Parte 33

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El rubio, limpia sus zapatos manchados con pequeñas gotitas de sangre y sudor.

Los muchachos, mientras, recogen el cuerpo de un muchacho asiático desvanecido en el suelo después de casi 3 horas de amenazas, puñetazos y patadas.

Hugo y yo, simplemente observamos la escena apoyados en el capó de su coche, tranquilos, con las gafas de sol puestas aprovechando los rayos de luz.

Y no, claro que no estoy bien. Cada puñetazo, cada patada, la sentía como si fuera yo quien la recibiera, pero, cuando aquel chico, amigo de mi hermano, me miró desde el suelo, con cara de horror y el labio plagado de sangre... mis labios comenzaron a temblar, al igual que todo mi cuerpo. ¿Las gafas de sol? Para que no vieran como cerraba los ojos cada vez que escuchaba un golpe, para que no notaran las lágrimas surgir de estos después de cada amenaza.

Pero supongo que después de que se desmayara del dolor, mi cuerpo se relajó. Al menos, ya no sentía nada, lo único que me preocupaba ya, era si aquel chaval volvería a ser como era.

Hugo me observó todo el tiempo desde la distancia, sé que en el fondo se moría de ganas de venir hacia mi, pero ambos sabíamos que no podíamos. No delante de ellos.

- Genial, pues ya podemos irnos. Chavales llevaros a este al hospital.- Dice Àlex señalando a Marc.- Toma, tira esta mierda.- Me susurra al oído mientras posa en mis manos un montón de papel manchado de sangre.

Pongo mi vista en aquellos trozos rojizos que se intensifican cada vez más, mis manos no paran de temblar, pero me obligo a pararlas cuando me doy cuenta de que el rubio me observa atentamente.

Tomo valor y le devuelvo los trozos de papel.

- No soy tu sirvienta cariño, si quieres tirar esta mierda, hazlo tú.

Me levanto del capó y rodeo a Àlex el cual sonríe, también miro al pelinegro el cual no me mira, pero noto como esboza una leve sonrisa en su rostro, y eso, me hace sonreír más aún.

En pocos minutos, todos desalojamos la zona, dejando nuevamente un cerco de sangre en la tierra como prueba del delito.

Hugo aparca el coche en el taller donde todos nos esperan. Miro extrañada al rubio, el cual únicamente me hace un gesto para que me relaje.

- ¿Ellos saben algo de todo esto?- Susurro.

- ¿De la droga? Todos. ¿De esta mierda de palizas y sangre? Solo algunos.- Me contesta Hugo.

- Parece que nunca terminas de conocer a alguien.

El chico me mira, con una media sonrisa y pone los ojos en blanco negando con la cabeza.

- ¿Y lo dices tú no? - Susurra antes de entrar al taller.

Comemos allí todos juntos y tras algunas horas de hablar y risas, me despido para quedar un rato con mi grupo. Hacia demasiado que no los veía.

Me invento un par de excusas del porqué no bajo tanto, y al tener el apoyo de David, todos parecen creerme.

Vamos a pasar la tarde al centro comercial a comprar y tomar unas cervezas en un bar. Cuando son las 8 de la tarde mi móvil vibra con la llegada de un mensaje.

Alex

Esta noche hay una fiesta, a eso de las 10. Tengo que comprobar cierta información. Te necesito allí.

Yo

Cuenta conmigo, pasa H a buscarme?

Àlex

Sip. Arréglate.

Guardo el móvil en el bolso. Después de media hora, me voy a casa para comenzar a prepararme.

PURO VENENO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora