"Tu alma gemela no es alguien que entra en tu vida en paz, es alguien que viene a poner en duda las cosas, que cambia tu realidad, alguien que marca un antes y un después en tu vida. No es el ser humano que todo el mundo ha idealizado, sino una persona común y corriente, que se las arregla para revolucionar tu mundo en un segundo".
― Mario Benedetti
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CAPÍTULO 17
POV Armando
Jamás pensé que terminaría adorando tanto su manera de reír, recuerdo bien que en un principio me pareció muy extraña e incluso molesta. No voy a negar que en aquel momento era un idiota que rechazaba todo lo que no cumpliera los estándares sociales determinados por la gente de alta alcurnia entre la que crecí.
Para cuando entendí lo que es realmente valioso en esta vida, en lo importante de ser tan único y especial en medio de montones de copias baratas hechas con el mismo molde, ya era demasiado, demasiado tarde, porque el daño estaba hecho, me había dejado enredar en ese maldito juego de desconfianzas y engaños, había vendido mi alma al diablo para conservar mi empresa y había destruido a la persona más valiosa en vida, a mi Betty.
En este instante que escucho su risa yo recuerdo tantos y tantos momentos de complicidad que tuvimos, tantas miradas, sonrisas y toda esa confianza y aprecio que ella me tenía. Y sé que tengo que dar mi vida entera para asegurarme que ella vuelva a reír como lo hacía antes, que tenga de nuevo motivos para estar alegre y para reír conmigo.
Pero no es solo su risa, porque ella sigue sosteniendo mi mano y esa, esa es mi nueva adicción. Por fin puedo tomarla de la mano sin temores, sin pensarlo, sin medirme.
-Bueno, veo que le parece gracioso Beatriz pero yo preferiría una cena romántica, con un delicioso postre de chocolate y un delicado vino para completar, antes de que fuéramos a parar a la ducha, es más, yo de hecho preferiría una tina o un jacuzzi, si pudiera elegir –aseguro juguetonamente mientras ella aún sonríe.
-Se divierte mucho, por lo que veo –afirma ella siguiendo mi juego –Pero no creo que hoy sea su día de suerte Doctor.
La miro y suspiro profundamente.
-Pues vea –le respondo en un susurro mientras acaricio su mano con cuidado de no lastimarme -Estoy vivo y usted está a mi lado Betty, está sonriéndome y tengo su mano en la mía, lamento contradecirla pero si, para mí es un día de suerte, y espero tener muchos, muchos más.
Desearía poder seguir diciéndole Betty, pero en momentos aún la siento incomoda con mi cercanía, no quiero exagerar y molestarla con mis acciones.
Ella va a responderme algo cuando por la puerta regresa la enfermera.
-Disculpen, tengo que retirar la canalización de su mano señor Mendoza, ya le están gestionando los papeles para su salida.
Sonrío emocionado y ella me devuelve la sonrisa mientras suelta mi mano canalizada.
-Por fin me voy Betty, que alegría –exclamo muy emocionado -¡Gracias Dios mío!
La enfermera organiza sus cosas, una pequeña bandeja donde tiene el algodón y lo necesario para hacer su trabajo, liberarme de ese doloroso pedacito de tubo plástico.
-Respire profundo, va a sentir una leve molestia –me advierte mientras toma mi mano con cuidado y empieza a despegar el adhesivo especial. Instintivamente mi otra mano busca la de Betty, sé que parezco un niño pequeño pero estas cosas de hospital nunca me han gustado.
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Desesperación
Hayran KurguArmando no permitirá que Betty se vaya para Cartagena con el francés. Hará lo que sea por reconquistarla. O al menos eso es lo que sigue diciéndose a si mismo. Una historia escrita en honor a Yo Soy Betty, La Fea, la única y original, escrita por F...