Parte 39

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Me paso el resto del día durmiendo, sin comer y encerrada en la habitación. Realmente me siento fatal, y más aún cuando meto mi mano decenas de veces en el bolsillo para coger otra pastilla y descubrir que no están.

"Maldito Hugo."- Pienso enfurecida.

Cojo una manta y la paso por encima de mis hombros, como puedo, salgo de la habitación apoyándome en cada pared del largo pasillo que conecta con el salón.

- Vamos Daniela, no me jodas, puedes con esto y más.- Me susurro a mi misma.

Esto no deriva sólo de las pastillas, aunque también. Las subidas y las bajadas hacían que solo me preocupara por eso, y puede que lleve varios días sin comer ni dormir.. no lo recuerdo muy bien.

Abro la puerta del salón para descubrir que está vacío. Cojo las deportivas del suelo, me las pongo y tiro la manta al suelo. Ando con pequeños pasos a la cocina de donde salen unas voces.

- ¿De verdad no piensas contarla lo de su hermano?- Grita enfadado Hugo.- No puedes utilizarla de esa forma.

- ¿Y qué coño quieres que haga? ¿La despierto ahora mismo y la digo, oye Dani que como no saques nada de información útil, tu hermano va a acabar igual que Marc?- Rebate el rubio en el mismo tono.

- Tampoco creo que ahora mismo se entere de mucho de lo que está pasando... Solo tienes que mirarla.- Añade Jaime en un tono más tranquilo.

Tomo fuerzas de mi interior y paso por la cocina despacio hacia la puerta de la salida. Por suerte no me ven, asi que continúo avanzando. Miro la mesita de la entrada donde está la pequeña bolsita con las pastillas, la cojo y me las guardo en el bolsillo trasero. Abro la puerta en silencio y salgo del apartamento. Guardo el móvil en el bolsillo de mi pantalón y bajo las escaleras hasta llegar a la calle.

Tomo una gran bocanada de aire y la suelto apoyándome en la puerta del portal.

- ¿Todo bien?- Sergio le da una calada a un porro que sujeta entre sus manos y me mira sonriente.

Me sobresalto al escuchar su voz, pero trato de disimular mi estado actual y me acerco a él.

- Perdón, no te había visto. - Miro su mano y estiro la mia para coger el canuto de este. - ¿Te importa que le dé?

Él niega con la cabeza y le doy varias caladas seguidas. Mi cuerpo se relaja totalmente, absorbiendo el humo que llega a mis pulmones y sale por mi boca unos segundos después. Se lo devuelvo y le agradezco con la mirada. Este, le da unas caladas más y lo tira al suelo.

- ¿Subes?- Pregunta antes de llamar al portero.

- No, voy a por algo de comer. Lo cierto es que tengo hambre. - Disimulo sonriente y tras despedirme de él voy calle abajo en dirección a mi casa.

Al llegar, me agarro en la puerta tratando de no desmayarme allí mismo. Con cuidado, abro la puerta y me meto en el interior.

Tomas sale de la cocina y me mira fijamente, preocupado. Suelta el sándwich de sus manos dejándolo caer al suelo y me coge en brazos dejándome con cuidado en el sofá.

- Daniela, ¿Estás bien? Daniela, por favor.- Me agita bruscamente del hombro para que reaccione.

- Te- te importa traerme algo de comer, por favor.- Murmullo en un hilo de voy casi inaudible.

Cuando se dirige con rapidez a la cocina, me tomo una de las pastillas azules con agilidad.

Tras comer un taper de macarrones recalentados, me siento con muchas más fuerzas. Observo como mi hermano me mira, en completo silencio. Ahora viene la parte mala, en la que me tengo que inventar una excusa, nunca fui buena en eso, y últimamente es lo único que hago.

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