☽ Capítulo 5 ☾

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—¡Recuéstalo allí!

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—¡Recuéstalo allí!

—¡¿Dónde está la sonda? ¡Necesitamos...!

—Aguanta, aguanta cariño...

—¡Duele! ¡Me duele mucho!

La escena transcurre como un cortometraje de terror, un filme avieso que deja impreso en mi mente cada uno de sus terribles fotogramas.

Moon rebuscando nervioso en un maletín metálico lleno de instrumentos quirúrgicos.

Una mujer rubia armando torpemente el equipo de suero.

Agujas, bisturís.

Ouran y otro alfa sujetando al omega sobre una camilla de sábanas blancas que se tiñen paulatinamente de escarlata.

Sumado al hedor penetrante a antisépticos, hierro y sudor y a los lúgubres sonidos que la muerte entona antes de llegar, me convierto en espectador de otra pesadilla. Llego a desear con vehemencia que en verdad se trate de una película —una que pronto acabará dejando tras su fin simplemente una opinión y un recuerdo vago— en lugar de encontrarme aterido ante una realidad acerba e inexorable.

Ya me había hecho la idea de que me enfrentaría con cientos de circunstancias como ésta siendo médico, pero... aún no estoy preparado... aún es muy pronto.

—¡¿Dónde está Erice?! —brama Moon, clavando sus orbes encendidos en los míos.

Gesticulo demudado por el peso del momento y porque posiblemente he cometido un error al encerrar a la omega.

—E-En el cuarto... donde me dejaste...

—¡Joder! ¡Ouran, ve a buscarla!

El aludido responde al instante y sale pitando de la sala, dejando al omega en manos del otro alfa, mientras Moon y la mujer se las arreglan con los utensilios que tienen delante, evidentemente desorientados. No debe ser algo a lo que están acostumbrados. Me acerco en dos zancadas al omega, decidido a intervenir. Con toda la sangre que ha perdido su vida peligra y sería devastador para su alfa —que intuyo es quien lo sostiene— ver muerta a su pareja y a su cachorro.

—Soy Hazel, tranquilo, estarás bien... —le digo con delicadeza, tomando entre mis manos su zurda—. ¿Puedes decirme qué tipo de sangre tienes?

—Es H negativo —me responde el alfa en su lugar. Su voz suena áspera y desesperada y aprieta el nudo que tengo en la garganta, pero entiendo que no es el momento adecuado para entrar en pánico.

—Moon, hay que hacerle una transfusión urgente.

Él me mira confundido, sujetando un pequeño vial para jeringa cuya función plausiblemente desconoce, pero asiente sin rechistar.

—Srinna, ve a buscar una bolsa H negativo, rápido.

La mujer obedece diligente y yo regreso mi atención al omega.

EXTINCTION【Libro I】|Disponible en físico|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora