Capítulo 3

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CAPÍTULO 3

POV Beatriz

Estoy agotada, después de este día con tantos altibajos y después de arrojar por fuera de mi cama la maldita bolsa de recuerdos, me levanto dispuesta a organizar mis cosas para tratar de descansar un poco.

Saco mi diario del bolso y lo giro mirándolo entre mis manos. Él lo había tomado de mi oficina, lo hizo justo cuando yo entré con Michel y lo encontré ahí en presidencia. Lo tuvo con él todo ese tiempo.

¿Cuánto alcanzó a leer?

Suspiro profundo y empiezo a pasar las páginas, voy leyendo fragmentos salteados, una historia de amor, alegrías, ingenuidad, sufrimiento y desamor que conozco tan bien y que ahora sé que él tuvo oportunidad de conocer, ni más ni menos que de mis propios labios.

Conecto los puntos y ahora entiendo.

Eso fue lo que las chicas del cuartel me avisaron, esto es lo que lo tenía como loco.

Esto justamente, lo que pudo leer de mi diario mientras se ahogaba en alcohol encerrado en su oficina.

Después de verme con Michel en mi oficina y antes de que saliéramos de la empresa.

Pero no puedo evitar preguntarme... ¿Por qué leer mi tragedia lo volvería loco si a decir verdad nada tiene ya que ver eso con su empresa y su maldito juego de poder?

Dice que me ama, vuelve y me lo repite, pero en realidad lo que no soporta es saber que no puede volver a ganarme, a controlarme y tenerme a su disposición.

Su ego no soporta ver que ya no puede jugar conmigo.

Él no sabe lo que es amar a alguien, solo quiere satisfacer su capricho y está muy seguro de que voy a creerle que algo de lo que me decía y hacía conmigo en ese entonces era verdad.

No puedo seguir esperando a ver que se le ocurre a Don Armando Mendoza hacerme a la siguiente oportunidad que tenga. No quiero seguir ni un minuto más en su empresa si él no va a dejarme tranquila.

Necesito pensar y tengo que tomar una decisión hoy mismo. Para mañana es tarde.

Ya no soporto más la situación en Ecomoda, ya no soporto más tener que verlo a él, todos los días, paseando por los pasillos con su cara de gran ejecutivo cuando no es más que un manipulador, un maldito que creer tener derecho a seguir causándome dolor y confusión como si no pasara nada.

Estoy cansada de tener que fingir todo el tiempo, de aparentar frente a Doña Marcela que nada pasa y que no me muero de la rabia y los celos con cada uno de sus acercamientos calculados e intencionales a él estando frente a mí.

Lo que más deseaba cuando me fui de aquí era dejar de aparentar, fingir y mentirme a mí misma, dejar de ser quien no soy en realidad. Ya no soporto esta situación.

Y no soporto saber que, a pesar de todo, muy a pesar de todo el esfuerzo que hago por alejarme de Armando Mendoza y detestarlo por lo que me hizo y me sigue haciendo, mi corazón se niega a colaborarme, no pierde momento para hacerme girar la mirada hacía él con lástima, con nostalgia... con amor.

Sé que mientras siga tan cerca de él no podré ponerle un freno a estos sentimientos así que algo tengo que hacer.

Suspiro pesadamente mientras dejo el diario en mi mesa de noche, lo último que quiero es escribir en él. No ahora que prácticamente siento su energía en las hojas que acabo de pasar, sé que suena muy ridículo pero lo siento a él ahí.

DesesperaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora