☽ Capítulo 21 ☾

3.8K 435 206
                                    

Solo se oyen los golpecitos de los cubiertos en la vajilla cuando llega la hora del almuerzo y todos nos sentamos a comer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Solo se oyen los golpecitos de los cubiertos en la vajilla cuando llega la hora del almuerzo y todos nos sentamos a comer. Bueno, todos excepto Moon y Ouran. Moon no se encontraba durmiendo a mi lado cuando desperté —bastante tarde, por cierto—, lo que me dio un jodido susto. No fue hasta que mi mente encapotada por los restos de sopor esclareció que sentí el sabor a decepción y molestia, tanto por no tener al alfa a mi lado como por el hecho de que se fue a extorsionar vampiros sin llevarme con él. Estoy pensando en el motivo de mi exclusión cuando Kuro saca de su bolsa un chiste al azar para romper el hielo. Gil es el único que ríe. Nate, que suele ser quien festeja sus bobadas, se ha puesto rojo infierno. Lyanna arruga el morro fastidiada y la veo cruzar miradas accidentalmente con Erice. Ambas giran el rostro como si hubiesen recibido un guantazo invisible. Pf, que inmaduras.

Lo bueno es que nadie pregunta por la noche del otro, muy plausiblemente por temor a que la pregunta sea devuelta. O tal vez porque todos nos enteramos ya de los deslices ajenos. Ni siquiera Srinna se salvó del cotilleo. Los guardias del castillo hablan bastante fuerte y son malditamente cizañeros, por lo que no me perdí el chisme de su ligoteo con la concejala de los magos, Kryska, si mal no recuerdo. Me sorprendió no escuchar cotilleos sobre mí. Es decir, no es que sea tan ególatra como para esperar entrar en el Top 5 de "vidas interesantes para entrometerse", pero se me antoja extraño no haber oído siquiera mi nombre, teniendo en cuenta que era tendencia en la fiesta. ¿Moon los habrá amenazado?

—Tío Haz, ¿te metiste en una pelea anoche? —me pregunta Gil, ladeando la cabeza con preocupación.

No sé si sentirme aliviado por su ingenuidad o rodar de la vergüenza. Es asequible que un niño atribuya mis labios partidos, los moratones que dejaron los chupetones y amarres y la herida de la mordida a una simple riña. Incluso tengo rasguños en el trasero, el cual agradezco que mis joggers oculten.

—Hazel tuvo una pelea en la cama, cariño —acota Lya con un retintín insoportable.

—Al menos peleé en la cama y no detrás de los arbustos —contraataco.

Un rayo chisporrotea entre nuestras miradas ensañadamente conectadas. Gil observa curioso, seguro presiente que hay un trasfondo extraño y pendenciero en nuestras palabras, aunque es incapaz de captarlo por su inocencia.

—Oh, ya veo... asi que tuvieron sexo —comenta naturalmente.

Mi mandíbula cae y Lya gesticula de los nervios.

—¡Claro que no! —farfulla ella—. Solo Hazel.

—¡Eh!

—Ya, dejen de pasarse la papa caliente como idiotas —interviene Srinna—. No sirve de nada barrer nuestras acciones bajo la alfombra cuando todos hablan de ello. Y Gil está entrando en la adolescencia, no es tan ingenuo como creen.

—¿Qué? ¿Qué sucedió anoche? —insta el pequeño alfa. Los ojos le brillan de intriga.

—Basta de preguntas, niño, termínate el almuerzo —bufa Erice.

EXTINCTION【Libro I】|Disponible en físico|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora