Capítulo 7

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"Entonces sentí una tremenda opresión en el pecho, una opresión en la que no parecía estar afectado ningún órgano físico, pero que era algo asfixiante, insoportable. Ahí, en el pecho, cerca de la garganta, ahí debe estar el alma, hecha un ovillo."

― Mario Benedetti

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Se han ganado un pequeño corte que quedaba pendiente, gracias por todo su apoyo.

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CAPÍTULO 7

POV Armando


Siento como me despierto de una profundo sueño, estoy confundido y me asusto porque no entiendo bien donde estoy.

Abro los ojos un poco y alcanzo a ver unas paredes blancas a mí alrededor.

¿Qué rayos pasó? ¿Dónde estoy?

Muevo mis manos y siento como están pesadas, mis brazos apenas responden, igual mis piernas.

No he tenido mucha experiencia pero me atrevo a decir que estoy bajo el efecto de un sedante.

Mi pecho se siente adolorido y me cuesta mucho respirar, es como si alguien estuviese oprimiéndome.

El olor a desinfectante tan típico a las clínicas y hospitales me confirma que seguramente estoy en un sitio de estos.

Dejo los ojos cerrados y trato de hacer memoria, de recordar cómo fue que terminé en una cama de hospital.

Mi mente está borrosa, confusa y muchas imágenes aisladas empiezan a llegar frente a mis ojos. Un flasheo rápido de quedarme solo cuando ella se fue en el bar, de verla partir con el francés, luego llegar frente a su casa y después los infelices esos. Golpes, burlas, más golpes, patadas. No pude reaccionar y la impotencia se reemplaza por resignación en cada una de esas últimas imágenes.

Si no me mataban ellos lo haría Beatriz. Igual yo ya estaba perdido.

De pronto una sola de las imágenes se queda el tiempo suficiente como para darme la calma que busco.

Beatriz Pinzón Solano, la dueña de mi ser y mi alma, dándome un beso en la frente justo antes de que me alejaran de ella en una silla de ruedas.

Y después un cúmulo de recuerdos confusos de los médicos y enfermeras, cosas que decían sobre mí y los bajos niveles de oxígeno que estaba recibiendo, de cómo me llevarían a un TAC y sobre todo, de cómo debían prepararse en caso de requerir una cirugía de emergencia.

Fue ahí que me alteré. Apenas podía respirar y nadie me explicaba nada, así que empecé a moverme y reclamar angustiado alguna atención por parte de los médicos, de alguna enfermera, que alguien me explicara porque tenían que hacerme una cirugía si solo tenía algunos golpes.

Respondió una enfermera que yo ya debería estar sedado y le pidió a otra que incrementara la dosis para que pudiesen proceder conmigo.

Rogué que me explicaran y una doctora muy joven me dijo que me harían unas punciones para extraerme la acumulación de sangre en mi pulmón, que me llevarían a una sala con un TAC porque era algo delicado y que debía quedarme muy quieto.

Justo en ese momento hizo efecto el incremento en el sedante y hasta ahí puedo recordar.

Supongo que me fue bien porque estoy aquí y no en medio de nubes y angelitos cantando.

Lindo sentido del humor Armando, ¿En verdad crees que te vas a ir para ese sitio? ¡No mijo! Vas es derechito para el infierno por todo lo que has hecho, a tostarse por aquellos lados por la eternidad es que te vas a ir.

DesesperaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora