《𝐀𝐁𝐑𝐀𝐊𝐀𝐃𝐀𝐁𝐑𝐀 #𝟏》
❝𝕯𝖎𝖔𝖘 𝖍𝖆 𝖒𝖚𝖊𝖗𝖙𝖔❞...
Y su raza está maldita. ¿El amor será suficiente para salvarlos de la extinción?
Tres años han pasado desde que Hazel Lothen tomó la decisión de rehacer su vida, lejos de su manada y d...
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—Nathan, esos shorts son muy cortos.
—¡Hace calor!
—No para andar con el trasero al aire.
—Lya, déjalo vestirse como quiere, ya es grande.
—¿Grande? ¡Es un crío inconsciente de diecisiete! —chilla. Parece una vieja cuando se pone a dar sermones.
—Venga, no es tan corto lo que lleva... —sostengo. Solo se le ven un poquito los cachetes. Cuando giro hacia Kuro para pedirle opinión y le veo boquiabierto escrutando el trasero de Nate, me retracto inmediatamente—. No, Lya tiene razón, es muy corto.
—¡Haz! —refunfuña Nathan—. ¿Por qué te pones de su lado? Kuro, ¿tú qué piensas?
—Uhm, bueno, yo...
—Será mejor que te guardes lo que vas a decir —le advierto—. Nathan, quítate eso. Los alfas de aquí no son como los de Durmista.
Nathan se deprime. Sin querer toqué un tema que tácitamente decidimos evitar.
—Vale, está bien, me lo quitaré. Como sea.
Nate azota la puerta cuando sale de la habitación de Lya.
—Está en su etapa rebelde —reniega ella.
—¿Tú no estás muy formal?
Un vestido negro ceñido y largo reviste su figura. Kuro también se ha vestido de etiqueta: camisa rosada, pantalón de vestir slim blanco y moño del mismo color.
—Lya está maravillosa esta noche, hermano —la agasaja él—. Tú eres el que debería... reconsiderar su outfit.
—¿Qué tiene de malo lo que llevo puesto?
Estoy ofendido.
—No puedes ir a la fiesta de cumpleaños de un rey tirano con una camiseta que conseguiste en una venta de garage.
—Es cómoda —digo en mi defensa—. Y no está tan mal.
—Hazel, no eres cualquier ciudadano corriente —apuntala Lya—. Te guste o no, eres la Cadena de ese tipo, y ese tipo es muy importante. Bah, no es que me importe su reputación, pero no quiero que una parva de idiotas hable de ti.
—Solo me quedaré un rato. Estoy cansado.
Decir que estoy cansado es una excusa a medias. Estoy bastante cansado, pero el verdadero motivo de querer huir de la fiesta de Moon radica en que no tengo ganas de conocer a los invitados ni estar en boca de todos. Aunque ambas circunstancias son inevitables, al menos puedo evitar oír sandeces más de lo estrictamente necesario.
—Vale, es tu decisión. Deberíamos ir, son las siete y media.
—Busquemos a Nate por su cuarto —sugiero—. Tenemos que comprobar que sus nalgas estén cubiertas.
