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⇝Park Jimin, en todo su esplendor, caminó hacia Yoongi, fijando su mirada en la caja entre sus manos.
—Oh, Dios mío... ¿Ese es el ramo? —dijo, con su alegre voz y su cálido timbre, que regresó a la realidad al rubio, ruborizándolo completamente. Probablemente, el sonrojo estaba cubriendo hasta su pecho, a esas alturas. Tenía a Jimin a menos de un metro de distancia, luciendo como un príncipe de cuentos, tan irreal, y sonriendo amablemente a la espera de que él dijera algo.
—S-Sí... —susurró, como si una mano invisible lo estuviera estrangulando, prohibiéndole el paso del aire. Con algo de torpeza, le entregó la caja, rogando porque la tierra se abriese bajo sus pies y así desaparecerse.
—Wow... es perfecto —miró el ramo entre sus manos y sus ojos oscuros brillaron como una noche estrellada. Yoongi se perdió en ellos, inevitablemente. —Es exacto lo que quería, muchísimas gracias —añadió, ampliando su sonrisa.
La muchacha, captando el extraño intercambio, se retiró hasta el mesón del recibidor, dándoles un momento a solas.
—¿Tengo que... firmar algo o...? —la curiosa mirada de Jimin inspeccionó al rubio, quien parecía no estar dentro de su cuerpo, como si se hubiese petrificado en su sitio. En su mano, sostenía un planillero con la orden de entrega, pero Yoongi no hacía amago de moverse y pedirle que firmara. —¿Está... está bien? —comenzó a preocuparse el pelinegro, al verlo tan quieto y con el rostro rojo. Reaccionando a penas, le tendió el planillero, tan torpe como había hecho con la caja. Jimin mantuvo su sonrisa, suponiendo que el hombre realmente tenía algún problema que le dificultaba socializar, o algo parecido. Firmó, y guiado por una corazonada que arrastraba desde que le oyó hablar con su asistente, añadió bajo su firma, su número de celular. —Ha hecho un trabajo maravilloso, estoy seguro que mi hermana va a amarlo... muchas gracias, Yoongi-ssi —agradeció, haciendo una reverencia ante la mirada atónita del rubio.
Entregó el planillero y Yoongi vio la oportunidad de marcharse de allí, ahora que había conseguido hacer lo que en un principio creyó imposible. Sin siquiera un "adiós", Min salió del salón a media carrera, metiéndose a su camioneta y acelerando a fondo, respirando agitado como si acabara de correr una maratón.
Lo había hecho. Él, Min Yoongi, había entregado el ramo para la hermana de Jimin. Mantuvo la mirada en él y no huyó; al menos, hasta que completó la entrega.
Como un pirado, comenzó a reírse por su hazaña, incrédulo de lo que fue capaz.
Para cuando regresó a la florería, a Taehyung no le quedaban uñas para morder, en su ansiedad por saber qué tal le había ido a su jefe, sabiendo que lo mandó a la jaula de los leones.
—¡Hy-Hyung! —exclamó en cuanto entró y las campanillas sonaron.
—Lo hice —fue lo primero que soltó, con una sonrisa tan grande, que daba miedo. —¡Lo hice!
—¿L-Le entregó e-el ramo? —los ojos del castaño se abrieron en sorpresa.
—Le entregué el ramo al mismísimo Park Jimin y yo... Dios... creo que casi tengo un infarto delante de él —arrugó la nariz, pasando una mano por su pecho, en donde su corazón volvía a acelerarse con el recuerdo de su perfume y su bella sonrisa de perfectos dientes blancos.
—¿Va-Valió la pena e-el ir has-hasta allá? —preguntó ahora Taehyung, recostándose en la silla, cruzando los brazos tras la nuca, satisfecho del éxito de su plan.
—Completamente —respondió Yoongi, riendo de pura dicha.
Descuidadamente, dejó el planillero sobre el mesón, sin reparar en lo que estaba escrito allí.
Al día siguiente, la florería Pétalo volvía a su rutina de siempre, con Yoongi limpiando y acomodando la vitrina, luciendo el pedido que había llegado esa mañana, haciendo resaltar las margaritas, entre los gladiolos rojos y rosas azules. Una combinación atrevida y divertida, para el ambiente primaveral que se respiraba.
La madre de Taehyung pasó al medio día, para dejarles un almuerzo a cada uno y aprovechar de comprar un bonito ramo, para llevar al memorial de su hijo fallecido. Por la tarde, el castaño se despidió de su jefe, marchándose y Yoongi se dispuso a terminar de acomodar los últimos baldes de flores en la bodega trasera, para finalmente cerrar.
Las campanillas del local resonaron. En primera instancia, Yoongi asumió que su subordinado había olvidado algo, pero al no escucharle decir nada, se apresuró a informar que ya estaban cerrando. Sin embargo, sus palabras quedaron atoradas en su garganta, al encontrarse el rostro reluciente de Jimin.
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Hola!
Han pasado 84 años desde mi última actualización en este libro... No tengo excusas, sólo disculpas :'c
Tuve que releerla para retomar el hilo y continuarla... Y estoy planeando una maratón para avanzar más rápido y terminarla.
Eso. Gracias por leer.
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Entre Lirios & Peonías [YoonMin]
Fanfiction[TERMINADA] ~MINI FIC~ Park Jimin ha comenzado a trabajar como repartidor en un restaurante, pero el dueño de la florería del frente parece odiarlo, pues huye de él cada vez que le ve. Lo que Jimin no sabe, es que sufre de una gran timidez. [ESPECIA...