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⇝ Un nuevo día inició, y Yoongi lo primero que hizo al ver llegar a su ayudante, fue cogerlo del brazo y sentarlo en la silla tras el mostrador.

—Taehyung, por favor... por nada del mundo te muevas de aquí —dijo, con una mezcla de súplica y mandato en su voz.

—¿Q-Q-Qué pasó, hy-hyung? —preguntó, con sus ojos bien abiertos tras sus gafas de marco grueso.

—Es que... si llega a venir Jimin, necesito que estés presente —aclaró. —Él siempre me conversa cosas, y yo no puedo responderle... quiero que, al menos, hable contigo y no se quede esperando a que alguien responda a sus palabras —se lamentó, con expresión triste. —Además, tengo dos entregas para hoy, al medio día —añadió, dejando salir un suspiro.

—A-Ajá —asintió el menor, dando tentativas miradas al restaurante del frente, a través de la vitrina.

Tal como lo indicó, Min cargó los pedidos en la camioneta, con ayuda del castaño, y luego de advertirle que no dejara la vitrina sola, se marchó, prometiendo volver con el almuerzo para ambos.

Taehyung hizo un saludo militar, corriendo al interior y tomando el teléfono. De memoria, tecleó un número particular, y esperó, enrollando el cable en su dedo, al tiempo que se mordía en labio inferior.

—Buenas tardes, restaurante "Bon Appétit", ¿en qué lo puedo ayudar? —la hermosa voz que rondaba sus pensamientos, le sacó una sonrisa inmediata.

—Seok-Seokjin-ssi —respondió, y casi pudo oír al otro sonreír.

—Oh, Taehyung-ssi... ya estaba extrañando escucharlo —cambió su tono, a uno más meloso. —¿Va a ordenar lo que siempre?

—Uhm... n-no... no e-esta ve-vez —dijo, estrangulando su dedo índice, por lo mucho que presionaba el cable alrededor de él, debido a su nerviosismo. —M-Mi jefe e-es un ta-tacaño y n-no qui-quiere aliment-tarme —bromeó, pero luego se palmeó mentalmente, considerando que el hombre podía terminar comentándoselo a Jimin, formándole una mala imagen al repartidor. —S-Sólo bromeo... é-él es un... u-un gran je-jefe —se corrigió, encantado de escuchar la risa suave del otro lado.

—¿Cómo es que, estando nuestros locales frente a frente, nunca nos hayamos visto? —soltó la pregunta, y el castaño se mordió el labio inferior nuevamente, con una sonrisa queriendo partirle el rostro a la mitad.

—Pro-Probablemente sí n-nos hemos vi-visto... p-pero no sab-bemos c-cómo luce el ot-otro... entonces... —se encogió de hombros, aunque Seokjin no pudiera verlo.

—Hm... sí, tiene sentido —lo oyó suspirar. —¿Puede... puede describirse, Taehyung-ssi? —pidió, amablemente. —Así, si lo veo barriendo el frente de la florería, desde mi ventanal, podré saber que se trata de usted.

—N-No es jus-justo —se quejó con un mohín. —Porque y-yo desde a-aquí no puedo n-ni siquiera v-verlo —Seokjin sólo pudo reír, encantando cada vez más al chico.

—Vamos... aunque sea, deme una pista... cualquier cosa —le dio a su voz una nota de ternura al hablar, que acabó por convencerlo.

—Bien... hmm... y-yo uso anteojos... y am... so-soy castaño —detalló. —Y co-como mi jefe e-es rubio y con u-una perfecta vis-visión, es difícil q-que nos confun-confunda.

—No sé si es sólo idea mía, pero... —Seokjin hizo una pequeña pausa. —¿Ha notado que, cada vez que hablamos, tartamudea menos?

—¿U-Us-Usted c-cree? —el nerviosismo le traicionó, dificultándole hablar con fluidez.

—Bueno, quizás sea sólo mi imaginación —rio, divertido.

—Seokjin-ssi —enserió su rostro, aclarando su garganta, para oírse tan fluido como pudiera. —Su risa e-es muy... m-muy hermosa.

—Dios... no puede hablar en serio —se mostró escéptico. —Es horrible, no mienta.

—S-Soy tartam-mudo... n-no mentiroso —aseguró, feliz al escucharlo reír de nuevo.

—Su tartamudeo es muy adorable —fue su turno de elogiarlo.

—E-Eso sí e-es una men-mentira... —el chico se sonrojó hasta las orejas. Siempre había sido un limitante en su vida, trayéndole más de un problema, negándole oportunidades, como ir a una buena universidad. —E-Es muy frust-trante no poder ha-hablar bien... N-No puede ser a-algo bonito...

—Para mí lo es... por eso lo reconozco con facilidad, cada vez que llama aquí... —comentó. —Me basta con escuchar su voz, y sé que se trata de usted, Taehyung-ssi...

—E-Es muy l-lindo saber q-que mis llamadas s-son bien re-recibidas —coqueteó abiertamente.

—Siempre lo son —respondió en el mismo tono dulce. —Y me encantaría pasarme el día escuchándolo, pero... lamentablemente, no puedo —la tristeza tiñó su voz. —Ya que pueden llamar para hacer un pedido, y necesito los clientes... —suspiró. —Las cuentas no se pagarán solas.

—Hm... en-entiendo, Seokjin-ssi —se resignó. —En-Entonces, no l-le quitaré m-más tiempo... Ha-Ha-Hablaremos mañana, u o-otro día...

—Que tenga un lindo día —se despidió, como si no quisiera hacerlo en realidad.

—U-Usted también, Se-Seokjin-ssi... y prometo s-salir a barrer má-más seguido —bromeó, finalizando la llamada. Puso el teléfono de regreso en su lugar y suspiró profundamente.

Aunque no entendía cómo, el castaño estaba cayendo profundamente por una persona que no conocía, más que a través de la línea telefónico. Para Taehyung, Seokjin era un completo misterio, dueño de una de las voces más encantadoras que jamás escuchó en la vida, además de la risa más particular y única del mundo. Le bastaban esas pequeñas cosas, para sentir un fuerte aleteo en el pecho y sonreír como un tonto.

Sin mucho más que hacer, cogió la escoba; y luego de darse una mirada al espejo, acomodando su cabello, salió a barrer, así no hubiera suciedad en absoluto.

Sin mucho más que hacer, cogió la escoba; y luego de darse una mirada al espejo, acomodando su cabello, salió a barrer, así no hubiera suciedad en absoluto

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Hola!

¿Iniciamos la maratón?

¿¿¿Cuántxs dicen sí???


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Entre Lirios & Peonías [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora