Capítulo 5

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Me siento sólo, lo sé,

nunca supe de nada tanto en mi vida,

solo sé que me encuentro muy sólo,

y que no estoy allí.

Mis disculpas por sentir así,

nunca mi intención ha sido ofenderte.

Nunca soñé con quererte,

ni con sentirme así.

Mi aire se acaba como agua en el desierto.

Mi vida se acorta pues no te llevo dentro.

Mi esperanza de vivir eres tú,

y no estoy allí.

Espero, Mario Benedetti

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CAPÍTULO 5

POV Armando


Puedo sentir el punzante ardor en las cortadas de mis pómulos que Beatriz está limpiando, debo tener bastante sangre goteando aún, y me duele un montón, pero ella trata de ser muy suave, delicada, el ángel que siempre ha sido.

Debo reconocerle que no parecer estar disfrutando de esto porque no es una mujer vengativa, ni siquiera en esos momentos en que podía haber guardado resentimientos contra quienes la hirieron durante tanto tiempo. No. Betty no es una persona rencorosa.

Y lo que me hizo a mí, pues eso yo lo merecía. En realidad le agradezco haberme aterrizado, que ella me hiciera estrellarme así fue lo mejor. Ni por un segundo puedo culparla.

-Perdón Beatriz, lo siento tanto, yo nunca quise hacerle daño, por favor perdóneme –logro susurrarle mientras trata con toda la concentración de hacer algo por unas heridas que se van a ver hermosas mañana.

Me lanza una mirada de hastío. Pero al menos me ha mirado sin gritarme.

-No debería estar hablando doctor –vuelve a su trabajo, tomando un pedazo nuevo de gasa -. No es el momento, si sigue hablando se va a volver a ahogar –afirma enfocando su mirada en una de las heridas en mi pómulo.

Está tan cerca de mí que el dolor pasa a un segundo plano.

-No sé si tendré oportunidad de que vuelva a escucharme, de decirle lo que siento, no al menos antes de poder desmayarme, no me culpe por intentarlo.

Apenas me mira sin contestarme nada y tomo eso como mi señal para seguir, justo en el momento en que pasa a otro de los cortes, uno en la barbilla que cuando toca con el antiséptico me hace ver estrellas.

No puedo evitar moverme con un pequeño quejido.

-Lo siento doctor -afirma con pesar -Está muy sucio porque su cara estuvo en el suelo, tiene que quedar bien limpio o puede infectarse. Vuelve a limpiarme con algo de fuerza y no logro evitar moverme un poco.

-Ouch!

Yo diría que fue a propósito, pero también diría que es mucho menos de lo que me merezco.

Se detiene y me mira con un dejo de tristeza y algo de ironía.

-Tiene que aguantárselo, lo siento, si se queda quieto termino más rápido.

-Juro que aguantaría punzadas de miles de agujas hirviendo, si fuese eso lo necesario para ganar tan siquiera la más pequeña oportunidad de que usted me escuchara lo que tengo que decirle Beatriz.

DesesperaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora