Capítulo 41 - Humanos.

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Gabriel

¿Como iba a vivir sin ella? Como lo hacías antes de conocerla. Esa no era vida, vida es la que descubrí a su lado. ¿Y por qué te sientes más muerto que antes? Porque ya no hay vida, se acabó.

Tenía tantas preguntas y pensamientos que se generaban y respondían en mi mente, mi reflejo me indicaba que no estaba llorando, pero comenzaría a hacerlo luego. Todo se sentía tan irreal, tan fantástico, no podía ser verdad. No.

Yo debía cuidar de Flavia y el bebé, fallé. Los cuidaste hasta que Flavia decidió por sí misma, no es tu culpa. Aún queda lo más difícil, le dije a Farook que mataría a Drake.

Pero en mente no tenía una respuesta o solución para esa frase.

- ¿Gabriel? - Athan estaba a mis espaldas, lo vi a través del espejo del baño. Lo miré pero no hablé - ¿No quieres ver al bebé?

- Tengo que matar a Drake.

- Wow, relajate. No es necesario, tu debes estar aquí, con estar de nuestro lado ya lo habrás vencido.

- Tú eres el amor. Dime que no la amaba de verdad, que ella no me quería, que encontraré al amor de mi vida y olvidaré este dolor en mi pecho ¡Dímelo! ¡¿Qué esperas?! Dímelo y saldré de aquí.- se acercó a mí y me abrazó.

- No puedo negar que la amabas, tampoco que ella te quería, pero si puedo decirte que vas a encontrar al amor de tu vida, no vas a olvidar este dolor pero lo vas a superar, vas a recordarlo pero sonreirás en un par de años.

- ¡¿Y como se supone que haré eso?! - rompí el abrazo y me desplomé sobre mis rodillas - No podré amar a otra mujer como amé a Flavia, jamás.

- Ahí está el punto, ese amor del que te hablo no es una mujer. Es un muchacho llamado Víctor, muy joven.

- ¿Te burlas de mí? ¿Acaso quieres que me enamore de un niño?

- El amor de amantes no es el único amor que existe, Gabriel, Víctor es tu hijo y te aseguro que vas a amarlo como jamás pudiste amar a alguien.

Me quedé sin aire.

- ¿Así que es niño? - una sonrisa se esbozó en mis labios - ¿Víctor? ¿Por qué Víctor?

- ¿Por qué no vas con él y lo averiguas por tu cuenta? - palmeó mi hombro y se hizo a un lado para dejarme ir - Suerte.

Salí del baño al borde del colapso, las lágrimas salían de mis ojos cada cierto rato y mis nudillos estaban rojos debido a los golpes que habían dado a una pared. Me encontré con Felicia, se veía feliz de nuevo, estaba mirando por una vitrina muy entusiasmada. ¿Como podía estar feliz?

- Aquí, ven, ven.- me llamó con su mano y no tardé en unirme a ella. Aquella vitrina por la que miraba dejaba ver las cunas de los recién nacidos, habían tres bebés, dos vestidos de rosado y sólo uno de azul - Ese es tu hijo.

- Oh, no lo creo.- entendía la felicidad de Felicia - Soy papá, Felicia, ese es mi hijo.- la enfermera me llamó y rodeé la sala hasta llegar a una puerta, me entregó una bata desinfectada, guantes, un gorro para mi cabello y mascarilla, recién ahí, con todo eso puesto, pude entrar al sector de recién nacidos.

- Es el bebé de azul, es varón, felicidades.- la enfermera me dio las indicaciones y me acerqué a la cuna de mi bebé. Estaba ahí, durmiendo, descansando, su pecho subía y bajaba con su respiración. Felicia estaba llorando de alegría al otro lado del vidrio.

En su brazo había una marca, parecía una flor con un ave. ¿Qué tenían en común? Pues la naturaleza, pero más que eso...Vida. Ahí estaba la vida que buscaba, todo lo que necesitaba.

Elementos [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora