Las cosas claramente se habían salido de control.
Su propia detonación paso desapercibida entre el mar de ruido que había de por medio. Sabía que la niña no estaba mirando, que su cara estaba escondida contra su camiseta, pero aun así la cubrió aun más cuando el hombre que estaba a punto de encontrarle cayó al suelo sosteniendo su pierna con agonía.
Su cuerpo actuó siguiendo su instinto, tomando mente propia y procurando su bienestar (tanto como eso fuese posible); corrió como alma que lleva el diablo, sus ojos fijos en el pequeño hueco del cerco entre el recinto y el estacionamiento y su mente tratando de ignorar el fuego enemigo en su contra al mismo tiempo que hacía malabares y recitaba rezos que ni siquiera conocía bien con tal de no ser alcanzada por nada y nadie.
Fuera de los chistes locales y la clara intención de esta trama, Nico no era 007 ni un super agente salvador del mundo comúnmente protagonizado por un estadounidense blanco.
La adrenalina sin embrago, no era eterna, y estaba segura que poco más y su cuerpo se aplicaría una auto-eutanasia biológica si era necesario. Pero al menos el contacto con el cerco llego primero que sus indescriptibles ganas de suicidarse. Físicamente sintió una pizca de algo parecido a alivio, no obstante, la hermosa vida que vivía le recordó que no era tiempo de aflojar el paso cuando un proyectil le rozo el brazo dejando el ardor a su paso. Por si fuera poco, antes de que se le soltara un cable (otro), hizo lo posible por atravesar al otro lado, dando lugar a otra agradable y desgarradora situaciones en la que los pequeños pero filosos fierros de la verja la saludaran agresivamente enterrándose contra su dermis.
Fuese como fuese, ya estaba un escalón más arriba.
Obviamente no iría donde Umi. Por supuesto que todo aquello que dijo era una mentira, no haría ni el más mínimo resquicio de intento por acercarse. Ya había arriesgado mucho con ella, y ya demasiado estaba atacándola el terror ante el pensamiento de que la gente de Kuroaki las había visto juntas. No podía ponerla en peligro todavía más.
Así que con cero ideas en la cabeza, un memo mental de que tal vez ir al infierno no sonaba tan mal si significaba no seguir en ese horrible mundo y mucho, mucho, mucho dolor, reanudo su andar, no sin antes tomarse un pequeño momento para quitarse la chaqueta y envolver a la niña con ello.
Igual de intranquila, peor ahora como un ajuste extra usando los coches aparcados como tapadera. Tanto como si podrían sorprenderla sin que los viera, ella también podría aprovecharlo. En su escabullir tuvo el ligero pensamiento de robar un auto, pero si bien sabía la técnica, jamás lo había puesto en practica y suponía verazmente que tratar de encenderlo le quitaría demasiado tiempo o que incluso resultaría fútil. Era claro que de todas maneras y sin un medio de transporte no llegaría tan lejos. Un instante paso en el que se dedico a ubicar la caseta de salida con su corazón bombeando más sangre de la que debería, y su cabeza pensando lo mucho que desearía no estar sola.
Y por fortuna temprana o tragedia futura, Dios escucha.
Pronto y de pronto, valiese la redundancia y la misma ironía de las ganas de robar un carro, el motor de uno mismo haciendo un estruendoso acto de aparición la hizo saltar en su lugar y casi arruinar sus pantalones.
Un abrasor miedo la invadió al pensar que había sido encontrada, otro miedo peor cuando sus ojos cayeron en el brillante metal blanco de un mercedes. Frente suyo frenó y la ventana del copiloto bajó mostrando a una insanamente pálida Umi.
Miedo sí, pero su parte menos sensata también sintió ganas de llorar al ver el desastre hecho persona que su vieja amiga era.
"¡Maldita sea, te dije que esperaras!" Claro que la otra parte de ella (de las tantas y múltiples) se dejo llevar por el temor.
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¡Confía en mi! -Remastered-
Acak[Actualizando y editando] El tiempo pasa y con ello las personas cambian. El camino que tomamos no siempre nos lleva al futuro que esperábamos; incluso si somos plenamente conscientes de lo que queremos y porque lo hacemos. La absolución de una vida...