Capítulo 10

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"A veces, la revelación divina sólo significa adaptar tu cerebro para escuchar lo que tu corazón ya sabe."

―Dan Brown

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CAPÍTULO 10

POV Beatriz


Yo no tengo idea de porque he dejado que las cosas se dieran así.

Muy en mi interior algo se contorsiona cada que pienso en retractarme, en alejarme de nuevo, en poner distancia, mientras tanto otro algo, uno más oscuro y enojado que ha tratado de salir mil veces pero sigue atrapado detrás de mi corazón insiste en que debería, en que estoy siendo una idiota. Yo ignora la voz de la sombra, aunque si lo pienso con lógica un poco estoy segura que llegaría a la conclusión de que debía hacerlo.

Debería poner distancia de nuevo.

Hace apenas unas horas, en el Almirante Padilla, ese hombre me confesaba que no contento con haberse burlado de mí jugando a enamorarme para recuperar su empresa y destruyendo mi vida entera de paso, se había atrevido también a tomar mi diario personal de mi bolso, después de entrar a mi oficina, lo había leído y lo tenía con él.

Es algo horrible, abusivo, egoísta y totalmente irrespetuoso. Yo tuve ganas de golpearlo ahí mismo, en esa mesa donde acababa de darme una serenata frente a todo el mundo. Pero nunca he sido persona de estallar tan fácilmente, he aprendido con el tiempo y los golpes. Muchos, muchos golpes.

¿Por qué carajos no puedo enojarme con él lo suficiente y odiarlo con todas mis ganas?

No paro de preguntarme el por qué estoy haciendo todo esto así, sin sentido, sin coherencia sin contar conmigo misma.

Sé que dije que todas las otras cosas yo ya se las había perdonado en Cartagena, antes de regresar, y no esperaba que fuera fácil mantenerme en eso, pero había decidido que sus monstruosas acciones hacía mí no me arrastrarían al fondo del abismo con él. Yo me liberaría de la carga oscura del odio y el resentimiento, no sería su víctima para siempre.

Pero entonces algo me hace dudar, ¿Por qué razón insistiría en acercarse a mi si ya lo de la empresa está solucionado y no necesita ni siquiera hablarme mucho en estos momentos?

¿Si es verdad que regresó con Doña Marcela y están tan bien, porqué insiste en buscarme y seguir diciéndome que me ama?

¿Por qué cuando yo me fui de Ecomoda después de la junta, cuentan todos de cómo se enloqueció y estuvo bebiendo por los rincones, acabado, maltrecho y desesperando preguntando por mí a todo mundo, buscándome a cada rato, llamando a mi casa?

Tengo tantas dudas, tantas preguntas no solo para mí sino para el destino, para la vida y seguramente para Dios. Pero por lo que veo ninguna me será contestada a menos que esté él involucrado, porque la otra mitad de esta historia solo la tiene Armando Mendoza.

Si en realidad estaba conmigo por obligación, si solo sentía repulsión y me besaba con tanto asco... ¿Por qué seguir insistiendo?

Ya era libre del castigo de enamorar a su horrible asistente, ya tenía su empresa asegurada de vuelta. ¿Y entonces que pasó?

Voy camino a mi casa con Doña Catalina, sentada a su lado en el asiento delantero de su auto, apoyo mi brazo en el vidrio de la ventana fría por el inclemente clima bogotano de la madrugada y me sostengo en la mano la cabeza, hace unos minutos salimos de la clínica pero apenas y hemos intercambiado palabras.

No puedo parar de pensar, mi cabeza es un lio de ideas, sensaciones y recuerdos. Algunos muy tristes, otros tan ambiguos que no hacen más que seguir confundiéndome. Pero otros... otros son suficiente aliciente en sí mismos para seguir haciendo lo que hice, para seguir aceptándolo en mi proximidad, para intentar darle un vuelco a esta historia de mierda que hemos tenido.

DesesperaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora