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⇝ Una semana más tarde, Yoongi estaba temblado de pies a cabeza, mientras acomodaba su cabello en el espejo, y aplicaba un poco de perfume en su cuello. Le había costado horrores tomar esa decisión, pero el no volver a ver a Jimin en su tienda, consiguió alentarlo a hacer algo al respecto. Su ayudante y amigo tenía razón, si no conseguía dar el primer paso hacia él, le perdería para siempre.

Como un mantra, en su mente se repetía una y otra vez que Jimin merecía eso y más. Él valía el esfuerzo que estaba haciendo, él debía ser recompensado, después de tantos desplantes.

Miró en su florería, pensando en que las flores que mejor detallaban lo que pasaba por su cabeza, eran las peonías rosadas. Con manos vacilantes y la respiración agitándosele, eligió una cantidad considerable, rayando en la exageración. Taehyung observó el actuar de su jefe, en completo silencio. No se atrevió ni siquiera a desearle suerte o darle ánimos, para no tirar abajo su débil determinación. Yoongi dio un par de vueltas más por el local, tomando una tarjeta para dedicatorias y garabateando algo que el castaño no alcanzó a leer. Lo acomodó entre las peonías y regresó al espejo otra vez. Estaba retrasando lo inevitable, y lo sabía, pero era su manera de armarse de un valor que no tenía, para dar el primer paso.

—Vamos... —se susurró frente al espejo. —Él espera esto... él lo merece... hazlo por él —repitió su mantra, tomando dos bocanadas grandes de aire y saliendo finalmente de la florería como un rayo, haciendo bailar las campanillas de la puerta, ante la mirada sorprendida de Taehyung.

Caminó tanto como le duró el primer impulso, llegando casi a la entrada del restaurante. Sin embargo, se detuvo, tentado a dar la media vuelta. Permaneció de pie allí, con el corazón palpitando ruidosamente en sus oídos y, el sudor cubriéndole la frente y las palmas de las manos. Sentía que colapsaría en cualquier momento. Con algo de fuerza, presionó los tallos de las peonías, concentrándose en respirar, cerrando sus ojos.

Manteniéndose así, casi sin mirar, abrió la puerta del Bon Apettit, dejando salir una exhalación, antes de abrir adecuadamente sus ojos. Lo había hecho, cruzó la calle y entró al lugar. Estaba consiguiendo más que un primer paso fuera de su zona de confort y quería reírse de pura dicha, por ser capaz de atreverse a tanto.

—Bienvenido a Bon... Oh... —Seokjin, viendo el enorme ramo, de la mano del dueño de la florería, abrió su boca. Ni siquiera esperó a que el hombre le detallara el motivo de su visita, antes de correr a la cocina, en busca de Jimin; quien esperaba por una orden. —Jiminie... ¡tienes que venir, ahora! —ordenó y el chico alzó sus cejas en una pregunta silenciosa. —Tu Yoongi-ssi... te está esperando en la entrada.

—¿Qué? —su expresión mutó a una de desconcierto total, incapaz de creer en lo que decía su jefe. Por lo que, guiado por su curiosidad, caminó hacia la entrada, para averiguar qué pasaba.

Lo primero que sus ojos captaron, fue el gran ramo de peonías rosadas, tras el cual se ocultaba el enrojecido rostro avergonzado de Min Yoongi. Al verlo, enmudeció totalmente, creyendo que comenzaba a alucinar, mientras el rubio se escondía más detrás de las flores en sus manos, temeroso de hacer contacto visual con él. Lo siguiente que supo Jimin, es que estaba sonriendo tan amplio que sus mejillas dolieron y su vista se nubló de lágrimas por derramar. La felicidad lo embargó por verle allí, justo como estaba deseando que pasara desde hace días.

Lentamente, caminó los pocos pasos que los separaban, y el rubio extendió el ramo con torpeza, chocando con su pecho, y tirando algunos pétalos al suelo. El pelinegro aceptó el regalo, percatándose de una tarjeta entremedio, la cual tomó y leyó.

"Te quiero, pero soy demasiado tímido para decírtelo"

Jimin quiso reír en voz alta, recordando que eso era lo que significaban esas flores en particular. Calzaban perfectamente con la situación de ellos dos, y eso sólo lo volvía más increíble.

—Por suerte, yo no soy tímido —bromeó, hablando sólo para él, algo retirados de la entrada. —Yoongi-ssi... yo también lo quiero... y mucho más que eso —el rubio se mordió el labio inferior, bajando la vista a sus pies y asintiendo en respuesta. —Es... ¿es demasiado para usted... recibir un beso de mi parte? —quiso saber. Min, ante su pregunta, sintió que se moriría, y a pesar de eso, negó, respirando al borde de la hiperventilación. Lentamente, alzó el rostro, cerrando sus ojos fuertemente, incapaz de mirarlo ahora que su cabeza parecía querer estallar y su corazón escapar de su cuerpo.

Para Jimin no fue difícil notar el sobre esfuerzo que el rubio estaba haciendo en ese momento, por lo que, al ver que esperaba con sus ojos cerrados, se acercó despacio, limitándose a posar un dulce beso en su mejilla enrojecida, oyendo el audible suspiro del mayor.

—Muchas gracias, Yoongi-ssi —habló, sin apartarse del todo, esperando que Yoongi volviera a abrir sus ojos, y lo mirara. El hombre pasó saliva, afectado con su cercanía y su belleza.

—A... A ti —dijo, en un murmullo grave que tuvo a Jimin sonriendo el resto del día, una vez que el rubio se hubo marchado.

 A ti —dijo, en un murmullo grave que tuvo a Jimin sonriendo el resto del día, una vez que el rubio se hubo marchado

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¿Preparadxs para la maratón final?

Espero que sí...


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Entre Lirios & Peonías [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora