Capitulo IX

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Al otro día, Félix y Changbin se encontraban caminando por el bosque hacia el árbol donde se hallaba su madre del cenizo; una vez a la semana iban a adornar el lugar con pequeñas flores de colores que ambos recogían previamente, Changbin no podía evitar ponerse triste, a veces se llegaba a preguntar por qué su padre nunca los busco, -tal vez dio por muertos a ambos- era lo que siempre se respondía, no lo culpaba y nunca le guardo rencor por eso, el recordaba lo mucho que el alfa los amaba, además, de no ser por esa tragedia no hubiera nunca conocido a su pequeño Félix, era algo que siempre le agradeció al destino. Ahí estaban los dos, colocando cada flor, posteriormente se sentaron cada uno sobre sus piernas, no decían nada, solo eran ellos dos y el silencio que gobernaba, Changbin recostó su cabeza en el hombro del castaño, Félix solo se limitó a acariciar con suavidad su cabeza. Cuando decidieron regresar a la manada a Changbin se le atravesó una gran idea, -¿Qué te parece si antes de regresar vamos a caminar un rato?- pregunto el cenizo mientras jalaba levemente la mano de Félix trayéndolo hacia él y rodeándolo de la cintura al mismo tiempo, -me parece perfecto- le respondió Félix con una gran sonrisa.

Llegaron hasta un prado lleno de margaritas, la vista era muy bella, se sentaron uno enfrente del otro quedando la espalda de Félix sobre el pecho del mayor, ambos podían contemplar el atardecer que estaba comenzando a caer, -me encanta este lugar, pero ¿sabes que me encanta más?- soltó Félix, -¿Qué cosa?- respondió con otra pregunta Changbin posando su mentón sobre el hombro de su menor, -estar a tu lado- soltó el castaño volteando a ver a Changbin para plantarle un casto beso en la comisura de sus labios, ambos sintieron hormiguear su estómago ante aquel rose, regresaron su vista al atardecer, -estoy ansioso de que llegue tu presentación para poder marcarte, para poder unirnos aún más, mi lobo brinca de alegría de tan solo pensarlo- dijo Changbin cerca del odio del contrario, -yo también, ese momento será realmente especial, después podremos tener cachorros- pronuncio Félix con entusiasmo en su voz, -¿Cuántos quieres que tengamos?- pregunto el mayor, -¡muchos! Pero me conformo con tres- respondió Félix derrochando alegría de solo pensar que podría cargar en su vientre una parte de Changbin y él, -te prometo que tendremos una gran familia y nunca te faltara nada estando a mi lado, cuidare de ti y nuestros cachorros con mi vida- dijo con amor Changbin mientras abrazaba a Félix por la cintura, pego su nariz a su cuello e inhalo el embriagante olor a leche y vainilla; Félix no aguanto más y se voltio hacia Changbin rodeando y cruzando sus piernas por la cintura del mayor, pasando sus manos por su cuello para quedar más pegados el uno del otro, el mayor sostuvo la espalda de Félix con sus manos, en seguida el castaño lo beso suavemente pero Changbin subió su mano derecha a la nuca del contrario para poder profundizar el beso, -eres todo para mi Binnie- dijo Félix separándose un poco del beso con la respiración levemente agitada, -mi pequeño Lixie, no sabes todo lo que daría por ti y solo por ti- respondió Changbin mirando los ojos llenos de brillo del castaño, volvieron a besarse y poco a poco se recostaron sobre las margaritas sin cortar el beso, Félix quedo sobre Changbin posando sus manitas en su pecho, cuando se separaron el menor coloco su cabeza sobre el corazón de Changbin escuchando cada latido un poco acelerado, el mayor lo rodeo con sus brazos y acaricio su cabeza, -justamente así quiero estar contigo, si fuese posible, para siempre- le susurro Changbin con la voz un poco ronca, en el rostro del menos se dibujó una sonrisa llena de felicidad, definitivamente se encontraba completo a lado de Changbin, aunque no hubiera una marca se sentía unido a él, su amor le bastada para sentirse vivo y lleno, en el fondo temía ser alejado de su mayor pero recordó las palabras de Jeongeon y rápidamente se sacó de su mente aquellos pensamientos. Estuvieron durmiendo en esa posición hasta que el sol se ocultó completamente, se comenzaron a pintar estrellas en el cielo, esa fue una señal de que debían regresar a la manada, -no quiero irme, quedémonos un poquito más- dijo con un puchero Félix aferrándose al pecho de Changbin, -Lixie, tenemos que volver, no podemos hacer enojar más a tu madre- soltó el mayor, él tampoco quería irse pero no podían darse el lujo de volver a molestar a la alfa, no quería que volviera a hablarle fuerte a su pequeño Félix. De mala gana acepto Félix, ambos se pusieron de pie, entrelazaron sus manos y caminaron de regreso a la manada.

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