La dejo delicadamente en la cama y me tumbo a su lado. Me quito el condón y haciéndole un nudo lo tiro a la papelera. La observo detenidamente mientras recupera la compostura.
"Es jodidamente preciosa."- Pienso.
Se levanta de un brinco, intentando tapar su cuerpo desnudo. Sé que la da vergüenza estar así delante de mi, a pesar de todo, y eso me pone todavía más. Muerdo mi labio observando cada centímetro de su piel mientras se viste. Me coloco los calzoncillos y la ropa aún sin dejar de mirarla. No puedo apartar mis ojos de ella.
"¿Que coño me estás haciendo, niñata?"- Me pregunto.
Sabia que me traería muchos problemas desde aquella noche en el bosque. Aunque en lo más profundo de mi la echaba de menos, no quería que se metiera en toda esta mierda, ella es muy fuerte, pero no para esto.
Solo hay que verla, te sonríe y trata de hacerse la dura, pero cada día parece estar más y más destrozada, como si de un soplo de aire alguien la fuera a derrumbar... y mi vida era un torbellino que arrasaría con ella si seguía así. Pero no podía hacer nada.. ya estaba metida hasta la médula, y se que si me alejara de ella, posiblemente se metería más aún. Al menos esa era la excusa que me ponía cada día para no separarme de ella.
Lo cierto es que desde ayer por la noche se comporta algo raro, es cierto que parece haber vuelto un poco a ser ella.. pero esta mañana.. cuando la vi me rompí en diez mil cachos. Parecía enferma, como si de verdad estuviera a punto de derrumbarse, y yo lo hice con ella.
Salimos de su casa tranquilamente y nos montamos en el coche. Bajo las ventanillas y pongo la música de su emisora favorita. Necesito verla cantar, necesito verla sonreír, y sé que esto la encanta. Me mira sonriente, se apoya en el marco de la ventana mientras conduzco. Cierra sus ojos para sentir cada milímetro de aire.
Continúo con el camino, intentando sonreír, intentando... pero no puedo. La imagen del baño vuelve a mi cabeza, y no hay forma de que desaparezca.
Eso no era un paracetamol, ella lo sabia, yo lo sabia. Vi perfectamente como se tragaba aquella puta pastilla azul de la que algún día fui tan fan. La sensación era increíble, he de reconocerlo, pero la hostia que te daba cuando el efecto se iba... solo se pasaba con un subidón aún mayor. Al principio es solo una o dos al día, pero llega un punto que las tienes que combinar con más mierdas para que te funcionen, por eso dejé de beber, dejé las pastillas... lo único que no pude dejar fueron los porros, la verdad es que es lo único que consigue calmarme y aguantar toda esta mierda.
Bueno, era lo único.
Casi sin darme cuenta, llegamos al taller. Aparco y ambos salimos del coche. No me espera, entra dando pequeños brincos y esbozando una sonrisa de oreja a oreja, lo cual me confirma que aquella pequeña cosita azul, era lo que yo creía.
Me apoyo en la puerta al entrar y observo como se coloca en la encimera donde siempre se suele sentar. Àlex la mira, sonriente, y la toma de las piernas acercándola a su cuerpo.
Mi mandíbula y mis puños se tensan, y más aún cuando me doy cuenta de que a ella le divierte la situación.
- Bueno, ¿algún plan?- Pregunta.
- Tenemos que seguir trabajando hasta dentro de..- Sergio mira el reloj antes de proseguir.- Cinco horas y trece minutos.
- ¿Aún?
Todos los chavales asienten, cansados. Me acerco a la pareja y doy unas pequeñas toses falsas haciendo así que ambos me miren. Àlex separa sus labios del cuello de la chica y me mira, molesto.
- Necesito hablar contigo.
-¿Puede ser en otro momento?- Su voz suena dura, sé que no le ha gustado una mierda que le interrumpiera.
Estoy a punto de decir que si cuando la miro. Ella evita mirarme con cara de vergüenza y muerde su labio inferior con cierto nerviosismo. Sé que no quiere estar con él.
- Es por dejarlo aclarado cuanto antes.- Le susurro.
Asiente y malhumorado me acompaña fuera del taller. Ambos nos apoyamos en el coche. Le ofrezco un cigarro, y yo me enciendo otro.
- Tú dirás.
- Mañana es el cumpleaños de mi madre, era para recordarte que no vendré a trabajar y posiblemente Raul tampoco podrá ir a donde tu tío.
- Tranquilo, yo hablaré con él, no creo que os ponga ningún obstáculo.- Da una profunda calada a su cigarro antes de seguir hablando.- ¿Como va la búsqueda del Martin ese?
- Dicen que es uno de los más "poderosos" del sur, es primo de Marc y posiblemente sea alguien importante. - Le miro, curioso. - Sea como sea, saben que vamos a por ellos después de haber enviado a dos de sus chavales al hospital. No será fácil dar con ellos.
- De acuerdo.- Pasa sus manos por su pelo rubio y mantiene el cigarro en la boca dándole varias caladas antes de volver a cogerlo y tirarlo al suelo. - Se lo comentaré a los chicos para que le busquen, tú preocúpate de darle un buen cumpleaños a Isabela.
Se aleja de mi en dirección a la entrada nuevamente.
- Espera, eso no es todo. Tenemos que hablar.- Se detiene en seco y da una vuelta sobre sí mismo para mirarme nuevamente. Se apoya en la puerta del taller, esperando a que hable.- Lo sé.
- ¿Que sabes Huguito?
- Se que le estás dando esa mierda, lo que me dabas a mi cuando me dio por buscar a mi padre. - Me acerco a él para no tener que gritar.
- ¿Te lo ha dicho ella?
- Creo que lo tomé el suficiente tiempo como para saber los efectos que tiene y que eso no haga falta.
Asiente y forma una leve sonrisa en sus labios.
- Ella me lo pidió.
- Ya bueno, no creo ni que ella supiera de la existencia de esas pastillas.
Ambos nos miramos fijamente, serios, desafiantes, como tratando de quedar uno por encima del otro. Hasta que Àlex decide hablar.
- Lo que no entiendo es porque a ti te importaría lo que tome ella o deje de tomar. ¿No me juraste aquella noche que no te volverías a acercar a ella a no ser que yo te lo pidiera? ¿No te la estarás follando, verdad Huguito?
Mis músculos se tensan, no sé si de rabia o impotencia. Respiro, intentando tranquilizarme, antes de responder.
- Sabes de sobra que no, Àlex. Solo pienso en el negocio. Sabes de sobra que con esas pastillas un día estás al 200% y al siguiente no puedes ni moverte del sitio. Si tanto la necesitas para un futuro.. eso puede joderlo todo. - Miento. Cojo el cigarro de mi boca y lo tiro al suelo antes de pisarlo.- No sé aún porque tienes tanta insistencia en ella cuando hay miles de personas mucho más capacitadas para todo esto, mucho más que una niñata rica.
- H no te metas en asuntos que no son tuyos... Hay cosas que ni siquiera tú sabes. - Fuerza una leve sonrisa.
- Entiendo, es tu negocio, no el mío.
Paso por su lado para entrar, pero me agarra del brazo haciendo así que nos miremos ambos frente a frente.
- Y ella tampoco es tuya, es mía. Que no se te olvide.
Entramos ambos al edificio cuando se empieza a escuchar música de Romeo Santos sonar a todo volumen.
Entro en la sala para descubrir a varios chicos cogidos bailando Bachata mientras Daniela les enseña a moverse.
- Yago por favor, no es tan difícil.- Se agarra a él y le guía como mover la cadera.- Mira, paso, paso, cadera. Paso, paso, cadera. Alante, atrás, y ahora... ¡vuelta! ¡Esaaaa essss!
Choca los cinco con todos y nos mira sonriente a Àlex y a mi que estamos parados en la puerta.
- ¿Que coño...? - Susurra el rubio.
- Empezamos a hablar y se propuso a enseñarnos Bachata, nunca viene mal saber de más. - Contesta Jaime mientras continúa moviendo la cadera.
Una gran sonrisa se forma en mis labios, haciendo que comience a reírme a carcajadas. Hacia mucho tiempo que no me reía así, la verdad. Todos me miran sorprendidos, para después seguirme con las risas.
"Niñata.. eres de lo que no hay."
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PURO VENENO
Teen FictionNo se como empezó todo. Quizá fue mi culpa, quizá realmente exista un destino que está escrito desde el momento en que nacimos. Quizá en mi destino estaba escrito que tendríamos que coincidir, que tendría que recordar un pasado que pensé que había...