lo que necesitábamos para espiar y finalmente el día ha llegado.

Camina un par de cuadras, yo he ido a su casa. Estás cerca –informa Markov.

—Es donde hicimos la reunión anual hace tres años atrás, ¿No recuerdas como llegar?

No creo haber ido –respondo a Athan.

Fue la reunión de las copas rotas –añadió Vincent, refrescandome la memoria.

—Es cierto, sí fui –aquella reunión fue un desastre total– vaya desastre. No sé cómo llegar porque Edwin fue a buscarme a mi casa y me llevó directo a la de él.

Cierra los ojos un poco, Markov. Parece como si estuvieras viendo a tu séptima esposa besando a la quinta.

No tengo esposas ni he tenido, Agus. Y si te refieres a que mis ojos ya se salen de sus órbitas; estoy así porque mientras más abro los ojos, mejor veo.

Pero te ves extraño, tus ojos brillan más. ¿No se te secan?

—Calla, Athan –digo– Díganme dónde ir.

La casa amarilla que está en diagonal a ti –responde Markov. Sigo su instrucción y toco la puerta.

¿Donde estás, Forbia? –pregunta Luka a través del auricular.

—Ya llego, Luk...–me veo interrumpida cuando alguien abre la puerta e intento disimular–. Hola.

—¿Qué haces aquí? –dice con sorpresa quién abre la puerta.

—¿Quieres que le diga a todos? –amenazo sin dudas.

—No –dice Olivia cortante–, pasa –murmura entre dientes de mala gana. Me limito a decir gracias del mismo modo, Olivia me pide que espere en la sala principal y luego se va caminando por un pasillo. Segundos después, Edwin llega a paso apresurado.

Elementos [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora