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⇝Park Jimin estaba casi seguro de haber escrito su número correctamente, por lo que no se explicaba el por qué, el hombre que parecía tener un particular interés en él, no se atrevió a marcarle, ni siquiera una vez.

Tal vez había interpretado mal las señales y el hombre no sentía curiosidad por él, como creyó escuchar aquella vez que fue a dejar su pedido. Y ahí surgía su mayor inquietud. Ellos no recibieron un pedido desde la florería, por primera vez en dos semanas, y Jimin comenzaba a pensar que era por su culpa. Notaba lo tímido que el dueño de la florería era, y asumía que algo pasaba con él, pero no quería ser la causal de su reticencia a ordenar el almuerzo. Probablemente, estaba avergonzado por ser escuchado hablando de él, o por ser abordado con él escribiendo su número de celular en la planilla.

—Agh —se dejó caer abatido, sobre el mesón de recepción. Seokjin lo miró con una ceja alzada.

—¿Aún estás con resaca por la boda? —se cruzó de brazos, envidiándolo. —¿Quieres sopa de algas?

—No, no es eso... Hyung, creo que malinterpreté las cosas y me aventé donde no debía —confesó, en busca de una palabra que lo guiara.

—¿A qué te refieres? —quiso saber, interesado ahora en el chisme. —¿Te enrollaste con alguien en el matrimonio de tu hermana? ¿Es casado?

—¿Qué? ¡No! —arrugó la nariz, negando con la cabeza. —Estoy hablando del tipo del frente.

—¿El de la florería? Creí que te odiaba —instintivamente miró, pensando en cierto chico tartamudo.

—Yo también, o bueno... no sé si lo definiría odiar, porque con él nunca tengo claro nada —resopló, estirando luego su labio inferior en un puchero. —Él me mira... —Seokjin frunció el ceño, confundido. —Siempre está... observándome y piensa que no me doy cuenta, pero cada vez que estoy en su tienda, y busco su rostro, sus ojos están en mí y pretende que no es así —su jefe arrugó la nariz, sin entender qué estaba diciendo el chico frente a él. —Entonces, yo creí que le provocaba curiosidad o que simplemente no le agradaba... hasta que lo escuché hablar con Taehyung...

—¿Taehyung? —Jin no pudo evitar decir su nombre, al reconocerlo.

—Sí, ellos estaban hablando de algo como que... no tenían repartidor y Yoongi... el dueño de la floristería —aclaró, al notar que su jefe preguntaría. —Él... parecía molesto o preocupado por eso... Fue el día que yo no vine a trabajar, no fue difícil atar cabos, ellos hablaban de mí.

—¿Fueron groseros? —un tono aprehensivo apareció en el mayor.

—No, al contrario... —se acercó más a su jefe, a través del mesón, para continuar hablando en confidencia. —Yoongi dijo que sólo estaban pidiendo el almuerzo aquí, para verme... y que se estaba gastando todo lo que ganaba en la florería.

—¿Hablas en serio? —alzó sus cejas en sorpresa.

—Sí, lo escuché directo de él... y eso también me sorprendió mucho... escucharlo hablar —su mirada se dulcificó, perdiéndose a la distancia. —Tiene una voz muy atractiva... grave...

—No te enamores, Jiminie —negó con la cabeza. —El amor no siempre es tan bonito como lo pintan.

—No estoy enamorado de Yoongi —declaró, rodando los ojos, altanero. —Y tampoco creo que él sea un patán, como Jungkook... con que sea la mitad de bueno, me conformo... no como ese descarado que pretende tirarse a toda la universidad en nuestro cuarto compartido... Dios, necesito salir de allí pronto.

—No nos desviemos del tema —pidió Jin, conociendo de sobra las aventuras del famoso compañero de universidad. —Entonces... ¿te lanzaste con Yoongi?

—Algo así, no... no es como si lo hubiera hecho literalmente —intentó explicar. —Pero, como encargué el ramo para mi hermana en su florería, y realmente no creí que él mismo lo iría a dejar, pero así fue y yo sólo... le dejé mi número en la orden de compra —confesó.

—¿Sólo eso? —frunció los labios, perdiendo interés al no tratarse de la gran cosa.

—Él no llamó —puntualizó, para dar a entender su molestia. —Le dejé mi número, le sonreí bonito y lo miré ya sabe cómo —enfatizó. —Y ni siquiera recibí un mensaje... nada.

—Te estás ahogando en una gota de agua, Jiminie —reprimió la risa, negando con la cabeza. —Si ese hombre no es capaz de hablarte cuando te tiene en frente, ¿qué te hace pensar que lo hará por teléfono?

—No lo sé, creí que sería más fácil, si su problema es la timidez —dijo, haciendo aspavientos con sus manos.

—Y, ¿si su problema es otro? ¿O si tiene novia o novio? —se acercó al menor, con la travesura pintada en la cara. —Tal vez, sólo te miraba porque tenías algo en la cara, o vestía tu camiseta al revés.

—¡Eso sólo me pasó dos veces! —se quejó.

—Tres, Jimin... tres veces —corrigió, dejando salir la risa. —Mira, haz esto... —su jefe le dio un vistazo a la tienda. —Ve personalmente y háblale, pero no vayas a preguntar por qué no te llamó... Eso sería un poco humillante... Sólo... dile cuál es tu flor favorita o qué se yo, busca en internet un artículo sobre flores y ten una conversación de algo que para él ha de ser interesante...

—Es un pésimo plan —se cruzó de brazos, no muy convencido.

—Pero es un plan, de todos modos —le guiñó un ojo. —Atrévete, que la vida es una sola... y apresúrate con ese pedido o va a llegar frío.

—Yendo, jefe —hizo un saludo militar y salió del local.

Al acabar su turno, por la tarde, observó la florería con atención, esperando a que Taehyung saliera. Sin dejar pasar la oportunidad, con el pensamiento de que el hombre hizo todo ese esfuerzo y gasto, sólo para verlo a diario, entró al local, haciendo sonar las campanillas. Si tanto quería verlo, por algo sería y él iba a averiguar qué. Necesitaba descubrir qué clase de interés tenía Yoongi en él.

El dueño de la floristería apareció desde la bodega, con su habitual expresión neutral, abriendo la boca para decir algo que Jimin no llegó a oír, pues quedó completamente paralizado al verlo allí, como un pequeño animalito de carretera, encandilado con las luces de un vehículo. Antes de que pudiera huir de él, Jimin comenzó a hablar.

 Antes de que pudiera huir de él, Jimin comenzó a hablar

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¿Maratón?

Oh, yes!

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Entre Lirios & Peonías [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora