Hospital Nishikino
La habitación había quedado en un increíble silencio. Ahora quién tenía marcada la furia en su rostro era el padre de Maki. Nico también lo miraba enojada pero con una sonrisa burlona, de superioridad.
-Aléjate de mi hija- gruñó entre dientes.
-¡Bah! ¿De nuevo con eso, hombre?- la pelinegra soltó una risotada llena de amargura -Escúchame bien, Nishikino. Yo ya no recibo órdenes de nadie, mucho menos de inútiles cobardes como tú.
En dos segundos, su semblante cambio. Por segunda vez ese día arrancó los cables conectándose a su brazo y en un abrir y cerrar ojos ya estaba postrada de frente al mayor.
Nico no era más alta que él por muy poco, pero ahora era él quien se sentía intimidado con la simple prescencia que la menor imponía. Se quedó callado, estático, arrepintiendose muy, muy en el fondo de su ser el haber abierto la boca en primer lugar.-Yo no volví por Maki, que aunque así fuese, es mi jodido problema.
-Te lo advierto, aléjate de mi hija- el Nishikino intento sobreponerse, totalmente inútil.
-¿Oh sí? ¿Que harás?- Nico bufó con un venenoso sarcasmo -¿Quitarme mi beca? ¿Hacer que mis familiares pierdan sus empleos?- se burló, aunque no había ni una pizca de gracia en su rasposa voz.
-¡Voy a-
-¡¿QUÉ?!- Nico gritó acercándose aún más al hombre -¡¿QUÉ CARAJOS VAS A HACER?!- le retó.
Satoru instintivamente retrocedió.
Nico estaba en su límite. Ahogada en no más que vergüenza, dolor, ira y desesperación. Su actitud serena y relajada en la que escondía todo lo que la perseguía desapareció por completo, ahora mismo solo era un cascarón vacío dejándose llevar por sus más bajos y cruentos sentimientos. Temblando del coraje en su interior, sus ojos inyectados en sangre mientras una lejana voz en su cabeza le suplicaba sin cesar.
Basta, basta, basta, basta
-¡¿Vas a mandar a alguien para que me golpee en un callejón?!- Nico sonrió con cinismo -¡Me encantaría que lo intentarás, veremos a quien vas a recibir en la sala de urgencias luego de eso!
La pelinegra cerró los ojos con fuerza, de repente un ligero pero notable dolor punzante en su cabeza la desorientó, sin embargo no frenó su ataque al mayor.
-Ya no soy esa niña estúpida a la que podías asustar o lastimar tan fácilmente, luego de todo lo que he pasado, tú eres la última escoria a la que le podria temer.
El mayor transpiraba, podía esconderlo un poco pero aún así era sencillo sentir lo nervioso que estaba.
-¿E-En quien te convertiste?- se atrevió a preguntar.
-En nadie- sentenció con frialdad -En nada. Lo único que he hecho es joder mi vida dejando que otros me jodieran a mi por ser una cobarde. Eso se acabó- su voz era grave, su mirada afilada sin emoción alguna -Pero se lo dejaré muy fácil, si vuelve a meterse conmigo o con mi familia, entonces seré su peor pesadilla.
Satoru tragó pesado. Un montón de escenarios que su cabeza creó lo dejaron helado, aterrado.
Pero oh, falacias, falacias, falacias. Claro que él no lo sabía.
Por más que Nico vomitara odio, en realidad por su mente nunca cruzó la idea de hacerle daño, nunca se atrevería. Después de todo estaba desesperada por salir de un sitio donde las personas eran lastimadas constantemente y aunque Satoru no era santo de su devoción ni estaba cerca de ser una buena persona, Nico sabía cómo eran los verdaderos demonios, y el doctor Nishikino no era uno.
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¡Confía en mi! -Remastered-
Casuale[Actualizando y editando] El tiempo pasa y con ello las personas cambian. El camino que tomamos no siempre nos lleva al futuro que esperábamos; incluso si somos plenamente conscientes de lo que queremos y porque lo hacemos. La absolución de una vida...