Capítulo 17

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Lucius Malfoy contemplaba la misiva que tenía en la mano. Como Lord de la Casa Malfoy, su día estaba naturalmente lleno de papeleo y mezclas políticas. Cuando entró en su despacho y empezó a ordenar la pila de cartas y misivas sin abrir que le habían dejado las lechuzas, no pensó en nada inusual de esta carta, aparte del hecho de que iba dirigida a él de la mano del joven Lord Potter-Black.

Su fácil aceptación del joven Lord habría desconcertado a muchos de su sociedad si hubieran estado al tanto de todo el drama que había ocurrido entre ambos a lo largo de los años. Desde el momento en que conoció al entonces desordenado joven después de su tumultuoso segundo año, él y "Harry Potter" habían estado enfrentados. Pegado al servicio de un megalómano psicótico por sus padres, Lucius había tratado de sacar lo mejor de la situación con sus acciones desesperadas.

Nunca había pensado que el menor de los Weasley utilizaría realmente el extraño libro de su caldero. No, su plan había sido colocarlo discretamente entre sus pertenencias durante la pelea provocada por la atroz falta de modales de Arthur, pensando que la niña llamaría la atención de su padre sobre el extraño objeto. El libro había sido puesto bajo su custodia por el Señor Oscuro antes de su primera caída en las extrañas circunstancias del 31 de octubre de 1981. Él mismo había investigado el objeto, discretamente por supuesto. Todo lo que pudo encontrar fue que la cosa apestaba a Artes Oscuras y a intenciones maliciosas.

Desde luego, nunca pensó que la chica lo utilizaría, atrapándola y causando estragos en la escuela. Confundido y enfadado, sólo descubrió más tarde lo que había sucedido. La Cámara de los Secretos, entre otras cosas. Por no hablar de un maldito basilisco que acechaba en la escuela, petrificando a los alumnos y al viejo gato del conserje. Nunca había estado más preocupado en su vida que aquel año, aterrorizado por si se enteraba de que la criatura se había abalanzado sobre su querido hijo único.

Sus interacciones con el astuto joven Potter no habían hecho más que volverse más polémicas con el paso de los años, aunque realmente había lamentado no poder hacer nada por el chico en el cementerio. Su disgusto con el hombre al que se veía obligado a llamar "Señor" no hacía más que aumentar, atormentar y jugar con un niño antes de matarlo era algo bajo, incluso para un Señor Oscuro. Escuchar los gritos del niño mientras lo sometían a la Maldición Cruciatus había sido doloroso. Podría haber puesto a su hijo en el lugar de Potter.

Pero, una vez más, el chico había conseguido resistirse al Señor Tenebroso y escapar, lo que había provocado un aumento de la rabia obsesiva del mago. Lucius sólo podía imaginar lo que debía de molestarle, ser derrotado no una sino dos veces por un muchacho más de cuarenta años menor que él. Al final, parecía que su incapacidad para respetar las habilidades y la fuerza de Potter había sido lo que le había llevado a la derrota. El alivio que Lucius había sentido cuando su Marca se había desvanecido hasta convertirse en una tenue cicatriz en el brazo no podía expresarse.

Este verano, cuando llegó la primera misiva similar con la letra del joven Lord, había estado con su esposa mientras recibía la sorpresa de su vida. El joven Potter, recién acuñado como héroe entre la sociedad mágica, decía ser su pariente, el hijo de su impulsivo primo, Sirius Orion. Lucius se había encontrado con el hombre unas cuantas veces a lo largo de los años como parte de la sociedad de sangre pura, al menos antes de que le diera tan espectacularmente el dedo a su madre y huyera. Lucius había envidiado en privado su valentía, preguntándose si él hubiera hecho lo mismo años atrás, si podría haberse ahorrado a sí mismo y a su familia el tormento de ser un siervo del Señor Oscuro.

Había sido Lucius quien había insistido en que se reunieran con el joven en Gringotts y en que verificaran sus afirmaciones a través de la sangre. En aquel momento Draco había sido el heredero de los Black y de los Malfoy, era mucho más adecuado para ello que Potter, o eso había pensado Lucius. Potter había aceptado de buena gana, como si esperara la demanda. Cuando la pareja se reunió con él en Gringotts, sus correctos modales y su forma de dirigirse les pillaron desprevenidos, recordando más a un joven heredero que al niño desafiante que había sido antes.

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