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⇝Desde que había obtenido su nuevo empleo de medio tiempo, Park Jimin portaba una sonrisa radiante, junto a su uniforme reflectante de color rojo. Es que, realmente estaba necesitando la buena paga de ese lugar, para dejar definitivamente los dormitorios de la universidad. No es que se quejara de su compañero de cuarto, pero el chico era un exhibicionista que le gustaba presumir todo el tiempo, ligándose a media facultad. Jimin solo quería un poco de paz para estudiar y dormir, sin interrupciones.

Sin embargo, aunque su jefe era un tipo joven y entusiasta, había un factor que no encajaba en su ecuación. O más bien, alguien. Y es que, en el paseo donde se encontraba el restaurante en el que trabajaba, había muchas tiendas más, de distinto tipo; librerías, boutiques, cafeterías, y frente a su trabajo, una colorida florería. Incluso, su nombre, era alegre... Florería "Pétalo".

Pero, la floristería en sí, no era el asunto, sino, el que Jimin suponía, sería el dueño. No estaba seguro si el hombre extraño, lo odiaba o sólo lo detestaba, pues, cada vez que llegaba a trabajar y él estaba acomodando sus bellas flores, huía. Bastaba con que sus miradas chocaran una fracción de segundo, y el rubio dueño de la tienda, buscaba cualquier forma para desaparecer de su vista.

Su huraña actitud, sólo acrecentaba la curiosidad de Jimin, quien, en un intento de mostrarse como un buen vecino, le regaló una sincera sonrisa, desapareciendo sus ojos en dos medias lunas. Aquello sólo lo empeoró, pues, sus ojos se abrieron en asombro y su rostro palideció aún más de lo que ya era. En su intento de escapar, luego de no poder mantenerle la mirada, tropezó torpemente con el balde de agua en el cual transportaba las rosas, creando un desastre. Sintiéndose profundamente apenado por el hecho, Jimin prácticamente corrió a ayudarle.

—¿Está bien? —preguntó amablemente el universitario, sintiendo al otro tensarse visiblemente, sin alzar la mirada. Sacudió el agua de sus zapatos, con las puntas de las orejas comenzando a cubrirse de rojo. —¿Puedo ayudar en algo? —ofreció.

—No —respondió el hombre, con voz cortante, ansioso por huir de él. —Déjame, yo puedo solo.

—Oh... bien —ante la descortés manera de responder, al chico no le quedó más que regresar a su trabajo, preguntándose cuál era el problema del tipo ese.

Él sólo había querido echarle un mano, no necesitaba ser tan grosero con él. Unos minutos después, el segundo a bordo de la florería, un chico joven de pelo castaño y anteojos de marco grueso, salió con un trapero a limpiar el desastre ocasionado, recogiendo de paso, las rosas pisoteadas. Jimin suspiró sonoramente, espiando desde el ventanal del restaurante, a la espera de su primer pedido.

—¿Pasó algo, Park? —preguntó su jefe, tratando de leer la respuesta en sus ojos marrón claro.

—¿Sabe usted algo del... dueño de la florería? —dijo, contestando con otra interrogante. Kim Seokjin frunció los labios, en un gesto pensativo.

Entre Lirios & Peonías [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora