Recuerdo revelado, Parte uno

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Diana miro a aquel rubio extraño con curiosidad, quien se encontraba mirando a esa mujer vestida de colores, cantando y animando a todos en aquel comedor. Adria, curiosa, miro en su misma dirección y le susurro - ¿Qué miras tanto?

- Nada. Es solo que....parece un señor bueno, como la chica de colores fuertes. - le susurro, con el objetivo de que los otros no lo vieran. Luego de un rato, dictamino - No les robare, parece un señor honesto, no como el de la otra vez que era un hombre malo.

- Diana, ya te advirtieron que no robaras a la gente o te sacaban el plato de comida. - le regaño su amiga y agrego - Además, robar es malo. No deberías hacerle caso al tonto de Agustín.

- El tiene razón. Ellos siempre nos han usado y ninguno nos quiere porque ya somos grandes. - comento ella con rabia, causando que su amiga soltara un suspiro. Pues cuando se ponía así, sabia que no pararía de platicarle el discurso de su amiguito como si de la biblia se tratara.

- Como sea, el es un chico malo al cual no deberías escuchar, pero hace lo que quieras. - le espeto la niña en un tono ofendido, la morena se encogió de hombros y se limito a comer, preguntándose el por que de su enfado, ¿Acaso no se conocían desde chiquitos? Para ella, el era alguien en quien se podía confiar y lo haría hasta el fin del mundo, pesase a quien le pesase.

Mas tarde...

Diana estaba saliendo del comedor con cara pensativa cuando vio a al señor mayor salir del comedor y aguardar allí, como si estuviera esperando a alguien, ¿Acaso seria la chica de colores llamativos? Decidida a no darle importancia, se estaba por ir cuando este mismo se dio la vuelta y vio sus ojos, del mismo color que la miel que la ojinegra había visto en la escuela en ciencias. La nena se paralizo al ver lo intensos y llamativos que eran.

La niña y el rubio se acercaron, como si fueran imanes.

El le comento - ¿Qué haces acá tan...sola?

- Estoy esperando a mi amiga. - contesto ella y, sin saber por que, le confeso molesta- Esta enfadada conmigo.

- No te preocupes. - le dijo el señor grande con una sonrisa y le aseguro - No la conozco a tu amiga, pero ya se le pasara. 

- Eso espero. - dijo la ojinegra, luego lo volvió a mirar y le comento con honestidad - Sabes pareces buena gente, como la chica de colores fuertes.

La nena observo con sorpresa que parecía algo avergonzado cuando le agradeció - Gracias. Es muy...considerado de tu parte.

- Solo digo lo que veo. - soltó ella sin ningún tapujo y pareció aun mas sorprendido ante su honestidad.

El momento se interrumpió cuando la joven de colores fuertes, quien parecía algo agitada, le amonesto molesta - ¡Don freezer! Lo busque por todas partes, mira que hacerse el desaparecido conmigo...Nos tenemos que ir antes de que la bruj...digo su novia, se enfade.

El rubio, sin dejar de mirarla, musito - Dale, allí voy. Supongo que me despediré.

- No se preocupe. Esa de allá es mi amiga, mucha suerte señor.

- Nos vemos - se limito a despedirse el señor adulto, mirándola irse con su amiga rubia.

Diana despertó, totalmente asustada, con el corazón latiéndole a mil por hora y la respiración agitada. ¡Al fin había recordado todo! O, al menos, una gran parte de su recuerdo. Lo que no aun no era capaz era de recordara a aquella y ese señor, dado que se le hacían terriblemente familiar, como si los conociera de alguna parte. Pero, ¿De donde?

Si no fuera FlorenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora