Capítulo 26

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"No pude haberte soñado en la existencia porque yo ni siquiera sabía que te necesitaba. Tú debes haber sido enviada a mí".

― Kamand Kojouri


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CAPÍTULO 26


POV Armando


Abro los ojos, noto la oscuridad de la habitación y siento algo que por un segundo me confunde pero luego me brinda una felicidad enorme.

Ella sigue dormida en mis brazos. Pasó la noche en mi cama, durmió aquí para dejarme protegerla, acompañarla, velar su sueño.

Se siente segura conmigo, y solo Dios entiende lo mucho que esto me devuelve a la vida, lo mucho que para mí significa, después de todo lo que hemos pasado los dos, después de todo lo que yo le he hecho a mi Betty.

Está profunda, dormidita con una expresión de serenidad, como si fuera un ángel que ha caído de su lugar allá arriba para dejarse envolver por mi calor, para acurrucarse a mi lado, pegando su cuerpito menudo al mío con la mayor naturalidad del mundo.

Su mano continua en mi pecho, y su pierna buscó comodidad en quien sabe qué momento de la noche porque ahora está prácticamente sobre la mía.

Y sí, estoy sufriendo al extremo con esta cercanía de mi pequeño ángel pero a la vez me siento bendecido por la oportunidad de demostrarle que he cambiado, que soy ese nuevo Armando Mendoza con el que puede contar incondicionalmente, ese que pretende ser su verdadero amigo y al mismo tiempo darle todo el amor y los cuidados que solo se le pueden dar a un alma gemela.

Anhelo que pueda confiar en mí, que me crea cuando le digo que estoy para lo que ella necesite, que soy incondicional y que nunca más volvería a lastimarla.

Miro hacia la ventana, cubierta aún por la cortina pero que ya está siendo atravesada por el primer brillo de la luz del día. Está amaneciendo.

Quisiera que el tiempo se congelara aquí y ahora.

Entonces siento que se mueve un poquito, se empieza a despertar, abre apenas los ojos y me mira algo confundida por un segundo, pero después me sonríe.

-Buenos días Betty –la saludo yo devolviéndole la sonrisa.

-Buenos días Armando –me responde mientras acaricia con apenas un roce de su mano en mi pecho un par de veces.

-¿Se siente mejor Betty, no tuvo más pesadillas? –pregunto acariciando con mi mano izquierda el brazo que ella tiene sobre mi pecho.

-Me siento bien, no más pesadillas, gracias ¿Y usted cómo se siente? –me pregunta abriendo más los ojitos, tratando de deshacerse de la neblina del sueño.

-Yo estoy maravillosamente bien, considerando que podría dolerme todo más de lo que me duele ahora, pero tenerla a usted aquí conmigo vale cada instante de dolor que he tenido desde antes de ayer.

-Pero está como exageradito esta mañana doctor Mendoza –me regala una risita de las suyas –No todo ha sido tan malo desde ese entonces, más bien ha de ser que no se despertó a tomarse el analgésico que le tocaba a las seis.

-No señora, no lo he tomado, pero es que no quiero moverme de aquí Betty –le digo haciendo puchero.

-Yo también estoy muy cómoda, pero tengo que darle su pastilla.

DesesperaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora