☽ Capítulo 4 ☾

5.4K 805 658
                                    


—¡Suéltame!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Suéltame!

Me revuelvo cual caballo indómito, dando coces con la barriga apoyada sobre el hombro del alfa. El muy maldito se chulea porque está convencido de que, por más esmero que le ponga a la huida, no lograré zafarme.

Una retahíla de palabras soeces marcha como pelotón por mi boca y hacia afuera para batallar también en el plano verbal, pero mi raptor solo necesita una risa tonta para acabar conmigo.

Estoy vencido.

—Esto te sucede por abrir tu regalo antes de tiempo.

—¡Tenía curiosidad! ¡Bájame, imbécil!

—Vale.

Advierto que hemos llegado al muelle del lago, pero ni tiempo me da a retractarme. Impiadoso me coge de la cadera y me arroja como si pesara lo que una pluma al agua gélida. Me agito en las profundidades y emerjo pronto, dispuesto a ladrar un millón de improperios más, pero no lo veo por ningún lado. Segundos después aparece repentinamente a mi lado dándome un susto que casi palmo.

Sacude la cabeza de un lado a otro como buen canino, salpicándome la cara mientras una sonrisa colosal aflora en la suya.

—¡Ah! ¡El agua está perfecta!

—¡Perfecta será la amputación genital con la que dejaré sin día del padre! —bufo, tragando agua mientras pataleo para mantenerme a flote.

—Haz, hasta tus insultos son de nerd —se mofa, sujetándome de la cintura para mantenerme con la cabeza en la superficie.

Envidio y aborrezco su altura en este momento. A mí me faltan unos treinta centímetros para hacer pie y tal detalle se convierte en otro motivo para que el gilipollas se divierta conmigo.

—Además —continúa—, no podremos tener un cachorrito si haces eso.

Ni la baja temperatura del agua impide que mi rostro se prenda fuego.

—¡D-Deja de decir estupideces!

Su sonrisa deja de exponer los blancos colmillos para reducirse a una línea curva. El pecho me duele, creo que mi corazón se está desquitando conmigo taladrándome las costillas.

—Te amo.

Abro la boca y la cierro. A estas alturas me parece raro que el agua no esté burbujeando, hirviendo por mi cuerpo candente.

Los ojos de Seth le han robado el degradé rosa-naranja al ocaso y ahora el gris plata es cálido y soñador como la noche entrante. Me enlaza la cintura con un brazo y usa el opuesto para que sus dedos tracen dulces caricias en mi pómulo sonrojado. Una caricia más de sus labios sobre los míos y el alfa se apropia de mi primer beso.

EXTINCTION【Libro I】|Disponible en físico|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora