Entre Lirios & Peonías [YoonMin]

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⇝ Como ya era costumbre, Jimin se hallaba relajadamente apoyando la cadera en el mostrador de la florería, agitando sus manos, al tiempo que le detallaba las últimas novedades de su vida a Yoongi, quien escuchaba atentamente desde su sitio, sin decir ni una palabra.

—Y yo, la verdad es que estoy un poco sorprendido, ¿sabe? —pasó una mano por su pelo azabache, acomodando la gorra sobre éste, después. —Porque, me alegro que al fin se deje de andar tonteando con toda la universidad, digo... en algún momento tenía que parar y sentar cabeza —rodó sus ojos. —Pero, éste chico que conoció, es agradable y parece que, realmente, vale la pena... pero, no estoy seguro de que Jungkook merece a alguien tan bueno en su vida, y sé que sueno como un canalla... sin embargo, estoy tentado a decirle que debería buscar a alguien mejor —rio de su propia broma, y una imperceptible sonrisa tiró de una de las esquinas de la boca de Yoongi. —No es cierto, yo... a pesar de que, en ocasiones, quiero correrlo a patadas del cuarto, le tengo estima a ese gran bobo... sólo espero que no lo arruine.

—Hmm, hmm —Yoongi tarareó afirmativamente, y Jimin clavó sus ojos en el rubio, pues había murmurado un intento de respuesta a su conversación, inconscientemente. El pelinegro le regaló su mejor sonrisa, aunque, en el fondo, deseara desesperadamente conocer el motivo exacto de su mutismo. Quería saber por qué Yoongi jamás hablaba con él, como lo hacía con Taehyung o con algunos clientes. ¿Qué lo hacía diferente de ellos?

Sin embargo, se dijo a sí mismo que no permitiría que eso lo desanimara, pues, así fuera poco, Yoongi estaba correspondiendo a sus conversaciones, participando cada vez más, sosteniéndole la mirada y asintiendo de vez en cuando.

—¿Puede venderme una rosa azul, Yoongi-ssi? —su expresión volvió a ser cordial, mientras observaba al dueño de la florería ir en busca de su pedido. Jimin no solía ser de las personas que se reservara sus pensamientos, por lo que, en cuanto recibió la flor, dijo exactamente lo que cruzaba por su mente. —Si soy sincero con usted, no comprendo qué pasa, ni qué es lo que me insta a seguir intentándolo... —el rubio parpadeó, confundido. —Pero, planeo tener paciencia... que es lo que simboliza esta rosa azul... —le hizo entrega de la flor, acariciando el dorso de la pálida y venosa mano de Yoongi, con los suaves pétalos, al dársela. —Yoongi-ssi, yo puedo esperar tanto tiempo como usted necesite... sólo quería que lo supiera.

El aludido boqueó, quedando, como siempre, sin palabras ante lo directo que Park Jimin podía llegar a ser. El chico se fue, caminando con una gracia única en él, como si de un bailarín se tratara; y Yoongi tomó su tan usada libreta, rebuscando por una hoja libre.

Park Jimin;

No hay un solo día, desde que comenzaste a acercarte voluntariamente a mí, en que no ruegue porque no te rindas con esto. Y suplico también, para que esta espera a la que te he sometido sin querer, sea lo más corta posible, porque es tan grande mi anhelo por estar a tu lado, y sentirme lo suficientemente confiado para coger tus manos o acariciar tu rostro perfecto, que siento que me ahogo. No eres el único luchando contra la invisible pared que nos mantiene separados, yo estoy dando mi mayor esfuerzo, tratando de romper con mis barreras para regalarte una sonrisa, como las tantas que me das a diario; o hacerte un cumplido, como los que recitas con cada nueva flor que me obsequias.

Supongo, que soy afortunado en que decidas tenerme paciencia, cuando no he hecho nada para merecerla.

El rubio mordisqueó la punta del lápiz, repasando sus palabras con la mirada, y terminando su escrito con la fecha del día y un suspiro melancólico. Taehyung apareció, con el planillero y un par de órdenes de compra firmadas y listas para archivar, por lo que, Min guardó discretamente su libreta, evitando levantar sospechas en el menor.

—Ya compl-pleté las e-entregas d-de hoy —informó el castaño, satisfecho.

—Bien, iré a guardar esto a la oficina —tomó las órdenes, junto al planillero, perdiéndose en la puerta trasera.

Viéndose sólo, Taehyung le dio la vuelta al mostrador, pues Yoongi ya le había reñido por brincar sobre este, y tomó el teléfono, tecleando rápido, dando un par de miradas hacia atrás, por si su jefe regresaba repentinamente.

—Buenas tardes, restaurante "Bon Appétit", ¿en qué lo puedo ayudar? —el castaño dejó salir un suspiro.

—E-Estoy busc-cando a-al dueño... —bromeó, deseando añadir "de mi corazón" a su frase, pero arrepintiéndose a último momento.

—Taehyung-ssi... —la ilusión se percibió a través de la línea. —¿Por qué es tan bonito? —preguntó directamente. —Lo he estado viendo estos días... desgastando el pavimento con esa escoba —soltó una risa coqueta, que Taehyung secundó. —Me alegra que cumpliera su promesa... fue fácil reconocerle.

—S-S-Seokjin-ssi... n-no di-diga e-esas co-cosas —su tartamudeo aumentó al ser elogiado por el otro, sonrojándose.

—Ahora que ya vi lo guapo que es, creo que tengo miedo de que me conozca —confesó, haciendo morir la sonrisa de Taehyung.

—¿Po-Por qué? —dudó, decepcionado.

—Porque... puede que yo no le guste —dejó en evidencia sus inseguridades.

—E-Eso es im-imposible —se apresuró a decir, hasta que cayó en cuenta que el hombre del otro lado de la línea telefónica, había usado una palabra en particular. —Con-concédame una cita —se atrevió a proponer. —Y le de-demostraré que no s-será así.

—Pero... —el pánico se coló en su voz. —Tengo que trabajar... Taehyung-ssi, mi trabajo es de lunes a domingo... yo no tengo días libres —explicó, apenado.

—Va-Vamos, Seokjin-ssi —insistió. —Re-Regáleme, al m-menos, una ho-hora... c-con eso bas-basta.

Se aferró a la mínima esperanza de que Seokjin hubiera sido sincero durante el tiempo que llevaban hablando únicamente por teléfono, y que su interés fuera genuino.

—Hm... bien —accedió, y Taehyung celebró en silencio. —Le prometo que en cuanto tenga un tiempo... le avisaré, Taehyung-ssi. 

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Tae y Jin salieron más alentados xd

4/5

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